Pol¨ªticas frente a la coyuntura: falsas soluciones-respuestas v¨¢lidas
El n¨²mero, la interdependencia y el arraigo social y econ¨®micode los factores que est¨¢n detr¨¢s de la larga coyuntura actual, explican las dificultades de ofrecer respuestas v¨¢lidas de pol¨ªtica econ¨®mica para enderezarla y la permanente tentaci¨®n de caer en las soluciones simplistas y demag¨®gicas que los arbitristas de nuestro tiempo intentan colocar como curalotodos sin dolor.
Separar las falsas soluciones de las respuestas v¨¢lidas para el tratamiento de la coyuntura constituye una tarea cuya importancia s¨®lo parece superada por su dificultad. Los caminos hacia el error son, en efecto, muchos, mientras que la complejidad e interpretaciones de la coyuntura abren amplias diferencias sobre las respuestas v¨¢lidas a su tratamiento.
Las falsas soluciones: sus costes y su error
Sin embargo, existen al menos media docena de falsas soluciones, reiteradamente ofrecidas a la opini¨®n p¨²blica de muchos pa¨ªses y cuya aplicaci¨®n por algunos permite conocer su coste y asegurar su error. Y existen tambi¨¦n respuestas v¨¢lidas avaladas por la experiencia de las econom¨ªas que, utiliz¨¢ndolas -pese a su coste, pese a su impopularidad- han alcanzado las mejores situaciones relativas.
Si se tratase de elegir media docena de falsas soluciones a la coyuntura, las siguientes ser¨ªan buenos candidatos:
1. El relanzamiento nacional de la econom¨ªa. El coste y los sufrimientos ocasionados por el paro laboral, las dificultades de las empresas, el d¨¦bil crecimiento de los ingresos familiares empujan diariamente hacia la tentaci¨®n de superarlos, acelerando el gasto nacional con pol¨ªticas de facilidad monetaria y dinero barato, con gastos p¨²blicos mayores que mejoren prestaciones p¨²blicas, pensiones e inversiones. Los costes de cometer este error y la escandalosa evidencia que ofrece la pol¨ªtica de aquellos pa¨ªses que han incurrido en ¨¦I parece reducir sus posibilidades actuales en el mundo desarrollado occidental.
2. Ese primer error puede venderse con una apariencia menos extremista y m¨¢s ponderada: ?Acaso no vale la pena pagar un poco m¨¢s de inflaci¨®n por menos desempleo, un poco m¨¢s de d¨¦ficit p¨²blico para animar los gastos de inversi¨®n, un poco m¨¢s de crecimiento en la cantidad de dinero para acelerar el cr¨¦dito privado? Desde luego -se afirma- nada de excesos: que la inflaci¨®n se eleve en dos puntos (16% en vez del 14%), que el d¨¦ficit p¨²blico se sit¨²e en el 6% del PIB como m¨¢ximo, en vez de en el 4%, que las disponibilidades l¨ªquidas crezcan dos puntos m¨¢s (quiz¨¢ al 18/19%), en vez de al 15/16%. Todo ello en beneficio de un paro menor, un empleo mayor y una tasa de crecimiento m¨¢s aceptable (3/4% quiz¨¢). Esta alternativa que hoy cuenta con numerosos y poderosos defensores en Espa?a -en la izquierda y en la derecha- constituye la m¨¢s peligrosa de las falsas soluciones a la d¨¦bil coyuntura actual. Su aparente ponderaci¨®n -un poco m¨¢s de aqu¨ª, un poco menos de all¨¢- no puede ocultar la falta de credibilidad de sus proporciones: no hay, cambio inflaci¨®n-empleo, el d¨¦ficit p¨²blico no se controla aument¨¢ndolo, el crecimiento en la cantidad de dinero alentar¨¢ las expectativas alcistas de precios y la sociedad no creer¨¢ en la estabilidad apostando por y ganando la inflaci¨®n. Los esfuerzos tendentes a reducir el paro no pueden obtener resultados m¨¢s que operando en un contexto que reduzca la inflaci¨®n.
3. Subestimar las dificultades de la pol¨ªtica propuesta. Se afirma con frecuencia que el d¨¦ficit p¨²blico no es un fin, sino un instrumento de la pol¨ªtica econ¨®mica y que sus efectos dependen de su utilizaci¨®n. Basta variar la composici¨®n del gasto p¨²blico que financia al d¨¦ficit -reduciendo los gastos de consumo y aumentando las inversiones- para mejorar su calificaci¨®n. En otras ocasiones se opina que las decisiones econ¨®micas no se adoptan porque no hay voluntad pol¨ªtica. Y que si la hubiera podr¨ªa reducirse -de un a?o a otro- en 500.000 millones de pesetas (por absurda que le parezca al lector esta afirmaci¨®n se ha realizado por una destacada personalidad econ¨®mica y pol¨ªtica( o que el fraude fiscal podr¨ªa reducirse f¨¢cilmente en la misma cantidad. Todas estas afirmaciones de facilidad en el tratamiento de los graves y permanentes problemas de la coyuntura no testimonian otra cosa que la ignorancia de quienes las realizan. Quiz¨¢ la mejor prueba de esta afirmaci¨®n se encuentre en que no puede ofrecerse ni una sola prueba de un s¨®lo pa¨ªs en que esas decisiones radicales se hayan adoptado.
4. Una alternativa para resolver los problemas defendida con frecuencia es ignorarlos: no dejando hablar al mercado, a los precios o a los tipos de inter¨¦s mediante intervencionismos de uno u otro tipo. Si nuestro problema es la inflaci¨®n basta con congelar e intervenir los precios. Si nuestro problema son los elevados tipos reales de inter¨¦s basta con congelarlos y no liberalizarlos. Obviamente, estas pol¨ªticas no resuelven ninguno de los problemas planteados por la situaci¨®n econ¨®mica nacional e internacional y llevan o bien al desarrollo de dobles mercados o bien al estallido final de todas las intervenciones. La m¨¢s persistente de las soluciones de toda coyuntura cr¨ªtica ha sido siempre el intervencionismo y, pese a su irracionalidad, esta alternativa constituye un peligro permanente. La alianza de intereses conservadores y reaccionarios y de posiciones pseudoprogresistas en contra de las reformas que tratan de abrir paso a la libertad y a la competencia no es sorprendente en las sociedades actuales por m¨¢s que sea lamentable. Esa alianza con la que se busca por unos la conservaci¨®n de intereses que la superaci¨®n de la coyuntura cr¨ªtica actual no consiente y por otros la ascensi¨®n al poder pol¨ªtico, no har¨¢ otra cosa que ahondar en los problemas planteados y negar a la sociedad entera sus oportunidades de progreso.
S. Cerrar el mercado interno a la competencia exterior por medidas proteccionistas de uno u otro tipo constituye un error que la historia registra reiteradamente en todas las coyunturas cr¨ªticas como la actual. Error may¨²sculo ser¨ªa ¨¦ste para la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola, ya que nuestra econom¨ªa, esencialmente transformadora, necesita una cura de competitividad y de flexibilidad que no puede darle el r¨ªgido abrigo del proteccionismo.
6. La defensa de pol¨ªticas econ¨®micas basadas en su servidumbre plena a una ideolog¨ªa radical. La complejidad de los factores de la coyuntura cr¨ªtica presente, la divisi¨®n ideol¨®gica de las sociedades actuales, el car¨¢cter cambiante de las circunstancias internas e internacionales obligan a adoptar un pragmatismo constructivo a la hora de seleccionar las pol¨ªticas econ¨®micas.
Enquistarse en posiciones radicales -ya sean ¨¦stas de derechas o de izquierdas- no har¨¢ otra cosa que agudizar la divisi¨®n de la sociedad y prolongar la coyuntura cr¨ªtica presente.
Las cuatro verdades
Frente a esas falsas soluciones a los problemas que plantea la actual coyuntura deben afirmarse cuatro duras verdades afirmadas tenazmente por los hechos:
1. La verdad de la pol¨ªtica monetaria: no es posible reducir duraderamente la inflaci¨®n sin limitar el crecimiento de la cantidad de dinero. Guste o no, Milton Friedman tiene raz¨®n cuando afirma que "la inflaci¨®n es siempre y en todo lugar un fen¨®meno monetario". Ello no quiere decir que la pol¨ªtica antiinflacionista deba integrarse s¨®lo por medidas monetarias. Quiere decir que las medidas monetarias constituyen condici¨®n absolutamente necesaria para tratar la inflaci¨®n. La calidad de la pol¨ªtica antiinflacionista depender¨¢ de que la pol¨ªtica monetaria no se quede sola, que la acompa?en otras pol¨ªticas: una moderaci¨®n en el crecimiento de las rentas y los costes, una mejora en la estructura y la competitividad de los mercados, un mejor equilibrio de los presupuestos. La soledad de la pol¨ªtica monetaria es costosa, pero su ausencia o su permisividad constituyen la mejor garant¨ªa para asegurar la inflaci¨®n.
2. La verdad de la pol¨ªtica fiscal: un d¨¦ficit p¨²blico elevado y creciente asegura la inflaci¨®n. El control monetario se har¨¢ crecientemente dif¨ªcil y al final imposible con un d¨¦ficit p¨²blico creciente. La credibilidad pol¨ªtica antiinflacionista exige hoy la prenda del compromiso p¨²blico de reducir el d¨¦ficit presupuestario. Sin ese compromiso las promesas de: la pol¨ªtica econ¨®mica sonar¨¢n a vana y costosa ret¨®rica.
3. La moderaci¨®n del crecimiento de los costes reales del trabajo para asegurar el empleo: un crecimiento de los costes del trabajo por encima de los niveles consentidos por el crecimiento de: la productividad corregida por las variaciones en la relaci¨®n real de intercambio, se convierte en un factor que ocasiona un conjunto de efectos de importancia decisiva en una econom¨ªa: aumenta el crecimiento de precios, afecta al rendimiento del capital de la capacidad productiva instalada (produciendo su r¨¢pida obsolescencia), disminuye la rentabilidad esperada de las inversiones (con la consiguiente reducci¨®n de la inversi¨®n programada y la tasa de desarrollo), acelera la sustituci¨®n del trabajo por otros factores productivos y perjudica, en fin, la ventaja comparativa de la producci¨®n nacional, afectando desfavorablemente a su balanza de pagos. La flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo se convierte por todo ello en un objetivo de la m¨¢xima importancia para la pol¨ªtica econ¨®mica.
4. La verdad de la libertad de intercambios con el exterior: evitar la tentaci¨®n del proteccionismo y abrir la econom¨ªa a la competencia exterior constituye un mandamiento de permanente validez para tratar la cr¨ªtica coyuntura presente.
Esas cuatro verdades que deben inspirar una pol¨ªtica econ¨®mica frente a la coyuntura actual no son, en ning¨²n caso, gratuitas. Son costosas, lo que explica su impopularidad y la dif¨ªcil aceptaci¨®n de las mismas por la pol¨ªtica econ¨®mica en los distintos pa¨ªses. Es la dificil y lenta aceptaci¨®n de esas verdades la que alarga la cr¨ªtica coyuntura actual.
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