La hospitalizaci¨®n de los ni?os
Se impone, por un lado, el modelo tecnol¨®gico: m¨¢quinas cada vez m¨¢s y m¨¢s sofisticadas dan cuenta de los padecimientos humanos y facilitan diagn¨®sticos; la sensaci¨®n de poder del m¨¦dico se acrecienta, en la medida en que tambi¨¦n es poseedor de los m¨¢s modernos aparatos, y el nuevo hospital, s¨ªntesis de todo ello, surge arrollador, como moderno drag¨®n que necesita el tributo anual de m¨¢quinas reci¨¦n importadas. El hospital engulle lo que le dan y muchas veces deja parte en sus s¨®tanos; no llegar¨¢ a ser estrenado.Esta medicina centrada en el hospital cumple algunos de los presupuestos que la m¨¢s moderna ciencia reivindica y se aproxima, cada vez m¨¢s, a la que se hace en los pa¨ªses desarrollados. Pero todo esto se da en Espa?a, que apenas acaba de salir de la autarqu¨ªa econ¨®mica y que quiere instalarse, apresuradamente, en los pa¨ªses industrialmente avanzados, sin que las condiciones pol¨ªticas y sociol¨®gicas lo favorezcan; el corolario es la atracci¨®n por la m¨¢quina en s¨ª misma. Es el momento de los coches, los frigor¨ªficos, los televisores y el aparato hospitalario, olvidando que la atenci¨®n sanitaria debe ir a las personas y no a los instrumentos. La atenci¨®n primaria -el ambulatorio, para entendernos- pasa a ser simb¨®lica porque, afortunadamente, detr¨¢s de ella est¨¢ el hospital bien dotado, que resolver¨¢ los problemas en ¨²ltimo extremo. La mitificaci¨®n del instrumental, la identificaci¨®n con la m¨¢quina en casos, suponen la negaci¨®n de los aspectos individuales del enfermo.
Pero el hombre es ser complejo y peculiar que precisa de la relaci¨®n personal incluso, o precisamente, cuando se trata de su enfermar. Acude, entonces, al hospital, donde recibe una buena atenci¨®n en orden a la resoluci¨®n de su problema f¨ªsico. El dolor y la enfermedad son combatidos y toda la tecnolog¨ªa se orienta, decididamente, a ello, pero nadie le explica lo que le ocurre; las visitas familiares deben ser cortas y espaciadas; la atenci¨®n personal, m¨ªnima. La contrapartida es un sufrimiento ps¨ªquico dificil de calibrar, aunque el hombre aguanta mucho y la frustraci¨®n es su secuela natural.
Existen, sin embargo, personas m¨¢s d¨¦biles pata las que este modelo ha tenido -y tiene a¨²n- mayores consecuencias. Hablo de los ni?os. Para ellos, la m¨¢quina no ha sido el juguete maravilloso de sus d¨ªas hospitalarios. Sus ingresos, aislados, deshumanizados, han tenido, en muchos casos, consecuencias irreversibles. La ideolog¨ªa que les aislaba de los virus y las. bacterias, les aislaba tambi¨¦n de lo que m¨¢s proteg¨ªa su salud: su gente. Las visitas maternas, reducidas a dos horas diarias; las intervenciones sin explicaciones suficientes, sin ayuda para entender lo que estaba ocurriendo, han producido, est¨¢n produciendo, conflictos cuya resoluci¨®n ser¨¢ larga, costosa y dolorosa.
Afortunadamente, la tecnocracia tuvo su momento, y la moda cambia. En los ¨²ltimos a?os, la vuelta a una forma de pensamiento fant¨¢stico, tan comercializada y encubridora, por otro lado, permite empezar a ver la m¨¢quina con saludable falta de respeto, y al moverla aparece debajo el enfermo asustado. Es entonces cuando la crisis estalla y en los medios de comunicaci¨®n comienza la batalla del nuevo modelo sanitario. Se ve con esperanza un camino nuevo: la posibilidad de una medicina centrada en el enfermo. Cuando las m¨¢quinas se ponen en cuesti¨®n, pueden utilizarse al servicio de las personas. La importancia de que todo el mundo puede contar con la medicina para recibir la ayuda que necesite es hoy m¨¢s evidente, gracias a que esta moda de la naturalidad, as¨ª lo expresa. Al mismo tiempo, significa la con ciencia, por parte del enfermo, de cu¨¢les son sus derechos y la exigencia de mejor atenci¨®n: en el nivel primario y en cuanto a su consideraci¨®n como personas, especialmente. Parece ser que ¨¦stos son criterios que se van a tener en cuenta en las posibles reformas, pero no estar¨¢ de m¨¢s una llamada de atenci¨®n sobre la importancia que, en el caso de. los ni?os, tiene una asistencia que les considere como individuos en evoluci¨®n y que se adec¨²e a sus caracter¨ªsticas particulares, completamente diferentes a las de los adultos. Criterios que tendr¨¢n que ir desde la ampliaci¨®n de la edad de atenci¨®n por los pediatras, hasta previsiones en formaci¨®n de equipos que intervengan en todo lo relacionado con la higiene mental de los ingresos hospitalarios infantiles. En el Reino Unido, ya en los primeros a?os sesenta, a ra¨ªz de una serie de pel¨ªculas realizadas por el doctor Robertson, que fueron pasadas en televisi¨®n, y en las que mostraba el cambio de personalidad que en unos ni?os se produc¨ªa como consecuencia de su ingreso hospitalario, se produjo un movimiento que decidi¨® un cambio en la legislaci¨®n al respecto. En muchos otros pa¨ªses, la estancia de la madre en la habitaci¨®n de su hijo enfermo no es un problema de buena voluntad o econ¨®mica: es una t¨¦cnica terap¨¦utica, y no la menos importante.
Que la enfermedad est¨¢ ligada al mundo de los sentimientos es algo dif¨ªcilmente rebatible. Que en el ni?o estos sentimientos, sus fantas¨ªas y sus deseos son el cauce por el que discurre su malestar, incluso el m¨¢s evidentemente f¨ªsico, es algo a tener muy presente a la hora de plantearse cambios en la estructura de la sanidad. Una ciencia que permita dar expresi¨®n, tambi¨¦n en sus sufirimientos, a las necesidades del ni?o ser¨¢ una ayuda inestimable para el futuro de su personalidad. Y, adem¨¢s, m¨¢s barata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.