Otro general para Argentina

LO IRRACIONAL sigue dirigiendo los intentos de consolidar el poder en la Rep¨²blica Argentina. Entendiendo por visiblemente irracional que la Armada y la Aviaci¨®n se desolidaricen de la presidencia, de la que tom¨® posesi¨®n el general Bignone, del Ej¨¦rcito de Tierra, en raz¨®n del mal resultado obtenido por la Infanter¨ªa en las batallas de las Malvinas y del aparentemente bueno de la Aviaci¨®n y la Marina: en cuyo caso habr¨ªa que entronizar en la presidencia a los ingenieros franceses, que fueron quienes, en realidad, ofrecieron los ¨²nicos buenos ¨¦xitos con sus proyectiles inteligentes. No parece que estos mejores o peores comportamientos en la batalla tengan nada que ver con el arte de gobernar o que califiquen mejor o peor a quienes tengan que hacerse cargo de un pa¨ªs en bancarrota, destrozado moral y econ¨®micamente.El fondo parece ser otro. Hay, en realidad, una huida. Hasta los que ensalzan su propia heroicidad en la brev¨ªsima guerra trataron ya de huir ante la responsabilidad pol¨ªtica, alegando su ignorancia del golpe de mano, rechazando toda su responsabilidad sobre Galtieri. Es una fuga que ya se conoci¨® en los procesos de N¨¹remberg y que quiz¨¢ vuelva a escucharse en Argentina el d¨ªa en que haya que rendir cuentas de los asesinatos y las torturas: las desapariciones de enemigos pol¨ªticos del r¨¦gimen han continuado durante la guerra y despu¨¦s de la ca¨ªda de Galtieri, y habr¨¢ que ver si Bignone, desde ayer presidente, puede cortarlas.

La nueva fuga reside en esta ¨²ltima cobard¨ªa de no comparecer en la toma de posesi¨®n, de quererse quedar fuera de la etapa que comienza. Bignone mismo trata de envolverse con unos ministros civiles y con unas promesas lejanas de institucionalizaci¨®n. Algunos ministros proceden ya del Gobierno de Galtieri, otros salen de cargos de la misma procedencia. El disfraz de keynesiano no va a servir al nuevo ministro de Econom¨ªa para restaurar la del pa¨ªs. Lo que necesita Argentina es un cambio r¨¢pido y efectivo, un regreso de los militares a sus cuarteles, sin la menor posibilidad de volver a la pol¨ªtica -y, por lo que se ha visto, convendr¨ªa que tampoco intentaran una guerra exterior- y una convocatoria de elecciones, con un per¨ªodo de libertad pol¨ªtica. Pero es m¨¢s f¨¢cil comenzar una dictadura que terminarla. Aunque muchos militares argentinos repudien hoy verse envueltos en el papel de verdugos que sus jefes les encomendaron, no saben c¨®mo soltar un poder que podr¨ªa exponerles a las represalias.

Es, evidentemente, en el momento en que un nuevo general toma posesi¨®n de la presidencia de la Rep¨²blica que su poder es provisional, y que a pesar del apoyo de algunos peque?os grupos pol¨ªticos conservadores, no va a sacar el pa¨ªs adelante ni va a permanecer mucho tiempo en el poder. El general Bignone, que por salir de la reserva tiene la apariencia de estar menos implicado que sus compa?eros en los sucesos de los ¨²ltimos a?os, tiene poqu¨ªsimo tiempo para rendir a su pa¨ªs el ¨²nico servicio que se espera de ¨¦l: un regreso a la democracia. Puede que, aun estando en sus intenciones, no llegue a serle f¨¢cil. Pero no hay otra salida v¨¢lida.