Genio y mansedumbre de los toros condesos
ENVIADO ESPECIALCon los toros condesos, que sacaron genio y mansedumbre, Espartaco estuvo valent¨®n, Campuzano estuvo bullidor y Manzanares no estuvo. El p¨²blico tampoco. Los toros, salvo los dos primeros, escurridos de carnes, ten¨ªan irreprochable presencia y todos eran, aparatosamente cornalones y astifinos. Y como adem¨¢s se les hab¨ªa agriado la casta a casi todos, planteaban una lidia de peligro que en cualquier plaza hubiera tenido en vilo a los aficionados.
A los pamploneses, en cambio, salvo excepciones, parec¨ªa traerles absolutamente sin cuidado la condici¨®n de las reses. Aqu¨ª, si un torero pega pases con facilidad y continuidad se le aplaude o se le aclama, y si no los pega no le hacen ni caso o le tiran pan. Hasta qu¨¦ punto el toro pueda condicionar la actuaci¨®n del torero, es, una exquisitez o una erudici¨®n que no cuenta en Pamplona.
Plaza de Pamplona
7 de julio. Segunda corrida de sanferminesToros del Conde de la Corte, bien presentados, cornalones, con casta y mansos Jos¨¦ Mari Manzanares: Estocada ca¨ªda (pitos). Bajonazo (indiferencia). Tom¨¢s Campuzano: Bajonazo (petici¨®n y vuelta). Pinchazo, estocada y dos descabellos (palmas). Espartaco: Dos pinchazos baj¨ªsimos y bajonazo descarado (silencio). Pinchazo, media y dos descabellos (algunas palmas).
Entonces, ?para qu¨¦ tanto toro, tanto trap¨ªo, tanto cuerno?. Posiblemente el prestigio de la llamada Feria del Toro, que existe, lo mantienen unas docenas de aficionados, la cr¨ªtica y la Casa de Misericordia, la cual manda a Miguel Criado El Potra por esas dehesas a escoger lo m¨¢s selecto que haya en las ganader¨ªas. El p¨²blico no lo mantiene. El p¨²blico, y preferentemente las pe?as, que ocupan la media plaza que abrasa el fuerte sol veraniego, est¨¢n a lo suyo, que es la fiesta sanferminera.
Dos espect¨¢culos paralelos
La mayor parte de las veces el espect¨¢culo se traspasa del ruedo al tendido. Los mozos suelen ser ocurrentes, se tiran cosas -a veces ellos mismos se tiran, rodando tendido abajo-, beben, comen, cantan, y si los aconteceres de la lidia les complacen, entonan ol¨¦, con largo acento en la o, que dura cuanto dure cada pase. Los de sombra contemplan el espect¨¢culo de sol, normalmente divertidos -porque es divertido, desde luego- y suele hacerlo con sentido cr¨ªtico, pues califica si el comportamiento de las pe?as se adecua a la tradici¨®n sanferminera.
Jugarse el pellejo
Ponerse delante de toros con arboladura, como eran los condesos, en la convicci¨®n de que el p¨²blico ni siquiera lo advierte, debe suponerles a los toreros un tremendo esfuerzo adicional. Espartaco, por ejemplo, ayer se jug¨® el pellejo de verdad, frente a un tercer toro que desarrollaba sentido, que le lleg¨® a voltear a la salida de un molinete. Campuzano, en cambio, fue m¨¢s avispado, y al distraido segundo le hizo una faena sin t¨¦cnica, para la galer¨ªa, a base de pases sueltos dejando que el animal se escapara a la querencia de chiqueros.
El quinto era escaso de temperamento y Campuzano le dio la r¨¦plica con una faenita aburrida y algo desconfiada. De la misma condici¨®n el sexto, un preciosos ejemplar casta?o ojo de perdiz, Espartaco se arrim¨®, hizo desplantes con las dos rodillas en tierra, cit¨® entre los pitones. Pero le dio lo mismo. Los mozos hab¨ªan llenado el ruedo de almohadillas, que arrojaron al picador por excederse en el castigo, y lo del ruedo les tra¨ªa sin cuidado.
Toro noble el cuarto, Manzanares se atrevi¨® a instrumentarle unos derechazos de costadillo, sin conviccion y citando con la muleta retrasada. Frente al primero, que parec¨ªa manejable, aunque embest¨ªa con casta -ah¨ª le duele- se asust¨® y fue incapaz de administrarle dos pases ligados. Esta figura del toreo est¨¢ en las ¨²ltimas.
Tambi¨¦n est¨¢ en las ¨²ltimas la sangre brava de los famosos toros del conde de la Corte, que mansearon claramente. Pero, por lo que se vio, conservan la casta, conservan asimismo el tipo inconfundible de la ganader¨ªa, y aunque ninguno mereci¨® nota, dieron emoci¨®n a la lidia, lo cual, en estos tiempos de reses descastadas y aburridas, es casi un triunfo.
Babelia
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