La bota malaya
Ser¨¢ dif¨ªcil no dejarse impresionar por el sabor t¨ªpico de Mares de China. Toda una iconograf¨ªa del cine, toda una ¨¦poca est¨¢n sintetizadas en sus im¨¢genes.La ingenuidad de los planteamientos dram¨¢ticos que Hollywood lanzaba al mundo durante los a?os treinta contrasta con el clima tenso que entonces viv¨ªa el mundo, a punto de enfrentarse en una guerra feroz (en Espa?a, por ejemplo, Mares de China se estren¨® en plena guerra civil), pero esa ingenuidad no es algo que hoy irrite al espectador
Su capacidad de fascinaci¨®n se mantiene a¨²n con vida, conservando un car¨¢cter de entretenimiento completo, con estructura dram¨¢tica simple, bien lejos de la sofisticaci¨®n que aportan ahora quienes, tambi¨¦n en Hollywood, quieren repetir los moldes de este g¨¦nero de aventuras.
Mares de China
Director: Tay Garnett. Gui¨®n: Jules Furthman y James Kevin McGuiness, seg¨²n la novela de Crosbie Garstin. M¨²sica: Herbert Stothart. Fotograf¨ªa: Ray June. Int¨¦rpretes: Clark Gable, Jean Harlow, Wallace Berry, Lewis Milestone, Rosalid Russell. Aventuras. Norteamericana, 1935. Local de estreno: Alb¨¦niz. Madrid.
Mares de China utiliza los t¨®picos morales que tantas veces dio el cine con un curioso sentido del humor que nace de sus di¨¢logos, escritos con habilidad y talento.
Sucesi¨®n de conflictos
Los distintos conflictos que la pel¨ªcula enfrenta (el doble amor del capit¨¢n, la continua amenaza de los piratas, la tragedia del oficial cobarde, el fraude del collar de perlas y aun otros menores) se suceden, adem¨¢s, con un br¨ªo narrativo tan brillante que de nuevo nos recuerda que Tay Garnett fue un eficaz ilustrador de historias, aunque fuera generalmente valorado como director de segunda fila.Cierto es que no resulta imposible manejar el inter¨¦s del espectador una vez que ¨¦ste acepta el esquematismo de los valores que la pel¨ªcula pone en juego.
El hero¨ªsmo, el amor puro, la intr¨ªnseca maldad de los orientales capaces de castigar al protagonista con la legendaria bota malaya y hasta una nada sutil defensa de la familia ordenada ("la vida de casada te har¨¢ cambiar") forman parte de la mitolog¨ªa de un cine que invent¨® a veces los g¨¦neros antes que las pel¨ªculas.
No es Mares de China una pel¨ªcula excepcional, aunque a?ada a la vulgaridad de sus conflictos un punto de vista peculiar que se apoya, como digo, en un humor sutil que desgraciadamente no se desarrolla plenamente.
Presentaci¨®n de personajes
Queda apuntado especialmente en la primera parte, en la presentaci¨®n de los personajes (la frase admirada de Jean Harlow al ver a Gable diciendo que much¨ªsimo para ella) o en la secuencia de la tempestad, donde un piano sin sujeci¨®n amenaza a los pasajeros de lujo mientras una apisonadora destruye a los m¨¢s humildes.M¨¢s tarde, la pel¨ªcula se ve obligada a cerrar ortodoxamente sus cap¨ªtulos, disolviendo, con rapidez ,y simplicidad, cuantas breves tragedias quedaron apuntadas y no fueron suficientemente desarrolladas en el transcurso de la pel¨ªcula.
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