'El a?o de Picasso' en Barcelona culmina con la pr¨®rroga de la exposici¨®n de sus cer¨¢micas en el Palau Meca
La exposici¨®n Picasso ceramista, que se presenta en el Palau Meca del Museo Picasso, de Barcelona, no se clausurar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 31 de julio, como estaba previsto, sino 30 d¨ªas m¨¢s tarde, al t¨¦rmino del mes de agosto. La decisi¨®n del Ayuntamiento de Barcelona se debe a que ha aumentado considerablemente el n¨²mero de las personas que acuden a visitarla, despu¨¦s del par¨¦ntesis de escasa asistencia que coincidi¨® con el Mundial de F¨²tbol. El ayuntamiento tambi¨¦n aplaza la aprobaci¨®n de las obras de ampliaci¨®n del Museo Picasso, a las que, en principio, se piensa destinar un presupuesto de 88 millones de pesetas.
Como colof¨®n de lo que podr¨ªamos llamar el a?o Picasso, que ha coincidido con el primer, centenario de su nacimiento, el Ayuntamiento de Barcelona ha preparado la exposici¨®n Picasso, ceramista, en atenci¨®n a una pr¨¢ctica art¨ªstica que el pintor no inici¨® hasta los 65 a?os de edad, pero en la que nos ha dejado m¨¢s de 4.000 ejemplos de su pluriforme creatividad.Si las exposiciones precedentes, Picasso y Barcelona y la Antol¨®gica, nos han acercado a los or¨ªgenes, de su labor pict¨®rica y dibuj¨ªstica y a muchos de los momentos estelares de su madurez, ¨¦sta centrada en una de las m¨¢s artesanales tradiciones populares, nos da otra imagen de Picasso, que enriquece y complementa su polifacetismo.
El inter¨¦s de la exposici¨®n, preparada por un profesional tan competente como Trinidad S¨¢nchez-Pacheco, directora del Museo de Cer¨¢mica de Barcelona, se centra en la selecci¨®n de las obras. Tanto la variedad de estilos, per¨ªodos y t¨¦cnicas como su cantidad, 146 piezas; nos dan una idea panor¨¢mica de ese quehacer tard¨ªo de un artista que no se sustrajo a ning¨²n procedimiento ni a ning¨²n tipo de experimentalismo, que descubre la cer¨¢mica en un taller de Vallauris, en 1946, modela unas piezas en arcilla y se entrega con su proverbial pasi¨®n y libre albedr¨ªo a la pr¨¢ctica de un oficio que desconoce, pero que le fascina y le incita.
La cer¨¢mica de Picasso va m¨¢s all¨¢ de lo artesanal y de lo popular. En ning¨²n momento se propone reinventar el arte cer¨¢mico ni poner al d¨ªa la producci¨®n alfarera.
?l llega procedente de la pintura y conquista para la pintura los ricos e infinitos recursos expresivos de este oficio. Natacha Sese?a ha descrito esta actitud con palabras exactas: "Picasso, en la cumbre de su fama, se hace ceramista, que no alfarero. ?Nueva aventura? ?Nueva transformaci¨®n? ?Nuevo encuentro del personaje que confes¨® no buscar?".
Pasi¨®n de ne¨®fito
Es con la pasi¨®n del ne¨®fito que Picasso empieza a jugar ortodoxa y heterodoxamente, con las d¨²ctiles arcillas de Vallauris, conviviendo con los artesanos de la Provenza, utilizando fundamentalmente esmaltes industriales y hornos el¨¦ctricos. El maestro ya est¨¢ en la plenitud de su carrera y puede permitirse el lujo de trabajar a su antojo, sin riesgo alguno, con el apoyo t¨¦cnico de toda la sabidur¨ªa artesanal, cual, si de un nuevo rey Midas se tratara, s¨®lo que el oro es sustituido por el barro.La tierra, la alfarer¨ªa y la cer¨¢mica reciben un nuevo impulso procedente de las artes. Lo funcional deja de tener valor porque lo ornamental se impondr¨¢ de forma inequ¨ªvoca. Picasso, su ingenio y su simbolog¨ªa, se apoderan de un nuevo soporte, de manera que las formas y los motivos picassianos conseguir¨¢n incluso hacer abstracci¨®n de la materia prima base y de sus procedimientos de ejecuci¨®n.
Picasso desencadena su fantas¨ªa tanto sobre las superficies planas como sobre las torneadas. Jarras, botellas, platos, c¨¢ntaros, medallones, argollas, placas, plafones, esculturas..., un sinf¨ªn de formas tradicionales o transformadas, como las muchas versiones de las figuras de mujer, que nadie duda en relacionar con las primitivas divinidades cretenses.
El ingenio y la originalidad de Picasso dentro de esta especialidad hay que buscarlo en esa capacidad tan suya de trasladar su mundo iconogr¨¢fico sobre un nuevo soporte, en este caso el barro, sin renunciar por ello a los grandes recursos de la tradici¨®n alfarera del Mediterr¨¢neo Y al abigarramiento y al borroquismo de su decoraci¨®n. Parece como si, s¨²bitamente, Picasso hubiera encontrado una nueva forma de divulgar su mitolog¨ªa, y la aprovecha hasta el final con esa libertad de expresi¨®n y de factura que se da en todo su arte.
La rica variedad
Por m¨ªnimo conocimiento que se tenga de la obra picassiana, pronto descubrimos los paralelismos inmediatos con su obra pict¨®rica y escult¨®rica: el pintor y la modelo, las escenas rupestres y mitol¨®gicas, los faunos y s¨¢tiros, los juegos de circo, las palomas, los b¨²hos, los peces, las cabezas de cabra, la rica variedad, los movimientos taurinos... y todo cuanto se da a su alrededor.En el fondo, la superficie de la pieza, sea plana o tridimensional, es vista como un espacio pict¨®rico, pese a su voluntad de dar relieve y dimensi¨®n escult¨®rica al plano. Una vez supera las reservas iniciales, se lanza de lleno a una concepci¨®n tridimensional, basada en im¨¢genes antropomorfas y zoomorfas, que nos recuerdan las m¨¢s primitivas formas cer¨¢micas de Europa o de la Am¨¦rica precolombina, tanagras, sirenas, m¨¢scaras, etc¨¦tera.
Tanto en la elecci¨®n de los esmaltes, de rico y variado color, como en la concepci¨®n de las formas y de la decoraci¨®n, que van de la gr¨¢cil paloma a la mujer esbelta, del b¨²ho expectante al toro ib¨¦rico, Picasso nos constata que su relaci¨®n con el barro es fundamentalmente l¨²dica, fruto. de su curiosidad y de su placer, de ese juego de crear y recrear hasta el infinito.
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