Intelectuales y toreros discuten la justificaci¨®n cultural de la fiesta taurina
Clausurado el curso 'Arte y tauromaquia' en la Universidad Men¨¦ndez Pelayo
Un conjunto de visiones personales, a modo de ensayo creativo, en torno a la forma particular que cada uno de los conferenciantes ten¨ªa de los toros, constituy¨® la parte central del seminario que, organizado por la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, se clausur¨® este fin de semana en el palacio de la Magdalena de Santander bajo la direcci¨®n del editor Manuel Arroyo. En opini¨®n de ¨¦ste, el curso ha pretendido estimular intelectualmente a los asistentes y abrir el camino para un debate riguroso y no coyuntural sobre la fiesta que, opini¨®n de muchos asistentes, no tiene necesariamente una justificaci¨®n cultural.
El curso Arte y tauromaquia, por el que no pas¨®, a lo largo de la semana, ning¨²n profesional de la fiesta, sino aficionados dedicados a otras profesiones (escritores, pintores, fil¨®sofos, etc¨¦tera), puso el broche de oro con la presencia de dos matadores de estilos tan diferentes y trayectoria tan diversa como Antonio Ord¨®?ez y Rafael de Paula. En t¨¦rminos taurinos cabr¨ªa resumir su presencia se?alando que en tanto que el primero recibi¨® aplausos, el segundo s¨®lo recogi¨® silencio, pues, mientras que Ord¨®?ez particip¨® en un mano a mano con el catedr¨¢tico de Historia de la Filosof¨ªa V¨ªctor G¨®mez Pin, el torero gitano prefiri¨® ser mero espectador.En las sesiones anteriores lo que en principio se pretend¨ªa fuera una puesta en com¨²n de reflexiones personales sobre la feria taurina, alcanz¨® un nivel inesperado que muy probablemente se refleje en la publicaci¨®n de un libro. En
opini¨®n de Arroyo, una de las conclusiones fundamentales, que tras las conferencias pronunciadas en el curso puede desprenderse, es que "la corrida de toros no se justifica por sus aspectos culturales ni siquiera por la justificaci¨®n que aporta a otras artes que se inspiran en ella".
Negaci¨®n de la pintura taurina
Precisamente en este mismo sentido se pronunci¨® el pintor Antonio Saura, quien neg¨® la existencia de una pintura taurina, excepci¨®n hecha de algunos cartelistas capaces de captar el movimiento y el clima de la fiesta. Por su parte, Rafael Atienza, abogado y escritor, trat¨® de la instituci¨®n de las maestranzas, particular orden de caballer¨ªa y del abandono de la fiesta taurina por parte de la nobleza a partir de la instauraci¨®n de los borbones.Sobre La luminosa ignorancia que se desprende del torero cuando ¨¦ste hace toreo del arte, disert¨® el director del curso, Arroyo, compar¨¢ndolo con la actividad de m¨²sicos y pintores. Trat¨®, asimismo, de analizar la soledad del torero en relaci¨®n con la soledad de otros artistas, precisando que la del primero es "m¨¢s dram¨¢tica", "mucho m¨¢s desgarrada".
La tan tra¨ªda y llevada crisis de los toros es, en opini¨®n del decano de la facultad de Filosof¨ªa de San Sebasti¨¢n, Javier Echevarr¨ªa, algo que afecta a algunas de las formas de la tauromaquia, lo que no es el caso, a su criterio, del encierro de Pamplona que, dijo, "se encuentra en su ¨¦poca de oro".
Se refiri¨® despu¨¦s a lo que se encuentra detr¨¢s del tumulto y la algarab¨ªa del encierro, se?alando que se trata de un arte del que se pueden formular "las reglas internas de sus suertes".
Habl¨® despu¨¦s de los divinos, denominaci¨®n con la que se identifica a algunos de los corredores del encierro, citando a Tito, Atanasio, Julen y Jokin, entre otros, y se refiri¨® a los, en su opini¨®n, cinco tiempos perfectamente delimitados para ejecutar las suertes del encierro: ver el toro dentro de la manada, entrar delante de la manada o del toro, templar con el toro acoplando el ritmo de su carrera, mandarle imponiendo el ritmo que el corredor quiere y retirarse para ser relevado por otro corredor que repite la suerte.
La frustraci¨®n positiva, como elemento catalizador de los espectadores taurinos no espor¨¢dicos que acuden a la plaza en busca de la faena eterna, fue el tema escogido para su intervenci¨®n por el fil¨®sofo y escritor Fernando Savater, quien parti¨® de la base de realizar una caracterizaci¨®n del espectador taurino evitando lo anecd¨®tico y de la afirmaci¨®n del cr¨ªtico taurino Pepe-Hillo, en torno a la actitud que ¨¦l consideraba inmoderada y ruidosa de ¨¦stos en el coso taurino, y que achacaba a la embriaguez et¨ªlica.
Savater afirm¨® que esa embriaguez no es la del alcoholismo, es la que determina el toreo y que crea en los espectadores una frustraci¨®n positiva.
Para el escritor, esa frustraci¨®n nace, tras una primera etapa en que se acude a los toros, un poco por curiosidad, otro poco por motivaciones sociales, cuando el espectador intuye haber contemplado la faena eterna, que, por otra parte, no existe en sentido estricto, pero que es considerada as¨ª por el aficionado.
A partir de ese momento, en opini¨®n de Savater, se sigue acudiendo de forma regular a los toros en busca de esa faena que ya pas¨®, sometiendo a comparaci¨®n con ella todas las dem¨¢s, lo que crea la melancol¨ªa de algo perdido, factor fundamental, a su criterio, para continuar acudiendo a la plaza. Unos criterios que fueron contestados en el coloquio posterior a su intervenci¨®n, aunque no con tanta fuerza como otras afirmaciones mucho m¨¢s comprometidas.
As¨ª, el escritor y fil¨®sofo sentenci¨® que el toreo "se parece m¨¢s a la fiesta que al arte, en un sentido estricto" , afirmando posteriormente que "el n¨²mero de faenas que un espectador puede ver es limitado, porque la misma faena eterna que se busca, al no encontrarla, genera aburrimiento y fastidio".
Babelia
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