?La humanidad no les perdonar¨¢!
Este art¨ªculo de Hemingway describe los horrores de los ataques de la aviaci¨®n y artiller¨ªa fascistas en la Guerra Civil y fue publicado por Pravda el 1 de abril de 1938
En el curso de los ¨²ltimos quince meses he visto los cr¨ªmenes que se cometen en Espa?a por los intervencionistas fascistas. El crimen y la guerra son dos cuestiones diferentes. Se puede odiar la guerra, estar en contra, pero puedes acostumbrarte a ella cuando luchas en defensa de la patria, contra la invasi¨®n del enemigo y por el derecho a vivir y trabajar en libertad. En este caso, el hombre no da ninguna importancia a su propia vida, ya que est¨¢ en juego algo m¨¢s importante que eso.
El hombre que observa y describe una guerra semejante no teme por su vida si cree en la necesidad de lo que est¨¢ haciendo. S¨®lo se preocupa de decir la verdad.
Por eso cuando el Messerschmidt alem¨¢n sobrevuela tu autom¨®vil y abre fuego con sus cuatro ametralladoras, te sales de la carretera y saltas del autom¨®vil. Te tiras bajo un ¨¢rbol si es que hay uno, o en una zanja si es que hay una, o simplemente en un campo abierto. Cuando el avi¨®n vuelve para intentar otra vez matarte y sus balas levantan polvo a tus espaldas, te quedas tirado con la garganta reseca... Pero te r¨ªes del avi¨®n porque est¨¢s vivo.
El avi¨®n se lanza en picado, se nivela y arroja varias bombas peque?as, semejantes a granadas de mano, formando racimos. Resplandecen las llamas, se oye el estallido, luego se levanta una nube de polvo gris. Pero t¨² a¨²n est¨¢s vivo y el Messerschmidt se alej¨®. El rugido de su motor hace recordar el sonido de la sierra circular de una serrer¨ªa. Intentas escupir porque sabes por experiencia que no lo puedes hacer si est¨¢s realmente asustado. Resulta que tienes la boca tan reseca que no puedes escupir, y te r¨ªes de nuevo. Y esto es todo.
No te pones furioso cuando los fascistas intentan matarte, pero te inundas de c¨®lera y odio, cuando ves c¨®mo matan. Y esto lo ves casi todos los d¨ªas. Ves c¨®mo lo hacen en Barcelona, donde bombardean los barrios obreros desde una altura tan grande que s¨®lo pueden ver barrios completos y no blancos concretos. Ves a ni?os muertos con las piernas entrelazadas y los brazos extra?amente extendidos y con las caritas cubiertas de estuco. Ves a mujeres muertas a causa de las contusiones. Ves a muertos que parecen un mont¨®n de andrajos. Ves trozos de carne humana de formas tan extra?as que te hacen pensar en un carnicero demente. Y odias a los asesinos italianos y alemanes corno a nadie en el mundo.
Durante varios meses vives en Madrid bajo los bombardeos. En el hotel donde te hospedas, 53 veces han hecho blanco los proyectiles de artiller¨ªa. Desde tu ventana ves muchos cr¨ªmenes, porque al otro lado de la calle hay un cine y los fascistas comienzan los bombardeos precisamente cuando el p¨²blico sale del local. Saben que habr¨¢ v¨ªctimas antes de que la gente logre llegar a los refugios.
Cuando los fascistas abren fuego de artiller¨ªa sobre la Telef¨®nica de Madrid esto se comprende, pues es un blanco militar. Si bombardean las posiciones de artiller¨ªa y puntos de Observaci¨®n, es la guerra. Si los proyectiles no llegan al blanco o los sobrepasan, es la guerra. Pero cuando por la noche abren fuego sobre una ciudad con el ¨²nico fin de matar a gente dormida, es un asesinato.
?Cuando ametrallan masas de gente que se concentran a las seis de la tarde junto al cine o en las plazas, es un asesinato!
Un proyectil hizo blanco en un grupo de mujeres que guardaban cola para comprar jab¨®n. Cuatro mujeres muertas. Su sangre fue literalmente absorbida por la piedra, las manchas ni siquiera se quitaban con la arena. Los cad¨¢veres quedaron esparcidos.
Un proyectil de artiller¨ªa cay¨® sobre un tranv¨ªa repleto de trabajadores. Llamas, estallido. El humo desapareci¨®; el vag¨®n, volcado. S¨®lo dos personas quedaron vivas, aunque hubiera sido mejor que muriesen. De los escombros sacan a dos heridos terriblemente mutilados. Se oye el estallido de un segundo proyectil. Y as¨ª interminablemente...
Durante toda la primavera, oto?o e invierno pasados hemos visto c¨®mo la artiller¨ªa fascista comet¨ªa cr¨ªmenes en Madrid. No se pod¨ªa ver todo aquello sin ira y sin odio.
Luego comenzaron las batallas de Teruel. Ibamos al ataque junto con la infanter¨ªa. Entramos en la ciudad con los primeros destacados del Ej¨¦rcito republicano. Durante las batallas en la ciudad hemos visto con qu¨¦ cari?o el Ej¨¦rcito del Gobierno trataba a los ni?os y ayudaba a las mujeres y ancianos en la evacuaci¨®n. No hemos visto ni un caso de crueldad.
Pero antes de Teruel hubo un bombardeo devastador de L¨¦rida. Luego comenzaron los terrores barceloneses y los ataques diarios de la aviaci¨®n fascista a las ciudades costeras entre Valencia y Tarragona. Luego los fascistas bombardearon no el puerto, sino la ciudad de Alicante, y mataron a m¨¢s de trescientas personas. Despu¨¦s lanzaron bombas sobre la plaza del Mercado en la pac¨ªfica ciudad de Granollers y mataron a centenares de personas.
Los fascistas tienen dos motivos para matar: para doblegar al pueblo espa?ol y para probar en acci¨®n las diversas bombas con vistas a la preparaci¨®n de la guerra en la que piensan Italia y Alemania.
En cuanto a sus intenciones de doblegar al pueblo espa?ol, la heroica resistencia contra los fascistas que ahora avanzan hacia Valencia se explica con el mismo grado de odio que los intervencionistas fascistas provocaron con sus feroces bombardeos, al igual que con otras causas.
Los fascistas tendr¨¢n ¨¦xito mientras puedan chantajear a los pa¨ªses que les tienen miedo. Pero los hermanos y padres de sus v¨ªctimas jam¨¢s les perdonar¨¢n y jam¨¢s lo olvidar¨¢n. Los cr¨ªmenes que se cometen por el fascismo sublevar¨¢n en su contra al mundo entero.
Key West, Florida, EE UU
Babelia
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