Vuelo a las Malvinas en un H¨¦rcules C-130: 9.000 kil¨®metros y 150 millones de pesetas
Del Reino Unido a las Islas Malvinas en avi¨®n se tardan unas veintis¨¦is horas. Dos escalas curiosas: una en Dakar, la capital de Senegal, y otra en la isla Ascensi¨®n. El resto -la mitad de un total de 9.000 kil¨®metros- en un avi¨®n de transporte H¨¦rcules C 130, reavituallado de carburante dos veces durante el vuelo: una costosa operaci¨®n de 150 millones de pesetas en la que intervienen cuatro aviones. Ocho periodistas, tres de ellos brit¨¢nicos y los otros cinco de distintas nacionalidades, han revivido, a bordo de un VC 10 y de un H¨¦rcules C 130, una de, las m¨¢s espectaculares operaciones de la reconquista de las Malvinas.
ENVIADO ESPECIALJunto al primer grupo de periodistas no brit¨¢nicos en partir hacia las lejanas islas invadidas por los argentinos y reconquistadas, estaban algunos malvinenses expulsados cuando la ocupaci¨®n del 2 de abril, y una bater¨ªa de Artiller¨ªa -110 hombres- que va a reemplazar a las tropas victoriosas. La guarnici¨®n permanente de las islas Malvinas comienza a tomar cuerpo.
Es el primer trecho de un largo viaje. Un reactor VC 10 de las fuerzas a¨¦reas brit¨¢nicas despega de la base de Brize Norton (Oxford) hacia Dakar, donde de noche aterriza para repostar.
Nadie puede dirigirse a la terminal del aeropuerto. Los aviones brit¨¢nicos se quedan en un lugar oscuro y apartado. Otro VC 10 regresaba de la isla Ascensi¨®n con una compa?¨ªa de los paracaidistas que hab¨ªan tomado San Carlos. Los artilleros no pueden hablar con ellos.
En una hora aterrizan en Dakar dos VC 10, un H¨¦rcules y un helic¨®ptero brit¨¢nico. Del papel de este aeropuerto en la crisis de las Malvinas no se ha hablado sino con gran discreci¨®n. Pero ha sido fundamental para llevar material y hombres a la isla Ascensi¨®n. El Ministerio de Defensa en Londres hab¨ªa rogado a los medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos que no despertaran este tema. La Prensa obedeci¨®.
Segunda escala: la isla Ascensi¨®n, el portaviones natural en mitad del oc¨¦ano Atl¨¢ntico. La noche es cerrada. Las monta?as de polvo volc¨¢nico, oscuras. Estados Unidos es quien controla esta isla brit¨¢nica. El Reino Unido tiene derecho a unos sesenta vuelos anuales. Evidentemente, esto es cosa del pasado.
Ascensi¨®n, de nuevo, es una pieza crucial en el rompecabezas militar que supuso la guerra de las Malvinas para los estrategas brit¨¢nicos. Eran las tres de la madrugada y hab¨ªa una actividad febril por parte de los helic¨®pteros y aviones. Los artilleros y civiles seguir¨¢n por barco.
Reabastecimiento en vuelo
Cargado hasta los topes, despega el H¨¦rcules con sus ruidosas h¨¦lices. Dos grandes tanques de carburante que ocupan un tercio del espacio interno no son suficientes. Para llegar a Port Stanley habr¨¢ que llevar a cabo una operaci¨®n para la cual los pilotos brit¨¢nicos se han estado preparando durante las tres ¨²ltimas semanas: el reabastecimiento de combustible en vuelo.
Es un dif¨ªcil ejercicio de precisi¨®n. Los brit¨¢nicos no disponen de aviones nodriza a propulsi¨®n por h¨¦lice. As¨ª, el reactor V¨ªctor tiene que volar a su m¨ªnima velocidad. El H¨¦rcules, por el contrario, al m¨¢ximo. Y no es suficiente. El H¨¦rcules necesita m¨¢s velocidad. El ¨²nico modo de lograrlo es empezar a caer. Una vez que el H¨¦rcules engancha con su embudo el tubo de carburante del V¨ªctor -operaci¨®n que requiere dos o tres intentos-, ambos comienzan a bajar unidos por este extra?o cord¨®n umbilical. La operaci¨®n comienza a unos 8.000 metros de altura. Diez minutos despu¨¦s termina a menos de 2.000 metros sobre el nivel del mar. La precisi¨®n es determinante.
En l¨ªnea directa entre Ascensi¨®n y las Malvinas, el primer reabastecimiento se produce a la altura de R¨ªo de Janeiro. El V¨ªctor regresa a su base. El segundo reavituallamiento, frente al R¨ªo de la Plata, intervienen tres aviones nodriza. Uno para alimentar al H¨¦rcules y dos para que el propio V¨ªctor pueda volver a Ascensi¨®n. Pero es, por ahora, el ¨²nico modo de llegar por avi¨®n a Puerto Stanley.
El H¨¦rcules es el ¨²nico avi¨®n de carga que puede aterrizar en este aer¨®dromo que los brit¨¢nicos bombardearon repetidas veces, aparentemente sin ¨¦xito. Londres-Puerto Stanley, veintis¨¦is horas de vuelo, 9.000 kil¨®metros. La haza?a brit¨¢nica cobra una nueva dimensi¨®n al revivirla.
Es un d¨ªa claro. La nieve cubre un extra?o paisaje sin ¨¢rboles, sin casi vegetaci¨®n. Una tierra donde se pod¨ªa o¨ªr el silencio. Ahora se oyen los helic¨®pteros, los barcos, los veh¨ªculos militares, muchos de ellos argentinos en perfecto estado. Ya nada ser¨¢ lo mismo.
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