Castilla-La Mancha, entre el desierto y la esperanza
Dec¨ªa un pol¨ªtico de los antiguos que Espa?a ser¨ªa pronto un desierto s¨®lo habitado en las costas y en las m¨¢rgenes de sus r¨ªos. Dios no le oiga. Sin embargo, parece que la regi¨®n castellano-manchega se encamina, lenta pero inexorablemente, hacia el cumplimiento de tan triste augurio. Castilla-La Mancha, con sus 80.000 kil¨®metros cuadrados, es hoy el mayor desierto demogr¨¢fico, no s¨®lo de Espa?a, sino de toda la Europa comunitaria. En los ¨²ltimos veinte a?os ha perdido 400.000 de sus habitantes, y en el presente, de sus 2.640.000 nacidos en la regi¨®n, s¨®lo residen en ella poco m¨¢s de mill¨®n y medio.La poblaci¨®n media activa envejece alarmantemente y el ritmo anual de despoblaci¨®n (el 13 por mil) har¨ªa temblar a cualquier pa¨ªs europeo que lo padeciera, como ocurri¨® en Suecia en el a?o 1977, que, al detectar un decrecimiento anual de s¨®lo el 1,2 por mil, se promovi¨® un cambio radical de la pol¨ªtica econ¨®mica y social por considerar este indicador como presagio de una futura situaci¨®n de cat¨¢strofe nacional. Pero nosotros los castellanos somos m¨¢s estoicos ante los hechos y tenemos buen conformar. Lo que no significa que seamos ciegos.
Aseguran que las estad¨ªsticas son el¨¢sticas e interpretables seg¨²n convenga; pero yo dir¨ªa que dentro de un orden. Porque, aun admitiendo que su error sea muy superior a ese 3% con que los encuestadores trabajan, las realidades sociales afloran en cualquier caso con una espectacularidad imposible de ocultar.
Y estas estad¨ªsticas, por m¨¢s que las he contrastado y comparado con otras, siempre muestran el mismo panorama regional. En efecto, de las diecis¨¦is regiones del mapa auton¨®mico, Castilla-La Mancha ocupa casi siempre (junto con Extremadura y Andaluc¨ªa) los tres ¨²ltimos lugares en la tabla de los principales indicadores socioecon¨®micos. Y perm¨ªtaseme citar algunos ejemplos. Sin ofender, claro.
Nuestra renta per c¨¢pita es el 77% de la renta media nacional y, en el 83% de los municipios de la regi¨®n, sus habitantes tienen menos de 100.000 pesetas de renta anual. A pesar de ello, nuestra regi¨®n aporta a la renta total del pa¨ªs el 4,8%, recibiendo (como contrapartida, no muy ortodoxa, realmente) s¨®lo el 2,77% a trav¨¦s de los Presupuestos Generales del Estado. Pero elijamos otros indicadores sociecon¨®micos m¨¢s inteligibles para el lector profano en econom¨ªa: en disponibilidad de algunos servicios (agua corriente, aseos, higiene, etc¨¦tera) estamos detr¨¢s de Andaluc¨ªa; como igualmente lo estamos, y aun de Extremadura en ciertos casos, en bienes del hogar, ¨ªntimamente relacionados con el nivel de vida (lavadoras, lavaplatos, aspiradoras, televisiones, tocadiscos, magnet¨®fonos, tomavistas, etc¨¦tera). Igual sucede respecto al n¨²mero de tel¨¦fonos, instrumentos notariales, recaudaci¨®n por impuestos de lujo y otros muchos indicadores que siempre nos sit¨²an en los ¨²ltimos lugares de la tabla de los diecis¨¦is. No es mi deseo a?adir m¨¢s detalles por no cansar y porque s¨®lo pretendo en este art¨ªculo dar una pincelada de realismo castellanomanchego; si mi intenci¨®n fuese otra m¨¢s alarmista, podr¨ªa decir que Castilla-La Mancha ocupa el lugar decimotercero en n¨²mero de kil¨®metros de carreteras intrarregionales y que, teniendo el 15% de la superficie nacional, el total de viviendas es s¨®lo el 3% de las del pa¨ªs, y el de bachilleres, el 3,7%; o dir¨ªa tambi¨¦n que nuestro ¨ªndice de analfabetismo es de los m¨¢s altos de Espa?a (121 por mil), frente a la media nacional, de 70 por mil. Y hablar¨ªa del paro, del n¨²mero de autom¨®viles (la sexta parte de la media nacional) o de ?tractores!, casi la mitad de la media nacional, en una regi¨®n esencialmente agr¨ªcola.
?Por qu¨¦ deseo dar a conocer, aunque sea condensada, esta informaci¨®n? Por dos razones. Primero, porque he le¨ªdo en una seria encuesta que los castellano-manchegos aparecen con escasa conciencia regional, en relaci¨®n con su situaci¨®n socioecon¨®mica. Y a la vista de estas cifras, no me lo explico bien. Es decir, s¨ª me lo explico. Porque, como soy de la tierra, s¨¦ que nuestro sino es trabajar mucho y protestar poco. Y esto no es s¨®lo una frase, porque tambi¨¦n lo confirman las estad¨ªsticas, ya que nuestra productividad regio?al por cada peseta invertida est¨¢ el 36% por encima de la media nacional.
En segundo lugar, porque es necesario que la Administraci¨®n central detenga un poco su mirada en estos datos, pues, con eso de que somos una regi¨®n cercana a la capital de la naci¨®n, a veces (¨²ltimamente algo menos), pasa la vista por encima de estas tierras sobrias y llanas y enfoca la atenci¨®n en otros pagos, m¨¢s alejados y, en general, m¨¢s abruptos (geogr¨¢ficamente, se entiende).
Y no quer¨ªa terminar este breve comentario sin recordar a mis paisanos que nuestro sentido regional, igual o m¨¢s que en cualquier otra regi¨®n, puede, con todo derecho, asentarse en ra¨ªces reales, culturales e hist¨®ricas. Nuestra regi¨®n tiene, a lo largo, de la historia, el orgullo de habersido una entidad con v¨ªda propia en todos los aspectos (econ¨®mico, sociol¨®gico, geogr¨¢fico, cultural, militar y hasta ¨¦tnico). Nuestra regi¨®n, casi coincidente con el antiguo Reino de Toledo, es, sencillamente, la Carpetania, cuyos l¨ªmites se han mantenido desde Roma hasta nuestros d¨ªas y han enriquecido sus valores aut¨®ctonos a trav¨¦s de las culturas visigoda, musulmana y castellana. Incluso fuimos una regi¨®n que tuvo ej¨¦rcito propio y acu?¨® su propia moneda; y fue capaz de autoabastecerse econ¨®micamente, tanto en lo que se refiere a sus necesidades forestales como en las ¨¢reas de alimentaci¨®n, miner¨ªa, agricultura, ganader¨ªa, artesan¨ªa e industria. ?Por qu¨¦, pues, ese escaso sentido regionalista con que nos apostillan las encuestas?
Tengamos esperanza. Me dec¨ªa un labrador que nuestra regi¨®n, aun maltratada (para los labradores siempre la agricultura est¨¢ maltratada), podr¨ªa ser no s¨®lo la despensa de Espa?a, sino de la Europa comunitaria. Quiz¨¢ exagere. Pero yo, honestamente, creo que esta vasta regi¨®n,es una regi¨®n con un futuro esperanzador. Producimos el 15% del total nacional de cereales; nuestros pastos de regad¨ªo son ¨®ptimos para la ganader¨ªa.
Nuestros recursos f¨ªsicos y geol¨®gicos apenas est¨¢n explotados. La renta de nuestro trabajo es alta. Las cooperativas de producci¨®n y de segundo grado, junto con las peque?as y medianas empresas, est¨¢n empezando a dar el empuj¨®n inicial que potencie nuestra industrializaci¨®n. El desarrollo del turismo, la hosteler¨ªa y la consolidaci¨®n de las redes comerciales de producci¨®n regional pueden, a medio plazo, incrementar notablemente la valoraci¨®n de nuestros productos.
Somos una regi¨®n muy ahorradora, que alg¨²n d¨ªa sentir¨¢ la llamada de la tierra e invertir¨¢, aun con el riesgo propio de una econom¨ªa de mercado, sus importantes ahorros en generar riqueza en nuestros pueblos y en nuestras ciudades. Y pronto, la Universidad de Castilla-La Mancha ayuda r¨¢ a frenar el ¨¦xodo de nuestros universitarios, que se api?ar¨¢n con los labradores y los trabajadores de la empresa para consolidar una regi¨®n hist¨®rica, que no debe, aunque s¨®lo sea por ese peque?o orgullo regional (que s¨ª aparece en las encuestas), estar en esa lamen table situaci¨®ncon que hoy se si t¨²a en el ranking socioecon¨®mico del mapa auton¨®mico nacional.
Seamos valientes ante nuestros problemas y apliqu¨¦monos con esperanza aquella frase del m¨¢s grande orador latino ante la adversidad: "Las dificultades no s¨®lo no le abatieron, sino que estimularon su ¨¢nimo".
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