EI modelo Mundiespa?a
La campa?a pol¨ªtica veraniega nos ha tra¨ªdo un artilugio, si no nuevo, al menos remozado: el modelo de sociedad. Viene de la mano del se?or Fraga Iribarne, con lo, que la solvencia del lanzamiento est¨¢ suficientemente garantizada. Si no proviniese de ¨¦l, no me hubieran faltado dudas y suspicacias al respecto. En efecto, lo del modelo de sociedad suena un poco a aquello del conjunto de la sociedad, contra lo que nos preven¨ªa otro maestro del pensamiento pol¨ªtico de enjundia no menor a la del ilustre l¨ªder gallego, el profesor Michel Foucault: "Hablar de un conjunto de la sociedad fuera de la ¨²nica forma que la conocemos es so?ar a partir de elementos del pasado. Se cree con facilidad que el exigir a las experiencias y los proyectos renovadores que tengan en cuenta al conjunto de la sociedad es lo m¨ªnimo que se les puede exigir, lo m¨ªnimo requerido para existir. Creo, por el contrario, que es exigirles el m¨¢ximo; que es, incluso, exigirles una condici¨®n imposible, ya que el conjunto de la sociedad funciona precisamente con el fin de que no puedan existir, ni triunfar, ni perpetuarse". Desde que hace a?os le¨ª lo que antecede, he estado convencido de que ning¨²n movimiento pol¨ªtico' de izquierdas puede caer en la trampa del conjunto de la sociedad, ni aplazar o sacrificar ninguna reforma concreta con el pretexto de tal abstracci¨®n reaccionaria. El conjunto de la sociedad, para los hombres de izquierda, es el germen de todas las utop¨ªas totalitarias, es decir, de todos los intentos de esclerotizar el abierto, tentativo e inacabable ¨ªmpetu ut¨®pico (que pretende revocar las relaciones de poder vigentes) y convertirlo en dirigismo burocr¨¢tico. Pero estos recelos no cuentan en el caso del se?or Fraga, pues ¨¦l no habla desde una propuesta revolucionaria, ni siquiera reformista, sino propiamente conservadora, Y naturalmente, es propio que desde tal perspectiva se utilice lo del conjunto de la sociedad y lo del modelo de sociedad, pues tal lenguaje es ya en s¨ª mismo armamento pesado al servicio del inmovilismo social y del retroceso pol¨ªtico.Perm¨ªtanme aclarar un poco lo de tal inmovilismo y tal retroceso. Cuando el se?or Fraga expone los dos modeles de sociedad en su conjunto que, seg¨²n ¨¦l, van a contraponerse en las pr¨®ximas elecciones, le ocurre al contundente te¨®rico y cabecilla derechista lo mismo que les pasa a los te¨®logos cuando hablan del cielo y del infierno. En efecto, estos ¨²ltimos suelen ser pr¨®digos en picantes o aterradores detalles sobre el r¨¦gimen interno por el que ' se rigen los condenados, mientras sobre el para¨ªso s¨®lo saben decir que va a ser cosa fina y entran en ¨¦xtasis. A Fraga no me lo imagino en ¨¦xtasis, pues esa palabra significa parada, y bien sabido es que el prohombre aliancista no para jam¨¢s. Pero ¨¦l tambi¨¦n es m¨¢s rico en caracterizaciones pintorescas del infierno que nos amenaza y donde todos viviremos colectivizados y seremos. fichas perforadas de la computadora manejada por Javier Solana o alg¨²n Mabuse parecido, que en datos sobre el cielo prometido. Esta cauta disposici¨®n es m¨¢s l¨®gica en Fraga que en los te¨®logos cristianos: nada m¨¢s coherente en un conservador que no prometer demasiadas exaltaciones pol¨ªticas a su clientela, sino m¨¢s bien amenazar con ellas para que se prefiera su opci¨®n; en cambio, los partidarios del par? bienaventurado quiz¨¢ debieran precisar m¨¢s su entusiasmo y declarar con minucia la calidad del arrebato que prometen, en lugar de entretenerse en espantar con las calderas de Pedro Botero. El modelo social de Fraga es puramente reactivo, tal como exige la ortodoxia de la reacci¨®n: defensa de la familia que conocemos, de la empresa libre, del Ej¨¦rcito como espinazo de la patria, de la ense?anza religiosa subvencionada como hasta ahora, etc¨¦tera. Es decir, el inmovilismo social, el no se preocupen que esto lo freno yo, hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar. Pero para que una sociedad en la que la familia y la moralidad han sufrido cambios radicales; en la que la empresa libre para los empresarios y coercitiva para los trabajadores es ya un sue?o discutido; en la que la mayor¨ªa de los ciudadanos desea que el Ej¨¦rcito sea un servicio p¨²blico como cualquier otro y no una emanaci¨®n de esa Patria, con may¨²scula, en la que nadie personal y concretamente habita; en la que la ense?anza religiosa no puede esperar conservar unos privilegios de adoctrinamiento que el propio catolicismo ya ha perdido sociol¨®gicamente; en la que las nacionalidades hist¨®ricas no van a conformarse con una descentralizaci¨®n travestida de autonom¨ªa, etc¨¦tera, en una sociedad tal, como es la espa?ola actual en su conjunto, el inmovilismo social tiene que ir acompa?ado de un retroceso pol¨ªtico, es decir, de un aumento de la coacci¨®n sobre los ciudadanos. Lo que antes se aceptaba mayoritariamente con relativa resignaci¨®n o incluso cordial adhesi¨®n, ahora s¨®lo puede ser hecho tragar por la fuerza: esa fuerza -llamada eufem¨ªsticamente autoridad competente y firme- es la que promete el modelo social de Fraga.
El otro d¨ªa, yendo en un taxi, o¨ª por la radio a un hotelero gallego que hablaba de sus experiencias durante la era Mundiespa?a. El buen hombre reconoc¨ªa haber subido los precios de su establecimiento al 300%, pero no parec¨ªa demasiado contrito: "Mire usted", dec¨ªa, "todos quer¨ªamos nuestra parte de la tarta que nos hab¨ªan prometido". Reconoc¨ªa, eso s¨ª, que se les fue un poco la mano con la tarta y acogotaron a la proverbial gallina de ¨¢ureos huevos. A m¨ª me parece que el modelo de sociedad que propone el se?or Fraga (tomado aqu¨ª como digna antonomasia de todos esos vergonzantes y vergonzosos partidillos conservadores que proliferan ahora, a los que nada distingue salvo el apellido y la ambici¨®n personal del candidato a jefe que los encabeza) es el modelo Mundiespa?a. La gran tarta de la que todos, al precio de lo que sea, tienen que sacar tajada. El terror a las colectivizaciones no es en el modelo Mundiespa?a m¨¢s que fidelidad al privilegio y terror a perder el pluriempleo, sea uno m¨¦dico o concejal. El modelo Mundiespa?a es el de quienes gritan "?basta ya."' ante cada asesinato terrorista o cada secuestro, pero se saltan la noticia de los reclusos muertos en las c¨¢rceles y consideran cada despido no domo una expresi¨®n de, terrorismo patronal, sino como un desajuste de la infraestructura econ¨®mica debida a la crisis del petr¨®leo. En el modelo Mundiespa?a, el caso Almer¨ªa es un desdichado incidente producido por el exceso de celo de unos funcionarios. y no el inevitable resultado de incitar, a la poblaci¨®n a la delaci¨®n (como aqu¨ª se hizo, y no s¨®lo, ay, los l¨ªderes de derechas) y del sistem¨¢tico echar tierra sobre una de las realidades m¨¢s inmundas de este pa¨ªs: la tortura. El modelo Mundiespa?a es el del coqueteo con las f¨®rmulas suaves del golpismo civilizado (?cu¨¢ndo oiremos por primera vez esta expresi¨®n?) y su utilizaci¨®n como espantajo para asegurar ese inmovilismo social y retroceso pol¨ªtico de que antes habl¨¢bamos. El modelo Mundiespa?a es el de la LOAPA y lo que venga despu¨¦s de ella para agravarla a¨²n m¨¢s y dar argumentos al terrorismo nacionalista, que por otro- lado se dice intentar combatir.
Algo bueno nos ten¨ªa que quedar de este Mundial-82, en el que, seg¨²n parece, todo el mundo ha perdido o ganado menos de lo que se esperaba, salvo los vivos de siempre: nos queda el modelo Mundiespa?a, la pol¨ªtica de moda para la pr¨®xima temporada oto?o-invierno. Un modelo con el que la mayor¨ªa perderemos en lo interior y nos avergonzaremos cara al exterior: la tarta no llegar¨¢ para todos, estar¨¢ hecha con aceite de colza y adem¨¢s se la habr¨¢ comido un se?or de la trama civil antes de servirla a la mesa.
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