Mosc¨² sigue apostando por la 'soluci¨®n Jaruzelski'
El Kremlin prolonga su mutismo y no ahorra tiempo para analizar la crisis de Polonia. Los observadores occidentales estaban ayer a la espera de un comunicado oficial en el que los dirigentes sovi¨¦ticos evaluaran la situaci¨®n. Sin embargo, nadie cree que Mosc¨² altere sus posiciones al respecto, ya que hoy por hoy la soluci¨®n Jaruzelski aparenta seguir result¨¢ndole la ¨²nica factible.Los graves incidentes del martes parecen haber sorprendido a la URSS. Los medios de comunicaci¨®n sovi¨¦ticos no hab¨ªan recogido anteriormente las noticias sobre las manifestaciones realizadas el mes pasado en Polonia, y sin embargo todos los diarios de ayer daban cuenta de lo ocurrido el martes.
El hecho resultaba significativo no s¨®lo porque la Prensa de la Uni¨®n Sovi¨¦tica suela dar las noticias adversas con cierto retraso, sino tambi¨¦n porque su mec¨¢nica les obliga a cerrar sus ediciones a media tarde, lo que -esta vez- no les ha impedido ofrecer en caliente a sus lectores las ¨²ltimas novedades que les llegaban de la oficina de la agencia Tass en Varsovia.
La cr¨®nica de cuatrocientas palabras publicada ayer en los diarios de Mosc¨² resultaba incluso algo alarmista en relaci¨®n al mesurado tono que pose¨ªan las informaciones anteriores. Ciertamente, los revoltosos de Polonia eran -seg¨²n la citada cr¨®nica- "grupos de gamberros" que, coordinados por "centros subversivos extranjeros", hab¨ªan intentado levantar barricadas, pero, en ning¨²n caso, se trataba de trabajadores.
Pero los peri¨®dicos de Mosc¨² no ocultaban ayer que los hechos se hab¨ªan producido simult¨¢neamente en Varsovia, Wroclaw, Gdansk, Cracovia y algunas otras de las principales localidades, lo que daba a los enfrentamientos cierto car¨¢cter de insurrecci¨®n general.
La generosidad informativa empleada en esta ocasi¨®n por la Prensa sovi¨¦tica puede tener su significado. No hay que bajar a¨²n la guardia -ser¨ªa la moraleja- mi se puede ser todav¨ªa excesivamente optimistas.
Sin embargo, se descarta que el Kremlin pueda cambiar ahora su t¨¢ctica frente al desarrollo de la crisis polaca, al menos mientras la situaci¨®n no se agrave a¨²n m¨¢s. Jaruzelski -o mejor, el general Jaruzelski- sigue disfrutando de la confianza de los pa¨ªses hermanos. El otro Jaruzelski -el que se mostraba partidario de la renovaci¨®n- no tendr¨ªa, sin duda, tanto apoyo.
Mosc¨² poco puede hacer, pues, aparte de tratar de tapar los agujeros econ¨®micos polacos para evitar el completo naufragio, y aconsejar quiz¨¢ que se siga como hasta ahora, ya que si as¨ª no se sale de la crisis al menos no se la agrava a¨²n m¨¢s.
Cualquier otra salida m¨¢s extrema se presenta, de momento, como muy improbable. Seg¨²n algunos observadores diplom¨¢ticos, esta prudencia ser¨ªa producto de las presiones occidentales, y la Uni¨®n Sovi¨¦tica -excepto que le vaya en ello su propia existencia- no querr¨ªa cortar las precarias amarras que diplom¨¢tica y econ¨®micamente le siguen uniendo al otro bloque.
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