La Conferencia de M¨¦xico pide la devoluci¨®n de los bienes culturales a sus pa¨ªses de origen
La Conferencia Mundial de la Unesco aprob¨® ayer una resoluci¨®n propuesta de la ministra de Cultura griega, Melina Mercuri, en la que se recomienda a los pa¨ªses que devuelvan los bienes culturales a sus naciones de origen. La resoluci¨®n, a¨²n no siendo vinculante, cont¨® con varios votos en contra. Destaca entre ellos el de Gran Breta?a, preocupada por los bienes que atesora su primer museo. Pero tambi¨¦n el de Francia, a pesar de la intervenci¨®n marcadamente anticolonialista del ministro Jack Lang.
Melina Mercouri se sali¨® con la suya. La Conferencia Mundial de la Unesco aprob¨®, por mayor¨ªa (55 a favor, diecisiete en contra y veintis¨¦is abstenciones), una resoluci¨®n por la que se recomienda el retorno de los bienes culturales a sus pa¨ªses de origen. Pero los rectores del Museo Brit¨¢nico podr¨¢n seguir exhibiendo en su casa el friso del Parten¨®n; por suerte para ellos, los acuerdos de la Unesco no tienen car¨¢cter ejecutivo.A la hora de las votaciones, Francia se acord¨® del Louvre y se abstuvo, en medio de la sorpresa de quienes hab¨ªan cre¨ªdo el discurso anticolonialista de Jack Lang. Por encima de la solidaridad ideol¨®gica, funcion¨® la de los intereses. El supuesto abanderado del Tercer Mundo volvi¨® a su redil.
De los diez pa¨ªses de la Comunidad Econ¨®mica Europea, s¨®lo Grecia vot¨® a favor de su proyecto. Tres lo hicieron en contra (Reino Unido, naturalmente) y seis se abstuvieron. Espa?a apoy¨® la resoluci¨®n, junto con el bloque socialista y una mayor¨ªa de pa¨ªses del subdesarrollo.
Inusitado trasiego
Una aplicaci¨®n rigurosa de esta resoluci¨®n pondr¨ªa en marcha en el mundo un inusitado trasiego de obras de arte, que, al amparo de guerras y tr¨¢ficos subterr¨¢neos, han ido cambiando de domicilio. Un delegado ha llegado a pedir a la Unesco que realice un inventario de obras de arte transterradas, con el objeto de iniciar el proceso de devoluci¨®n.Frente a la posici¨®n brit¨¢nica, que defiende a sus museos como centros culturales del mismo nivel que la Acr¨®polis o la ciudad de Jerusal¨¦n, y que se erige en una especie de gran conservador que, paternalmente, defiende el arte de la destrucci¨®n a que estar¨ªa sometido en sus pa¨ªses de origen, ha prevalecido en la Unesco el punto de vista de quienes sostienen que la obra art¨ªstica s¨®lo adquiere pleno sentido en el contexto social en el que fue creada.
La demanda de la Unesco afecta principalmente a los pa¨ªses desarrollados europeos, que en sus ¨¦pocas coloniales han almacenado innumerables joyas expropiadas en la periferia imperial, pero tambi¨¦n Estados Unidos es destinatario principal de la resoluci¨®n, ya que sus fundaciones p¨²blicas y privadas han barrido materialmente el mercado del arte en los ¨²ltimos decenios.
La URSS, que apoy¨® la resoluci¨®n, guarda igualmente en sus museos piezas important¨ªsimas del Renacimiento, fruto del coleccionismo de los zares, que podr¨ªan ser objeto de reclamaciones por parte de pa¨ªses europeos.
Por lo que respecta a Espa?a, el Museo del Prado y algunas otras instituciones guardan tambi¨¦n importantes muestras (arte flamenco, Renacimiento italiano, joyas prehisp¨¢nicas), que podr¨ªan estar sometidas a litigio, aunque, a su vez, un acuerdo de esta naturaleza podr¨ªa poner en marcha un proceso de devoluci¨®n de lienzos de la edad de oro que hoy est¨¢n, depositados en Estados Unidos.
El peque?o Estado Vaticano, con su museo, est¨¢ tambi¨¦n en el punto de mira de muchas naciones, que han visto saqueado su patrimonio art¨ªstico por no se sabe qu¨¦ extra?as razones religiosas.
El embajador griego, Constantino Vassis, ha puesto de relieve que el problema afecta tambi¨¦n a algunas naciones del Tercer Mundo, como es el caso de Cuba, que disfruta de una importante colecci¨®n de vasijas hel¨¦nicas.
M¨¦xico ha anunciado, por su parte, que piensa reclamar, de inmediato, al Museo de Viena la devoluci¨®n del penacho de Moctezuma y el retorno de numerosos c¨®dices que se encuentran dispersos actualmente por Europa. Egipto tiene puestas sus esperanzas en que el Reino Unido se avenga a devolverles la esfinge de Keops, que entre las brumas londinenses carece de todo sentido. Los hind¨²es esperan, en fin, que les restituyan sus esculturas milenarias, depositadas hoy, igualmente, en el Reino Unido.
Pero en esta eventual danza del arte, los brit¨¢nicos han sido claros. Sus museos adquirieron legalmente estas obras (no se olvide que el bot¨ªn de guerra fue figura v¨¢lida durante muchos siglos) y nada va a hacer el Gobierno para que las restituyan. Por algo el Reino Unido se ha negado a suscribir, desde 1970, una convenci¨®n que articul¨® la Unesco con este fin y que s¨ª tiene valor vinculante para los pa¨ªses signatarios. Curiosamente, las naciones m¨¢s desarrolladas se han negado, hasta ahora, a suscribirlo.
Babelia
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