La Dragonera
Sobre el art¨ªculo del martes 10, acerca del tema de la Dragonera, de Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo..., ya est¨¢ bien mezclar algo tan incompatible como la ecolog¨ªa y la defensa de los monumentos hist¨®ricos.La historia, el pasado, las instituciones por excelencia, formas patriarcales, monarqu¨ªas, imperialismos, nacionalismos, vasallajes, represi¨®n, opresi¨®n del pueblo.
Mucha gente lanza el grito al cielo, cuando tocan algo de quienes mandaron en el pasado. Como Agust¨ªn dice, pr¨ªncipes y dinast¨ªas duran poco y, aunque hayan durado mucho, la gente quiere disfrutar de sus palacios, casas y otras construcciones.
No importa lo feroces y b¨¢rbaras que fueran tales dinast¨ªas, de un reciente pasado, o no tan reciente; lo cierto es que tanta opresi¨®n y leyenda nos llena de nostalgia.
Agust¨ªn quiere que toda casa antigua sea convertida en monumento art¨ªstico nacional. Agust¨ªn, con tanto coche, banco, oficinas y comercios no quiere que le toquen lo que no es moderno, lo antiguo es natural.
En definitiva, se defienden todas las construcciones de una bur gues¨ªa, clero o clases privilegiadas de los ¨²ltimos siglos. Debe guar darse el producto de una diferen ciaci¨®n de clases feroz. Claro, si se defienden y mantienen en la ciu dad los edificios antiguos, no se podr¨¢ construir un rascacielos o unas oficinas, pero, en definitiva, tales oficinas se edificar¨¢n en otro lugar.
Defender el pasado, y lo que es m¨¢s caro, los edificios de una burgues¨ªa que los ha abandonado o que ella misma vende para otros fines, es defender el sistema, defender unas multinacionales, producto y fruto de ese pasado.
Atacar los chal¨¦s es atacar la cultura de unos edificios barrocos cuyo uso, en realidad (como el de catedrales e iglesias), ser¨¢ m¨¢s est¨²pido que el que se pueda hacer de unos chal¨¦s de placer. Construir sobre ruinas o no tan ruinas es una de las soluciones de no seguir destruyendo la naturaleza, guste o no.
Si tuviera que dejarse todo lo que est¨¢ hecho y las ciudades no construyeran sobre sus diversas etapas de ruinas, estas ciudades, para mantener su museo y su historia, se agrandar¨ªan mucho m¨¢s, destruyendo as¨ª m¨¢s naturaleza.
Mantener la historia es destruir la naturaleza.
Agust¨ªn habla de una roca con cuatro pinos. Dif¨ªcilmente (est¨¢ la vida del mar y los lagartos de las rocas, pero las lagartijas son color roca, y al estar entre las piedras, desde arriba no se ven) se puede defender una isla con cuatro pinos.
Agust¨ªn ha preferido hacer por la Dragonera (si es que lo ha hecho por ella), escribir en protesta como lo han hecho otros muchos, mantener su cultureta en torno a los bonitos lagartos. Si con la tinta que se ha derramado sobre el papel y la movida que se ha hecho en torno a la Dragonera se hubiesen comprado y sembrado cien pinos, con 104 pinos, aunque los lagartos estuviesen a la sombra, ya habr¨ªa algo que defender con cien argumentos, pero nadie siembra pinos, y menos en la Dragonera, y cuando de nuevo se tenga que defender la isla de la hiena de la especulaci¨®n, de nuevo faltar¨¢n razones ecol¨®gicas suficientes.
Porque lo que gusta es poner trabas culturales, libros (como aquel que dice, no s¨¦ que a?o se talaron todos los ¨¢rboles), teatrito con lagartijas y escritos como ¨¦ste, para acostumbrar a los especuladores, sin que se haya llegado a hacer nada. /
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