El sagastacanovismo
La plataforma electoral de la moderaci¨®n y la firmeza se puede constituir a prop¨®sito de dos hombres: Felipe Gonz¨¢lez y Adolfo Su¨¢rez. Si estos dos l¨ªderes naturales (aunque uno de ellos, de momento, s¨®lo sea l¨ªder de s¨ª mismo) llegan a montarse un sagastacanovismo de verdad (no como el de C¨¢novas y Sagasta), el poder civil de la calle puede cubrir inmensas ¨¢reas, en Espa?a.Esto significar¨ªa, en primer lugar, que, despu¨¦s de las elecciones, quedar¨ªan olvidadas, por obsoletas, las soluciones que no fueran de corbata y, por otra parte, que de Fraga a la derecha y de los prosovi¨¦ticos a la izquierda todo ser¨ªa movimiento de extras, m¨²sica de fondo, luz ambiental, pero nada m¨¢s. Como reserva espiritual de Felipe, un amplio muestrario de la izquierda, del eurocomunismo a los golfos del socialismo, Castellano, G¨®mez Llorente y as¨ª. Como reserva espiritual de Su¨¢rez, los azules, el martinvillismo, todo eso: lo suficiente (y lo imprescindible) para mantener un juego pol¨ªtico y democr¨¢tico que bloquee los hero¨ªsmos innecesarios, los energumenismos y los alarmismos. Entre estos dos hombres -basta con que se pongan de acuerdo, que quiz¨¢ se han puesto ya-, la naturaleza mayoritaria de una democracia que le cierra el paso a las "mayor¨ªas naturales", tan artificiales, de los acoplamientos contra natura: dinero, valores eternos, familias olig¨¢rquicas, municipios calderonianos y sindicatos verticales. No ha habido que forzar nada en Espa?a para que se produjese este mapa electoral hipot¨¦tico, sino que las cosas han vuelto a su ser y estamos otra vez en 1977, de vuelta de la canci¨®n y el beso, menos l¨ªricos, pero m¨¢s trabajados y madurados por el peligro.
El pol¨ªtico es siempre la imagen que le esculpe la adversidad. Los landelinismos son maniobras de distracci¨®n. Los liberalismos son vacaciones sin kodak, o sea vacaciones perdidas. Los dos hombres que hoy circunvalan la ancha plataforma de la moderaci¨®n nacional democr¨¢tica son quienes quedan dichos. Mientras tanto, los santeros de la pol¨ªtica mu?en un santo cada noche, con milagros y todo, para pasearlo a la ma?ana por los titulares de los peri¨®dicos o sacarle en andas a la tarde, en rogat¨ªvas por la lluvia de votos, la venida del Papa Wojtyla o el milagro de que la monta?a de Cuelgamuros venga a Mahoma, ya que Mahoma no va a Cuelgamuros. Son los falsos profetas del fin de siglo, los peregrinos que no van a ning¨²n Santiago, los chacineros que ya hablan de colgar a Felipe de una viga ideol¨®gica y tenerleesperando, hasta que se pudra. Porque las esperas de Su¨¢rez y de Felipe son de signo contrapuesto: Su¨¢rez acumula acci¨®n en su inacci¨®n, acumula palabras en su silencio. Felipe tiene en suspenso toda la acci¨®n y todas las palabras, cuidando s¨®lo de orearlas para que no se le putrefaccionen. El tiempo va prestigiando al pol¨ªtico de Antonio Maura. El tiempo puede empezar a trabajar dentro del pol¨ªtico de Santa Engracia como el mar trabaja dentro de los ahogados Por eso digo.
Su¨¢rez tiene sus tentaciones de San Antonio en el azulismo, y, aunque no haya le¨ªdo a Flaubert es ya dificil que caiga en ellas. Felipe tiene las suyas en el moderantismo/pactismo que le ruega/impone Calvo-Sotelo. Y por en medio, toda la samba do R¨ªo de los agitadores, el ciclismo tipo Arriba de Fernando Su¨¢rez, la segunda generaci¨®n de los Verstringe, Herrero de Mi?¨®n, Oscar Alzaga y dem¨¢s j¨®venes v¨ªrgenes de los ochenta. Si Su¨¢rez/Felipe aguantan, primero, y despu¨¦s se apoyan, Esp afla va a caber entre ellos como entre los dos toros de Guisando, que son cuatro. El sagastacanovismo no es la revoluci¨®n, precisamente, y puede que incluso sea la contrarrevoluci¨®n. Pero es, en todo caso, una original f¨®rmula espa?ola para que no decaiga. Porque es que no saben-ustedes c¨®mo est¨¢ decayendo.
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