El rompecabezas valenciano
La desgraciada trayectoria que el proceso auton¨®mico ha seguido en el Pa¨ªs Valenciano ha culminado con un lamentable espect¨¢culo: las mutuas acusaciones entre los dos partidos mayoritarios, UCD y PSOE, con motivo de la discusi¨®n sobre si hab¨ªa que elegir o no presidente de la Generalitat valenciana una vez constituida la asamblea provisional. Porque el dato curioso es que el Estatuto, que surgi¨® precisamente de un consenso entre ambos partidos, no se pronuncia sobre el tema.Como muy bien se?alaba EL PAIS en su editorial del d¨ªa 13 de agosto, el Estatuto valenciano est¨¢ cargado de silencios y "cada silencio del Estatuto, como el que afecta al nombramiento del presidente ,de la Generalitat y presidente -a la vez- del Gobierno regional, es como un solar por cuya conquista se desencadenan las fuerzas". Y as¨ª ha sucedido.
Para los nacionalistas valencianos, todo este proceso, que ha durado m¨¢s de dos a?os, ha sido deplorable. La postura del Partido Nacionalista del Pa¨ªs Valenciano (PNPV) fue bien clara y coherente desde el principio.
En primer lugar nos opusimos a que el proceso auton¨®mico valenciano se recondujera por la v¨ªa del art¨ªculo 143. Entend¨ªamos que por las instituciones valencianas -Consell, diputaciones, municipios- se hab¨ªan dado los pasos adecuados que la Constituci¨®n se?ala para seguir la v¨ªa del art¨ªculo 15 1. Coincid¨ªamos as¨ª. con el informe elaborado por la c¨¢tedra de Derecho Pol¨ªtico de la Universidad de Valencia. Informe que asumimos plenamente y en base al cual el PNPV present¨® el correspondiente recurso contencioso-administrativo en defensa del derecho que el pueblo valenciano ten¨ªa a obtener su autonom¨ªa por la v¨ªa del 151. Recurso cuya tramitaci¨®n sigue su curso.
No obstante, y ante el acuerdo al que llegaron las fuerzas parlamentarias valenc¨ªanas al consensuar el texto del llamado Estatuto de Benicassim, el PNPV, despu¨¦s de manifestar su disconformidad con dicho texto en documento razonado que ofreci¨® a la opini¨®n p¨²blica el 22 de junio de 1981, no adopt¨® la postura maximalista del todo o nada y quiso contribuir, en la medida de sus posiblidades, a la mejora de aquel Estatuto de Benicassim con el que no estaba de acuerdo.
Fue as¨ª como el Partido Nacionalista del Pa¨ªs Valenciano, en contacto con las minor¨ªas vasca y catalana del Congreso, sugiri¨® una serie de enmiendas que mejorasen el texto de Benicassim en su discusi¨®n parlamentaria y que estas minor¨ªas se encargar¨ªan de su presentaci¨®n y defensa. Entre esas enmiendas, la se?alada con el n¨²mero 40 y presentada por la Minor¨ªa Catalana dec¨ªa textualmente: "Una vez constituida la asamblea, ¨¦sta proceder¨¢ a elegir al presidente de la Generalitat; nombrado ¨¦ste por el Rey, proceder¨¢ a la constituci¨®n del Consejo de Gobierno, quedando autom¨¢ticamente disuelto el Consejo Preauton¨®mico del Pa¨ªs Valenciano. Todo ello de acuerdo con lo dispuesto en los art¨ªculos 15.2 y 17 del presente Estatuto". Esta enmienda, presentada como disposici¨®n transitoria cuarta, ven¨ªa a cubrir la laguna que el texto estatutario ten¨ªa y, por tanto, a evitar que se llegase a la lamentable situaci¨®n en que nos encontramos.
Reparto de papeles
?Por qu¨¦ ninguno de los dos partidos mayoritarios, UCD y PSOE, acept¨® esta enmienda? Y no fue una, sino dos ocasiones, las que tuvieron para su aceptaci¨®n. La primera, en el Congreso de los Diputados, donde fue presentada, como hemos dicho, por Minor¨ªa Catalana. La segunda, en el Senado, presentada por los senadores Josep Benet y Pere Portabella. Pero en ninguna de las dos ocasiones quisieron tenerla en cuenta.
Ahora resulta, al parecer, que exist¨ªa un pacto entre UCD y, PSOE seg¨²n eI cual no hac¨ªa falta, una enmienda como la apuntada, porque ya ten¨ªan decidido el correspondiente reparto de papeles. Con lo cual, y despu¨¦s de lo sucedido, o el pacto no exist¨ªa o alguien lo ha roto. En cualquier caso, no es serio consensuar textos legales ambiguos o que silencien deliberadamente determinados procedimientos para posteriormente darle salida al problema a trav¨¦s de unos pactos ocultos previamente acordados.
El resultado ya se ha visto: UCD afirma que la presidencia contin¨²a siendo suya hasta las pr¨®ximas elecciones valencianas. El PSOE, por su parte, convoca la asamblea, presenta, un candidato y, contando con la mayor¨ªa de izquierda, sale: elegido presidente. Tenemos, pues, dos presidencias.
Uno no puede por menos que reproducir aqu¨ª las certeras palabras con que el referido editorial de EL PAIS juzgaba tan rocambolesca situaci¨®n: "Pero todo esto, que puede ser entendido desde un puro y r¨ªgido an¨¢lisis de lucha por el poder, aparece a estas alturas, ante la mirada ciudadana, con los perfiles menos presentables de la maniobra pol¨ªtica. Ante el pueblo valenciano, que todav¨ªa no acaba de explicarse c¨®mo sus representantes pol¨ªticos le han soslayado el acceso a una autonom¨ªa por el art¨ªculo 15 1, la escena de esta virtual presidencia bic¨¦fala es una edici¨®n m¨¢s, tras los accidentados debates sobre la lengua, el nombre o la bandera de la confusi¨®n que buena parte de la clase pol¨ªtica valencia no est¨¢ proporcionando a la merecida y clara aspiraci¨®n auton¨®mica de Valencia".
Efectivamente, as¨ª es. El pueblo valenciano no acaba de explicarse toda esta confusa actuaci¨®n de sus representantes pol¨ªticos. De una parte, la UCD valenciana, capitaneada por Abril Martorell, ha pretendido, mediante la aberraci¨®n cient¨ªfica en el caso de la lengua, la falacia hist¨®rica en lo referente a la bandera, y el fomento de un irracional anticat¨¢lanismo en cuanto a la denominaci¨®n del Pa¨ªs Valenciano, obtener un respaldo sentimentaloide y reaccionario de la opini¨®n p¨²blica valenciana que, como se ha visto, no ha podido conseguir. Tomando el r¨¢bano por las hojas, es decir, tomando a unos sectores minoritarios de la ciudad de Valencia como representantes del pueblo, valenciano, que se extiende desde Vinaroz a Orihuela, la UCD capitaneada por los Abril, Broseta y Manglano se ha dedicado a crear un clima de histeria irracional, apoyados entusi¨¢sticamente por la extrema derecha, consistente en fomentar el odio y la animadversi¨®n hacia los m¨¢s prestigiosos representantes de la intelectualidad y de la pol¨ªtica valencianistas, que son quienes durante la dictadura mantuvieron la resistencia cultural y pol¨ªtica valencianas. Clima que propici¨®, por ejemplo, los atentados contra el profesor Sanch¨ªs Guarner o el escritor Joan Fuster.
Docenas de 'iluminados'
La realidad, sin embargo, es que todo ello no les ha servido de nada. El desprestigio de UCD y sus capitostes m¨¢s se?alados es total en el. Pa¨ªs Valenciano. El ¨²nico respaldo popular con que pueden contax en este momento no va m¨¢s all¨¢ de unas cuantas docenas de iluminados en la ciudad de Valencia, dispuestos a la agresi¨®n verbal o f¨®sica. Siempre, naturalmente, que los jerifaltes de UCD se mantengan en la defensa a ultranza de las aberraciones y falacias a las que antes nos refer¨ªamos. Es el m¨¢ximo clamor popular al que pueden aspirar, por ejemplo, el que en su d¨ªa fue flamante presidente de la Junta Democr¨¢tica del Pa¨ªs Valenciano y en la actualidad senador por UCD, Broseta, o el que fue vicepresidente todopoderoso del Gobierno, Abril Martorell.
Por otra parte, el PSOE, partido que ha conseguido en tres elecciones seguidas el mayor voto popular en el Pa¨ªs Valenciano, no s¨®lo no ha sabido capitalizar esa triple victoria, sino que se ha doblegado, en no pocas ocasiones a las pretensiones de una UCD irracional y torpe. Claro es que despu¨¦s de esta lamentable actuaci¨®n del PSOE en el Pa¨ªs Valenciano vino la LOAPA. Tampoco, pues, se le pod¨ªan pedir peras al olmo. Si al final, UCD y PSOE, en Madrid, iban a pactar una ley como la de Armonizaci¨®n, no hay que extra?arse demasiado de que en el Pa¨ªs Valenciano ya empezasen a ponerse previamente de acuerdo. Por, ejemplo, en soslayarle al pueblo valenciano el acceso a la autonom¨ªa por la v¨ªa del 151.
En definitiva: que los dos partidos mayoritarios, por su actuaci¨®n, han conseguido que el pueblo valenciano, a lo largo del accidentado proceso auton¨®mico, haya ido perdiendo su entusiasmo inicial por la autonom¨ªa.
No es de extra?ar, por tanto, que el 12 de agosto la convocatoria de la asamblea provisional para elegir presidente de la Generalitat no tuviese ning¨²n inter¨¦s para el pueblo, que vivi¨® de espaldas al suceso. Tal vez la elecci¨®n del presidente de las Conferencias de San Vicente Pa¨²l le hubiese despertado mayor atenci¨®n. Ni siquiera UCD cont¨® con sus incondicionales y entusiastas t¨ªas Mar¨ªas que suelen concentrarse en los alrededores del Palacio de la Generalitat para agredir a los rojos socialistas. Una verdadera pena.
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