Una alianza de calidad
El principio de que con una buena novela no se puede hacer una buena pel¨ªcula tiene una excepci¨®n digna de resaltar en el caso de Los gozos y las sombras, la trilog¨ªa de Gonzalo Torrente Ballester cuya adaptaci¨®n televisiva ha sido uno de los programas preferidos por el p¨²blico en los meses que dur¨® la emisi¨®n de los trece episodios.El ¨¦xito de la versi¨®n cinematogr¨¢fica, realizada por Rafael Moreno y Jes¨²s Navascu¨¦s para Televisi¨®n Espa?ola, ha traido consigo el de la novela de Torrente Ballester, convertida en uno de los best-sellers del verano, pese a su precio relativamente elevado. Este fen¨®meno pone de manifiesto el enorme poder de influjo social que ejerce la peque?a pantalla que, en esta ocasi¨®n, se ha resuelto en una alianza provechosa y feliz entre la fama y la calidad.
Si la trilog¨ªa de Torrente Ballester es una excelente novela de denso contenido que entremezcla el drama religioso con lo psicol¨®gico y lo social, su versi¨®n televisiva se puede considerar como la mejor y m¨¢s digna adaptaci¨®n que se ha hecho de una obra de literatura espa?ola.
Pero, sobre todo, lo que conquist¨® el fervor de los telespectadores fueron los personajes de la historia que se desarrolla en Pueblanueva del Conde. Los rostros y los tipos que viven en ese peque?o pueblo gallego de ficci¨®n, en los agitados a?os treinta. La interpretaci¨®n que hicieron de ellos una serie de actores de primera talla para los que Los gozos y las sombras ha representado una suerte de recuperaci¨®n (Charo L¨®pez), afianzamiento (Eusebio Poncela), lanzamiento (Rosalina Dans) o consagraci¨®n profesional (Amparo Rivelles y Carlos Larra?aga).
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