Apuros en Dinamarca
OTRO PAIS que vive por encima de sus medios: Dinamarca. Lo paga con una crisis pol¨ªtica continua, de la cual el episodio m¨¢s reciente es la dimisi¨®n del Gobierno de Anker Joergensen: un episodio que puede ir m¨¢s all¨¢ si se confirman en la realidad las prisiones de que con¨¦l pueden terminar diez a?os seguidos de poder socialdem¨®crata. Dinamarca vive con los ojos puestos en el petr¨®leo del mar del Norte -que disputa a Noruega- y en las fuentes de gas natural. En tanto llegan, si llegan, esas riquezas, sufre desde hace a?os la crisis del petr¨®leo que compra. Como todo el mundo; incluso m¨¢s que todo el mundo, porque tiene un alto nivel de vida, una seguridad social muy extensa, y no quiere perder nada de ello. La seguridad social se ha vuelto pr¨¢cticamente imposible de sostener en su nivel actual desde el momento en que ha ido creciendo el paro: puede haber ahora unos 300.000 parados, quiz¨¢ un 10% de la poblaci¨®n activa. La socialdemocracia pretende implantar planes de austeridad y reducir el alcance de la seguridad social: pero se encuentra con la oposici¨®n de la Confederaci¨®n General del Trabajo (LO), que no est¨¢ dispuesta a ninguna f¨®rmula de apretarse el cintur¨®n que suponga que los obreros tengan que ser m¨¢s delgados dentro de su cincha que las otras clases sociales dentro de las suyas. En alg¨²n momento se ha aplicado el bloqueo de precios y salarios: el resultado ha sido siempre el de que los precios aumentan, los salarios no, y el Gobierno nota la presi¨®n sindical. Dentro de los cuales sindicatos se encuentra su mejor clientela y sus m¨¢s seguros votos.Hay, por otra parte, una resistencia considerable en el pa¨ªs a "perder la imagen", a que se rompa, quiz¨¢ para siempre, la sonriente felicidad de una comunidad laboriosa, suficiente y capaz de sostener en un buen nivel de vida a quienes el paro, la enfermedad o la mala suerte marginan de esa sociedad. Es, quiz¨¢, una ilusi¨®n: ya en 1980 el d¨¦ficit de la balanza de pagos fue de 16.500 millones de coronas (el doble que el a?o anterior), y la deuda exterior pasaba de los 100.000 millones.
Las diversas f¨®rmulas de gobierno no han resuelto el problema. Las pretensiones de coalici¨®n o de alianzas no han cuajado y, cuando lo han hecho, han resultado tan ef¨ªmeras como los gobiernos monocolores de la socialdemocracia -como el que acaba de caer-, que llegan ya transidos de crisis porque son gobiernos minoritarios. Un desequilibrio cualquiera derriba su castillo de naipes.
Joergensen ha dimitido sin disolver el Parlamento: pretende ahora una reconstrucci¨®n de su Gobierno, o tal vez una alianza. Las elecciones podr¨ªan resultar peligrosas para su partido. Entre otras razones, porque se va extendiendo por el pa¨ªs, cada vez m¨¢s, la idea de que los males de Dinamarca proceden de su integraci¨®n en el Mercado Com¨²n; podr¨ªa haber una mayor¨ªa electoral que forzase la salida, y el intento de que Dinamarca sobreviviese sola, lejos de la crisis de la Comunidad. Otro tema de la discusi¨®n es el de las centrales nucleares: una mayor¨ªa intenta, hasta ahora, librar a Dinamarca de lo que considera peligroso (incluso hay permanentes protestas por la central nuclear sueca en las proximidades danesas), pero hay quienes creen que sin ese recurso el pa¨ªs nunca podr¨¢ disponer de la suficiente energ¨ªa como para sacar adelante su industria; y que si su industria no crece (por el contrario, el fin del verano ha supuesto restricciones y despidos), Dinamarca nunca se recuperar¨¢.
Ninguna de esas caracter¨ªsticas es privativa de Dinamarca. Y por eso la contemplaci¨®n de un pa¨ªs tr¨¢dicionalmente pr¨®spero que se desmorona es m¨¢s bien espeluznante.
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