L¨ªbano me excusa
?D¨®nde queda el respeto al ser humano? Acaso se limita a los condicionamientos econ¨®micos, a su utilidad pol¨ªtica. Un respeto cuya idea es tan fr¨¢gil que la solidaridad se paraliza y da paso a la hipocres¨ªa de los asuntos que no nos incumben o que, por lejanos, no nos interesan.Se habla del fascismo inherente en la actitud israel¨ª. Yo estoy conforme. El fascismo entendido como acoso y derribo, como aniquilaci¨®n del d¨¦bil. Es el cotidiano tiro al pich¨®n. El fascismo superlativo que nos sume en la diaria lista de muertos civiles o inciviles, con el benepl¨¢cito, el cinismo o la condescendencia que otorga el sentirse lejos. Sin embargo, se muere por la insignificancia de estar o no estar, de ser o no ser. Se muere por el hecho de vivir.
Diariamente se nos sit¨²a dentro de las grandes palabras: libertad, soberan¨ªa, naci¨®n... La lista es interminable; m¨¢gicas palabras a cuyo conjuro se crean organismos como la OTAN o el Pacto de Varsovia -da igual- y que prodigiosamente transforman pe?ascos habitados por focas en cementerios, o ciudades en campos de exterminio. ?Qui¨¦n es el beneficiario? ?Cu¨¢l es su validez? Tal vez sean f¨¢bricas de votos, quiz¨¢ protegen paranoias de poder, o acaso, m¨¢s trivialmente, s¨®lo ocultan el beneficio mercantil por el cual el terror es el medio de conservar el bienestar, el modo deforma de vida.
En L¨ªbano se est¨¢ cometiendo un genocidio, y se est¨¢ cometiendo a plena luz del d¨ªa; y en este podrido asunto s¨®lo queda, en un rasgo de impotencia, llamar las cosas por su nombre. /
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