Jeannine Mestre
Viene Yocasta, de Parten¨®n, cl¨¢mide e Instituto Alem¨¢n, hasta la terraza de Teide. Viene Jeannine Mestre, la catalana de los ojos Ofelia / Betty Davies, y se ha recogido el pelo, con una malla negra en el mo?o, como hacen las c¨®micas despu¨¦s de los ensayos, "ensayamos hasta las diez de la noche".Jeannine Mestre, barcelonesa de ascendencias brit¨¢nicas, irlandesas, confusa de bailarinas antiguas, "a m¨ª me quitaron de bailar a los seis a?os; era muy mala", es una de esas mujeres complejas, sutiles, desconcertantes y hasta puede que un poco desconcertadas de s¨ª mismas. Catalu?a lo da de vez en cuando. "Estamos ensayando un Edipo en versi¨®n de Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo, bell¨ªsima, y yo soy Yocasta, claro, y hay un bailar¨ªn maravilloso, y no s¨¦ si esto va a ser una maravillosa aventura o, cuando menos, una gran experiencia". Uno la descubri¨® a principios de temporada, en una obra de Strindherg, cuando era la Ofelia peque?oburguesa perdida en el no saber de una familia en llamas. La mirada gigante, la voz lenta y rozada, las manos, una manera de hacer el teatro que no era, que no es una manera madrile?a. Te habr¨¢n preguntado mil veces si has hecho Ofelia. Quiero estar entre esos mil. "No, nunca lo he hecho, y a lo mejor se me ha pasado la edad". La edad. Han ensayado en la Casa de Campo y estrenan en M¨¦rida, teatro romano. No van a traer este invento a Madrid. Habr¨¢ que ir a verles, c¨®mo m¨¢s cerca, a Barcelona. "?A ti, Umbral, qu¨¦ te parece el teatro de Jos¨¦ Luis G¨®mez?". Llamas purificadoras de Strindberg, Jeannine como Ofelia del r¨ªo de fuego. Y renace Yocasta. "El teatro griego me suena mejor en catal¨¢n. Tiene un paso, un ritmo que le va mejor".
Es la hora en que L¨®pez Rubio cena en Los Porches, al aire libre, como un acad¨¦mico. "De qu¨¦ signo eres, Umbral". Los hor¨®scopos que detesto son en ella la verdad griega de Yocasta, la lectura nocturna de la mujer antigua, el alfabeto prestigioso de las madres primeras. "Me produjo ternura llegar a Grecia, ver que nada era grandioso, sino de dimensi¨®n humana". ?Cu¨¢ndo descubrir¨¢ Madrid a esta actriz ¨²nica, l¨¢bil, densa y ligera al mismo tiempo? "He estado en, Cabo Kennedy; tienes que ir a Cabo Kennedy, Umbral: all¨ª est¨¢ el lirismo de Am¨¦rica". Le han dado una beca para estudiar teatro en Nueva York. Yo pienso que la literatura es un lenguaje que ha perdido la memoria colectiva. Para hacerse subjetivo, claro. El lenguaje de un hombre. S¨®focles, Shakespeare. "Shakespeare me gusta m¨¢s en castellano", dice. "De todos modos, tiene demasiadas palabras, aunque sean muy bellas". Es la hora en que los hombres se emparejan en el parque de los hombres, desgalgaderos de la Plaza de Espa?a. "Por qu¨¦ me haces pasar por estos sitios, Jeannine". Vive en una casa del a?o catorce, siete mil pesetas al mes, muchas habitaciones y mucho sol poniente, un Madrid entre Sabatini y el fragor ferroviario del Pr¨ªncipe P¨ªo. De calle, ligera, natural, es como la hechicera que se ha desprovisto de sus ensalmos, pero los ojos le extravagan de luna y las manos, las manos son infantiles, ingenuas. No on las manos de Yocasta. "Lo catal¨¢n est¨¢ en crisis, la llegada de Pujol fue una decepci¨®n, la pol¨¦mica del Titanic es conde una verdad dram¨¢tica, peque?a y provinciana. Yo tendr¨ªa que hablar mejor el catal¨¢n". Jeannine Mestre, esa mujer decadescente, mezclada y de alma l¨²cida, que da a veces Europa o Catalu?a, puerto cansado de lo mediterr¨¢neo. "Tienes que conocer el misterio de Elche, Umbral".
El misterio de Elche rayos. Uno descubre, en la altura de la edad, a Yocasta / Jeannine / Ofelia Mestre Alexander y, como la vida siempre es ir¨®nica, lo que me dice es que tengo que ir a Elche, al misterio. A uno, de momento, la verdad, le urge m¨¢s el misterio / Jeannine.
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