Aspectos oceanogr¨¢ficos y biol¨®gicos de los vertidos nacleares
Ante la pol¨¦mica internacional levantada por el vertido de residuos nucleares en el Atl¨¢ntico, se ha intercambiado toda clase de opiniones a favor y en contra, pero, desafortunadamente, pocas de ¨¦stas han sido m¨¢s que s¨ªes o noes rotundos sobre la innocuidad de dichos vertidos. Quiz¨¢ sea interesante una clarificaci¨®n de algunos aspectos, oceanogr¨¢ficos y biol¨®gicos que est¨¢n quedando al margen de la discusi¨®n.1. La salida al exterior de los residuos radiactivos se puede producir por las siguientes causas:
- Por el mal estado de los contenedores.
Es conocida la pel¨ªcula obtenida por la televisi¨®n holandes¨¢ que muestra un contenedor abri¨¦ndose, por efecto del choque con la superficie del agua, y vertiendo su contenido. Tambi¨¦n son c¨¦lebres las declaraciones del comandante Cousteau ante el Consejo de Europa sobre la presencia de contenedores abiertos tras veinte a?os de permanencia en el mar, cuando la duraci¨®n esperada era de diez siglos.
- Por la corrosi¨®n del agua de mar.
Muy pocos metales se encuentran a salvo de esta corrosi¨®n, y es dif¨ªcil afirmar que la duraci¨®n de los contenedores supera a los milenios de actividad de los residuos. Si dichos vertidos se hubieran realizado en la ¨¦poca del Imperio Romano, probablemente nos tendr¨ªamos que enfrentar act¨²almente a las consecuencias de sus decisiones energ¨¦ticas.
- Por la existencia de corrientes profundas de turbidez.
A este respecto, se puede citar un caso cl¨¢sico en oceanograf¨ªa. El 18 de noviembre de 1929 se produjo un maremoto al sur de Terranova, fen¨®meno en principio superficial y que poco puede afectar a las fosas submarinas. Sin embargo, cables telegr¨¢ficos submarinos, elaborados para durar siglos, se rompieron sucesivamente, comenzando por los m¨¢s cercanos y aca bando por los m¨¢s profundos. Los ¨²ltimos cables en romperse lo hicieron trece horas despu¨¦s del maremoto a m¨¢s de 550 kil¨®metros de distancia del epicentro. Seg¨²n se supo despu¨¦s, el movimiento s¨ªsmico submarino hab¨ªa provoca do una especie de alud o corriente de turbidez, formado por rocas, grava y fango, que recorri¨®. una enorme distancia. Unos contenedores en mal estado y corro¨ªdos por el agua del mar, mal podr¨ªan soportar el embate de una corriente de turbidez.
2. El transporte de los residuos radiactivos Puede hacerse de dos maneras:
- Por medios f¨ªsicos, especialmente difusi¨®n y corrientes verticales.
Si los residuos alcanzan m¨¢s temperatura que el medio circundante, por su actividad nuclear, pudieran darse incluso corrientes de convecci¨®n ascendentes. En cualquier caso, el resultado ser¨ªa una amplia dispersi¨®n de la radiactividad, tanto horizontal como vertical. Se suele olvidar que el mar, incluso a gran profundidad, contiene organismos vivos, y esto implica un transporte, d¨¦bil pero constante, de ox¨ªgeno y nutrientes por medios f¨ªsicos. La biosfera est¨¢ en permanente movimiento y sometida a un perfecto proceso de mezcla y homogeneizado. Muy probablemente, en nuestra pr¨®xi ma inspiraci¨®n exista alg¨²n ¨¢tomo de ox¨ªgeno o nitr¨®geno exhalado por Plat¨®n.
-Por medios biol¨®gicos.
Esto implica una concentraci¨®n a trav¨¦s de cadenas alimentarias o, en otras palabras, acumulaci¨®n en organismos filtradores, que son comidos por depredadores, que a su vez son comidos por superdepredadores. En cada uno de estos escalones, los radiois¨®topos de larga vida tienden a concentrarse cada vez m¨¢s. Los movimientos verticales de peces pel¨¢gicos, tema en el cual se investiga intensamente en la actualidad, hacen que especies t¨ªpicas de gran profundidad puedan encontrarse ocasionalment¨¦ cerca de la superficie. Por otra parte, los movimientos horizontales de grandes depredadores pel¨¢gicos (atunes, tiburones) tambi¨¦n pueden transportar su carga radiactiva a trav¨¦s de miles de kil¨®metros.
Este doble proceso de concentraci¨®n y transporte es causa de que los residuos nucleares aparentemente olvidados en una fosa submarina puedan aparecer en las costas de cualquier pa¨ªs.
3. La peligrosidad real de los residuos radiactivos.
Sobre este tema se ha escrito y hablado mucho, espec¨ªalmente en el intento de definir la dosis in¨¢xima aceptable de radiaci¨®n que pueden soportar los humanos. En esta discusi¨®n es preciso tener en cuenta los siguientes puntos-.
- No existe una dosis innocua de radiaci¨®n.
La mutaci¨®n que desencadena un c¨¢ncer o malformaci¨®n gen¨¦tica es un hecho puntual, no el resultado de sobrepasar una determinada dosis. Por otra parte, hablar de radiaci¨®n natural y compararla con la que is¨®topos radiactivos emiten desde tiroides, huesos o gonadas, es una peligrosa falacia, tanto f¨ªsica como biol¨®gica.
- Se suele afirmar en medios pronucleares que no se ha podido demostrar, en ning¨²n caso, que se haya producido enfermedad o muerte alguna achacable a la industria nuclear.
Es rigurosamente cierto: una leucemia causada por radiaciones nucleares es indistinguible de otra que obedezca a causas naturales o, mejor, espont¨¢neas. En este aspecto, la industria nuclear juega con ventaja.
Como conclusi¨®n a los hechos elementales expuestos, que, son olvidados por algunos cient¨ªficos cuando se trata de defender la instalaci¨®n de vertederos nucleares, es de lamentar la falta de independencia de la que adolecen las estructuras de investigaci¨®n tan funcionarizadas y burocratizadas como la espa?ola.
Por otra parte, y como apostilla final, crisis energ¨¦tica quiere decir, etimol¨®gicamente, decisi¨®n sobre la energ¨ªa; en otras palabras: este es el momento de elegir entre las fuentes de energ¨ªa duras, no renovables, centralizadas y complejas, como la termonuclear, o las fuentes blandas, renovables, descentralizadas y de tecnolog¨ªa sencilla.
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