Reagan trata con George Shultz la redefinici¨®n de la pol¨ªtica exterior norteamericana
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, recibi¨® en su residencia de Camp David, en las cercan¨ªas de Washington, al nuevo secretario de Estado, George Shultz, que sustituye a Alexander quien present¨® inesperadamente su dimisi¨®n en la tarde del pasado viernes. Junto con los principales consejeros de Reagan, Shultz, con tesis m¨¢s pro¨¢rabes que su antecesor, seg¨²n los observadores, defini¨® la nueva estrategia exterior norteamericana.
Por su parte, Alexander Haig acudi¨® en la ma?ana del s¨¢bado a su despacho del Departamento de Estado, lo que confirma su promesa de ayudar en el traspaso de poderes para que no haya ning¨²n vac¨ªo en la pol¨ªtica exterior estadounidense en un momento de tensa situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo y apertura -el martes, en Ginebra- de las negociaciones norteamericano-sovi¨¦ticas START para una reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas."No habr¨¢ cambios en las l¨ªneas generales de nuestra pol¨ªtica exterior", declar¨® un miembro de la Casa Blanca. Mientras, contin¨²a el misterio oficial sobre las razones de la espectacular dimisi¨®n de Haig.
La plana mayor de la Casa Blanca, formando la pi?a que siempre se opuso a las impetuosas y personales decisiones de Haig en materia de pol¨ªtica exterior, recibi¨® ayer en Washington a George Shultz. Un helic¨®ptero de la Marina norteamericana traslad¨® al nuevo equipo de la pol¨ªtica exterior hasta la residencia de fin de semana del presidente Reagan, instalada en Camp David (Maryland).
All¨ª tuvo lugar un almuerzo de trabajo entre el presidente, el nuevo secretario de Estado, Shultz; el presidente del Conse o de Seguridad, William Clark, y los consejeros presidenciales de la troika de la Casa Blanca, Edwin Meese, James Baker y Michael Deaver.
Los primeros cap¨ªtulos que debe afrontar el nuevo secretario de Estado son el conflicto creado por la intervenci¨®n militar de Israel en L¨ªbano -que fue uno de los temas de las ¨²ltimas discrepancias entre Haig y los consejeros de Reagan-; las tensas relaciones entre Estados Unidos y Europa occidental, a prop¨®sito del gasoducto siberiano -otro de los puntos en litigio entre Haig y la Casa Blanca-, y tambi¨¦n el inicio de las negociaciones Este-Oeste sobre el desarme.
Por sus v¨ªnculos profesionales con Arabia Saud¨ª -Shultz era vicepresidente de la multinacional Bechtel Corporat¨ªon, que construye una nueva ciudad para 30.000 habitantes en aquel pa¨ªs-, se especula que ser¨¢ un secretario de Estado m¨¢s sensible a las tesis ¨¢rabes que a las israel¨ªes en la pol¨ªtica de EE UU hacia Oriente Pr¨®ximo.
Los observadores destacan el buen conocimiento de Shultz de la realidad europea, gracias a su pasado como secretario del Tesoro bajo la Administraci¨®n Nixon y a su posterior gesti¨®n como hombre de negocios y enviado oficioso del presidente Reagan para preparar las recientes cumbres de Versalles y Bonn.La amistad personal de Shultz con el canciller alem¨¢n, Helmut Schmidt, es otro factor que destacan los bi¨®grafos del nuevo secretario de Estado.
A 48 horas del inicio en Ginebra de las negociaciones START, la Casa Blanca record¨® que "no habr¨¢ cambios" en la estrategia con la URSS. Todo indica, sin embargo, que tanto en las relaciones con los sovi¨¦ticos como en las posturas sobre Oriente Pr¨®ximo, igual que en las relaciones con Europa, el relevo de Haig y la llegada de Shultz abren un nuevo horizonte.
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