Expansi¨®n hotelera , el gran reto
Suele suceder que se deje para el final, en materia de Administraci¨®n p¨²blica, a aquellos sectores que ocasionan menos problemas. Esto es l¨®gico, ya que los limitados recursos de un gobierno han de ser dirigidos hacia la resoluci¨®n de asuntos m¨¢s urgentes. Y esto es tambi¨¦n lo que ha sucedido en Es pa?a con el turismo. Acostumbra dos como estamos a que en Espa?a se nivele la balanza exterior con los ingresos por turismo y a que sea un sector pr¨®spero que se desenvuelve en libertad, al turismo se le ha prestado tradicionalmente una escasa atenci¨®n por parte de los poderes p¨²blicos.Ha sido as¨ª hasta tal punto que, a pesar de mover unas magnitudes econ¨®micas formidables, tanto en ingresos como en traba adores, y a pesar de ser fundamental para el mantenimiento de la econom¨ªa, nuncaba existido en nuestro pa¨ªs un ministerio espec¨ªfico para el turismo y, hoy mismo, se desenvuelve en la Administraci¨®n a nivel de Secretar¨ªa de Estado.
Libres, pero no solos
A los sectores que funcionan bien es conveniente dejarlos libres, pero no solos. Porque el d¨ªa que empiece a decaer su ritmo, quiz¨¢ no se llegue a tiempo con las soluciones y, entonces, el turismo, que hoy es una gran industria, ser¨¢ ma?ana un gran problema.
En el caso concreto de los hoteles, los ingresos del sector han crecido casi un 700% en los ¨²ltimos diez a?os. El boom tur¨ªstico que se inici¨® en los a?os sesenta se ha prolongado de forma altamente beneficiosa para el pa¨ªs durante la d¨¦cada de los setenta, e incluso ha podido servir de colch¨®n para amortiguar los efectos de una profunda crisis econ¨®mica basada en una factura petrolera desmesurada y en la baja actividad industrial, con su secuela de paro.
Todos deseamos que el turismo pueda seguir ayudando a superar la crisis, a ser posible con el sector de hoteles a la cabeza. Sin embargo, para ello empieza a ser necesario que se le preste m¨¢s atenci¨®n y quiz¨¢ alguna ayuda o, por lo menos, la creaci¨®n de condiciones m¨¢s favorables para su desenvolvimiento, Las perspectivas no son pesimistas, pero hay algunos datos que nos llaman poderosamente la atenci¨®n.
Por ejemplo, el hecho de que en los ¨²ltimos cuatro a?os, desde 1978, apenas haya crecido el n¨²mero total de plazas en hoteles. Seg¨²n datos de la Secretar¨ªa de Estado de Turismo, en 1978 suma ban 807.000. A fines de 1981 eran 811.000. Esto significa, en resumi das cuentas, que apenas se han construido m¨¢s hoteles en los ¨²ltimos a?os, y en los pocos casos en que s¨ª, los nuevos han venido a sustituir a otros que han cerrado. Con ello, el n¨²mero total ha permanecido pr¨¢cticamente invariable.
El turismo de hotel es turismo de elite y, por tanto, el m¨¢s interesante desde el punto de vista econ¨®mico. Si no se incentiva, se corre, el riesgo de que una gran afluencia de visitantes se traduzca en menores ingresos de divisas y en menor creaci¨®n de puestos directos de trabajo, ya que en este campo los hoteles juegan un papel muy importante.
Inversiones enormes
?Cu¨¢les s on las causas de que no haya existido expansi¨®n en los ¨²ltimos a?os? Las inversiones que han de hacerse para poner en marcha un hotel son enormes, y tambi¨¦n son muy altos los gastos de explotaci¨®n, conservaci¨®n y mantenimiento. Aunque el hotel no ofrece un producto manufacturado, sino un servicio, tiene algunas caracter¨ªsticas m¨¢s propias de una industria que de una empresa de servicios. En los hoteles hay todo tipo de m¨¢quinas a nivel industrial (c¨¢maras frigor¨ªficas, cocinas, instalaciones de acondicionamiento de aire, etc¨¦tera). Sin embargo, en temas como el consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica, los hoteles no se benefician de tarifas industriales, y esto es algo que habr¨ªa que corregir. Es, por dem¨¢s, un sector que a los alt¨ªsimos costes de mantemiento y mano de obra une la necesidad de mecanizar el trabajo. Adem¨¢s la mayor o menor calidad de un hotel est¨¢ en funci¨®n casi exclusiva deln¨²mero de servicios que se ofrece y la preparaci¨®n de su personal para la atenci¨®n aicliente.
Ante este panorama, no es extra?o que muchos posibles inversores se echen atr¨¢s y busquen f¨®rmulas menos costosas y arriesgadas que la de construir un hotel. Tal situaci¨®n influir¨¢, a la larga, en contra de los intereses del turismo espa?ol.
Incremento de la capacidad hotelera
Para facilitar la expansi¨®n del sector hotelero, que como hemos visto es condici¨®n sine qua non para lograr un turismo de calidad, quiz¨¢ la primera medida sea un poco m¨¢s de atenci¨®n por parte de la Administraci¨®n, sin que ello deba interpretarse como una invitaci¨®n al papeleo, a la burocracia Y a las reglamentaciones restrictivas y controladoras. Antes al contrario, nos referimos a la apertura de l¨ªneas dd cr¨¦dito especiales y abundantes para la construcci¨®n de nuevos establecimientos y,la mejora de los existentes, o a hacer extensivas al sector algunas medidas que benefician a otros sectores industriales, en campos como el consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica, los cupos por alimentos, etc¨¦tera. Tambi¨¦n hablamos de campa?as institucionales m¨¢s frecuentes y mejor dotadas econ¨®micamente para la promoci¨®n de nuestras zonas tur¨ªsticas.
Es posible que de esta manera se obtuviera un incremento de nuestra capacidad hotelera para los pr¨®ximos a?os. Pero ser¨ªa un esfuerzo bald¨ªo si no fuera unido a otros encaminados a la rentabilizaci¨®n de esas plazas. Esto ¨²ltimo s¨®lo puede lograrse mejorando los ¨ªndices de ocupaci¨®n, lo cual permitir¨ªa a su vez una pol¨ªtica de precios m¨¢s competitiva. ?C¨®mo hacerlo? No es tan dif¨ªcil. Por ejemplo, desde hace muchos a?os no se ha puesto en marcha una campa?a ser¨ªa para la promoci¨®n del turismo interior. Tampoco se han hecho grandes avances para desestacionar el turismo en un pa¨ªs como Espa?a, en el cual el clima permitir¨ªa una amplia gama de alternativas para las vacaciones en todas las ¨¦pocas del a?o. A este respecto, pr¨¢cticamente no hay zona peninsular o ¨ªnsular que no sea tur¨ªstica, o qu¨¦ no tenga grandes potencialidades para s?erlo.
En los ¨²ltimos a?os, varios pa¨ªses han irrumpido con fuerza en el panorama tur¨ªstico del Mediterr¨¢neo. Marruecos, T¨²nez, Yugoslavia o Egipto son sendos ejemplos. Si queremos que Espa?a mantenga su liderazgo ser¨¢ necesario que los precios no suban m¨¢s que lo imprescindible, lo cual lleva aparejado la optimizaci¨®n de las instalaciones actuales y la creaci¨®n de otras nuevas en condiciones de competitividad. Ya han pasado los tiempos en que los aumentos de los precios hoteleros eran absorbidos por la diferencia de nuestro nivel de vida con el de Europa. Puede ser que, al cabo de poco, el alem¨¢n, el franc¨¦s o el sueco encuentre caro nuestrd pa¨ªs, m¨¢xime cuando un poco m¨¢s all¨¢ encontrar¨¢ ofertas francamente baratas. Esta situaci¨®n, que hasta hace poco no exist¨ªa, es otro acicate para ser r¨¢pidos en la adopci¨®n de medidas. Que por una vez no triunfe nuestra ib¨¦rica imprevisi¨®n.
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