La dolencia del futuro
S¨®lo la gasolina importa a los supervivientes de la Tierra. Sin ella no pueden desplazarse, no logran sus deseos. Los ladrones atacan con furia el peque?o poblado en el que un grupo de hombres de orden trabaja alrededor de un pozo de petr¨®leo. Los combates son sangrientos, brutales, incluso cuando aparece el h¨¦roe de la pel¨ªcula, Mad, que lucha junto a los buenos.La peripecia argumental de este cuento no exige muchas explicaciones. A medio camino entre el t¨®pico y la est¨¦tica del comic, Mad Max 2 se interesa s¨®lo por el espect¨¢culo de la sangre, por la violencia de los combates; el resto es pura tregua. Las m¨ªnimas relaciones sentimentales que se apuntan quedan desdibujadas, sin desarrollo; s¨®lo puede destacarse en este sentido el breve afecto que el protagonista siente por su perro y la desesperaci¨®n del guerrero que ve morir a su amante; pinceladas sin consistencia.
Mad Max 2, el guerrero de la carretera
Director: George Miller. Gui¨®n: Terry Hayes, Brian Hannant. M¨²sica: Brian May. Int¨¦rpretes: Mel Gibson, Bruce Spence, Bernon Wells, Emil Minty. Australiana, 1981. Aventuras. Local de estreno: Capitol. Madrid.
El espect¨¢culo se ci?e a las cabezas que ruedan por los suelos, a los cuerpos arrollados, a los coches que se estrujan, se incendian, se despe?an. Los ¨²ltimos minutos de la pel¨ªcula, como es habitual en este g¨¦nero de aventuras, constituyen la apoteosis de cuanto antes s¨®lo se hab¨ªa insinuado.
Como ya ocurriera en la primera parte de esta pel¨ªcula australiana, la inspiraci¨®n del comic justifica gran parte de su delirio. Desde los trajes de los personajes hasta la imaginaci¨®n aplicada a la construcci¨®n de aparatos, la deuda con los m¨¢s modernos dibujantes de tebeos es evidente. Ello crea en la pel¨ªcula un aire m¨¢gico, irreal, que disimula la monoton¨ªa de la violencia, aunque no significa esto que la violencia pase inadvertida. Como queda apuntado, es su ¨²nica preocupaci¨®n.
Al margen de que Mad Max 2 este realizada con abundancia de medios y un correcto sentido de la narraci¨®n cinematogr¨¢fica, lo que m¨¢s puede inquietar es su posible significaci¨®n. El sadismo de algunas secuencias queda englobado en una regla dram¨¢tica que despersonaliza a los personajes, reduci¨¦ndolos a un juego maniqueo cuando no a una simple contabilidad de cad¨¢veres. En la medida en que la comedia rom¨¢ntica, el g¨¦nero del Oeste o el cine negro representan hoy ¨¦pocas pasadas, esta pel¨ªcula puede corresponder a una inquietante imagen de nuestros d¨ªas.
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