El singular magisterio del director Mrawinsky
El concierto de Evgueni Mrawinsky con la Filarm¨®nica de Leningrado no fue s¨®lo un gran concierto. Los buenos aficionados apreciaron que en ¨¦l hab¨ªa algo m¨¢s; a saber, el espect¨¢culo, ya hoy raro y llamado a desaparecer, de una orquesta identificada con el maestro director hasta casi constituir una absoluta unidad art¨ªstica. Se dice que el director toca la orquesta as¨ª como el violinista toca el viol¨ªn, pero ?cu¨¢ntas veces es esto comparaci¨®n exagerada!Todos hemos visto orquestas que no responden a la idea rectora, y directores que componen la figura y trazan el comp¨¢s dej¨¢ndose llevar por lo que da la orquesta sola. Con Mrawinsky, la Filarm¨®nica de Leningrado asume la gloria de ser un instrumento en manos de un virtuoso: casi una prolongaci¨®n de su cuerpo, de sus manos. No hay aparato, pr¨¢cticamente tampoco hay esfuerzo.
Romeo y Julieta, 2? suite (Prokofiej) y Sinfon¨ªa n? 5, op
64 (Tchaikowsky)Orquesta Filarm¨®nica de Leningrado. Director: Evgueni Mrawinsky. Cultural Espa?a 82. Teatro Real, 18 de junio.
Sin batuta, sentado en un taburete, la mano izquierda posada muchas veces sobre la partitura, el octogenario maestro reparte miradas, suaves movimientos del brazo o quiz¨¢ s¨®lo de la mu?eca, y la m¨²sica fluye con perfecci¨®n y hondura. Es el resultado no de unos pocos ensayos maratonianos, sino de toda una carrera art¨ªstica, se dir¨ªa que de toda una vida.
Mrawinsky es director de la Filarm¨®nica de Leningrado desde 1938. Posiblemente, por entonces no figuraba en la orquesta ninguno de sus actuales componentes. Pues bien, conciertos como el del viernes, con dos obras b¨¢sicas del repertorio ruso, son el resviltado de un trabajo que cada instrumentista empez¨® en el inomento de ocupar su atril. As¨ª se explica que a un leve movimiento de la mano responda un fraseo de inusitada hondura, o que un imponente tutti sonoro pueda recortarse con asombrosa perfecci¨®n sin que el director separe las manos del pecho, nada m¨¢s que accionando la mu?eca.
Una gran experiencia
Se podr¨ªan ampliar estas consideraciones para justificar que el concierto de la sensacional Orquesta de Leningrado -la mejor de Rusia y una de las primeras europeas- no fue s¨®lo, como dec¨ªamos, un gran concierto, sino la demostraci¨®n de una forma de hacer m¨²sica sinf¨®nica que los condicionamientos de estos tiempos han cambiado sustancialmente. El concierto fue toda una experiencia musical, vivida con especial vibraci¨®n y con matices admirativos distintos. Es dif¨ªcil explicar c¨®mo Romero y Julieta y la Quinta Sinfon¨ªa pudieron escucharse como nuevas.
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