Pierre Thuillier, "Darwin quiso matar a Dios"
Profesor de Historia de las ciencias y Epistemolog¨ªa en la Universidad de Par¨ªs 7, Pierre Thuillier analiza en estas declaraciones concedidas durante una reciente visita a Espa?a la figura de Charles Darwin, creador de la teor¨ªa de la evoluci¨®n y selecci¨®n de las especies, en el centenario de su muerte. Los estudios de Thuillier suponen una desmitificaci¨®n no tanto de la obra de Darwin como del esp¨ªritu que llev¨® a este cient¨ªfico, fil¨®sofo y aventurero ingl¨¦s a su realizaci¨®n. Para el doctor Thuillier, el materialismo) quiso saldar, en aquellos momentos, cuentas con la religi¨®n.
Pregunta. ?Cu¨¢l ha sido la verdadera trascendencia de la obra de Darwin?Respuesta. Pienso que hay que diferenciar, en primer lugar, el sujeto que padeci¨® las consecuencias del fen¨®meno darwinista, porque bien podr¨ªamos referirnos a la ciencia en sentido puro, a la sociedad de su ¨¦poca, a la ciencia en aquel momento o a la sociedad y la ciencia actuales; en realidad, sujetos todos ellos interdependientes y pr¨¢cticamente inseparables. Pero, para empezar por alg¨²n lado, hablar¨¦ de algo muy interesante y poco conocido. Normalmente, se piensa en Darwin como un cient¨ªfico que ha trabajado en pro de la ciencia, ha observado una serie de hechos y. ha creado nuevas teor¨ªas. Sin embargo, sus proyectos fueron siempre m¨¢s filos¨®ficos que cient¨ªficos.
As¨ª, aprovech¨® tanto sus investigaciones y deducciones acerca del origen de las especies vivas, como ideas anteriores (las teor¨ªas evolucionistas ya hab¨ªan aparecido con anterioridad a ¨¦l, por ejemplo, con Lamarque, Chamlest o su propio abuelo), para tirar uno de los puntales de la religi¨®n, la interpretaci¨®n directa de la Biblia, base de la doctrina creacionista. Y fue muy consciente de la importancia cultural de este hecho: en sus cartas y papeles privados se ha encontrado repetidas veces una frase muy significativa: "Tengo la impresi¨®n de cometer un asesinato". Es decir, al construir la teor¨ªa de la selecci¨®n natural era consciente de estar matando a un ¨ªdolo, al Dios de los cristianos.
P. Sin embargo, en esa frase parece advertirse tambi¨¦n cierto tono de arrepentimiento...
R. Indudablemente, decir que el hombro desciende de los animales, no ya del mono, y que ¨¦stos, a su vez, fueron apareciendo en el transcurso del tiempo seg¨²n una evoluci¨®n, es un pensamiento muy fuerte para cualquiera que haya sido educado en las premisas del cristianismo. Era una convicci¨®n que tend¨ªa a destruir la moral cristiana, para la cual el hombre hab¨ªa sido creado de forma independiente al resto de los animales y ?con un alma! La negaci¨®n del origen atribuido por el creacionismo a los seres irracionales, todos en un mismo d¨ªa gracias al soplo divino, no tuvo, sin embargo, tanta importancia. La piedra de toque fue, evidentemente, el ser humano.
No obstante, respecto al posible arrepentimiento o sensaci¨®n de culpabilidad de Darwin, yo no estoy tan seguro de que existiera. El mismo hab¨ªa escrito: "Tengo opiniones materialistas, aunque debo disimular hasta qu¨¦ punto creo en el materialismo". Mi opini¨®n es que su proyecto fue claro: al reemplazar la interpretaci¨®n literaria del libro sagrado por otra m¨¢s cient¨ªfica, alzaba el materialismo por encima de la religi¨®n.
La semilla del eugenismo
P. ?Este esp¨ªritu materialista es la raz¨®n de ser del criterio eugen¨ªstico de Darwin?R. El verdadero creador del eugenismo, esa utop¨ªa totalitarista que postula que los cient¨ªficos deben decidir los individuos, v¨¢lidos para vivir, en funci¨®n de una selecci¨®n de caracteres, fue precisamente un primo de Darwin, Francis Galton. Este personaje pensaba que hab¨ªa una serie de conductas que pod¨ªan ser de tipo hereditario (el t¨ªtulo de una de sus obras -El genio hereditario- ya es bastante significativo). Y esta opini¨®n tambi¨¦n era compartida por su primo, tal como se sugiere en La descendencia del hombre. As¨ª, la aversi¨®n que ambos demostraban por el clero se basaba, entre otras cosas, en que este grupo no contribu¨ªa en absoluto a la reproduccion de las clases de elite dentro de la sociedad; medida necesaria, seg¨²n ellos, para evitax que los pobres se multiplicasen de forma mucho m¨¢s r¨¢pida que los ricos.
Darwin ya dec¨ªa que, por medio de los hospitales, lo que se hace es permitir que la gente m¨¢s d¨¦bil sobreviva y, adem¨¢s, que las mujeres son inferiores, menos valientes, menos inventivas y menos inteligentes que los liombres. As¨ª, pues, la tradici¨®n da:rwinista no es s¨®lo racista y eug¨¦jiica, sino tambi¨¦n antifeminista. Indudablemente, en este sentido, pienso que hace falta una buena dosis de Materialismo o, al menos, una ausencia de moral cristiana, para tener este tipo de ideas... Aunque, ante el caso del ¨¦xito actual de un premio Nobel de Medicina, ya no s¨¦ si el bicho raro son los dem¨¢s o uno mismo.
No, en realidad esto no es as¨ª, porque yo esto y en contra de la biotecnocracia, de un Gobierno en el cual sean los cient¨ªficos, fundamentalmente darwinistas, especialistas en gen¨¦tica y en evoluci¨®n, lo que nos digan si podemos y c¨®mo tenemos que vivir. Los hombres somos, sin duda, unos animales muy particulares. A lo mejor ser humano es ser capaz de elegir algo, y esto, para m¨ª, sobrepasa a la gen¨¦tica. Lo que postula el citado Nobel, el australiano Mac Farlane Bumet, es una aplicaci¨®n de la teor¨ªa de Darwin a la sociedad (por eso su doctrina se llama darwinismo social).
Dicha selecci¨®n se llevar¨ªa a cabo en t¨¦rminos inauditos, como mediante la dleterminaci¨®n en el hombre de unos coeficientes, intelectual, ¨¦tico y de dominaci¨®n. Todo ello supervisado por una especie de polic¨ªa cient¨ªfica y destinado a la creaci¨®n de dos especies: la de los superhombres, de acuerdo con la idea de Niezstche, y la del hombre vulgar. Est¨¢ claro que Darwin fue uno de los que pusieron la primera semilla.
P. Ha hablado antes del origen del hombre, ?se encontrar¨¢ alguna vez el esla'b¨®n perdido entre el mono y el ser humano?
R. El paso del mono al hombre es un punto delicado, pues actualmente es muy dificil elaborar un ¨¢rbol geneal¨®gico que explique la procedenc¨ªzl del homo sapiens. No obstante se ha hecho todo un mito del eslab¨®n perdido. El problema no es encontrarlo, pues es muy posible que no exista puntualmente, sino comprender, al mismo tiempo, la evoluci¨®n f¨ªsica y cultural de nuestros antepasados.
Pudiera ser que el hombre no venga ¨²nicamente definido por el tama?o de su cerebro, sino m¨¢s bien por el laso que hace de ¨¦l, por la creaci¨®n de una cultura, de una serie de instituciones. La respuesta est¨¢ en llegar a conocer c¨®mo se articula la historia biol¨®gica con la cultural.
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