C¨®rcega, el Pa¨ªs Vasco y Canarias
La nueva organizaci¨®n territorial francesa, m¨¢s descentralizaci¨®n que autonom¨ªas, adquiere, sin embargo, una amplitud sin precedentes en el caso de C¨®rcega. No sabemos si esta autonom¨ªa va a constituir un infranqueable non plus ultra, pero en todo caso va a ser la prueba de fuego para la viabilidad futura de este aspecto del programa socialista. No cabe duda que el equipo de Mitterrand, en cuanto a la isla de la belleza se refiere, est¨¢ llevando al poder la imaginaci¨®n que reclamaban los franceses en mayo de 1968, mientras que el Gobierno de Giscard hab¨ªa respondido a las demandas corsas con gendarmes y ayudas a la extrema antiautonomista.
C¨®rcega y Euskadi
Al comentar estos hechos, se hac¨ªa referencia en este mismo diario a una supuesta semejanza entre C¨®rcega y el Pa¨ªs Vasco, semejanzas muy dudosas, que en todo caso se reducir¨ªan a algunos puntos comunes entre el Partido Nacionalista Vasco y la UPC (Unione di u Popolu Corsu) por una parte, y por otra, entre el violento y extraparlamentario Frente de Liberaci¨®n Nacional de C¨®rcega y ETA. En principio, y en lo que se refiere a estos dos ¨²ltimos partidos, ciertamente act¨²an de forma parecida en algunos aspectos. Como al ser minoritarios tienen para su causa cerrado el camino de las urnas, utilizan las bombas en vez de las papeletas de voto. Ambos se dedican al mismo juego ambiguo y contradictorio respecto a la democracia. La ETA, que etiquet¨® su violencia pol¨ªtica como lucha contra el franquismo, fue aumentando sus asesinatos a medida que Espa?a iba obteniendo mayores libertades. Del mismo modo, el FLNC ha inaugurado la obtenci¨®n de la so?ada autonom¨ªa corsa y la constituci¨®n de la primera Asamblea nacional haciendo estallar ochenta bombas en una sola noche, con lo que se coloca no fuera del juego parlamentario, sino en contra de ¨¦l. De todos modos, estos ruidosos independentistas corsos han demostrado siempre mucho m¨¢s respeto por la vida humana que los terroristas de ETA.
En cuanto al PNV y a la UPC, tambi¨¦n existen entre ellos profundas diferencias. El partido autonomista corso muestra mayor ¨¦nfasis en los problemas econ¨®micos de la isla que en los ideol¨®gicos. Esto suele ser lo normal en tales movimientos, ya que se producen en territorios deprimidos que, adem¨¢s, son objeto a menudo de una cierta colonizaci¨®n por parte de las regiones m¨¢s ricas de su mismo pa¨ªs. Por el contrario, el Pa¨ªs Vasco no puede apoyar su independentismo en razones econ¨®micas. Es, quiz¨¢, el ¨²nico caso de una regi¨®n secesionista que al mismo tiempo es la m¨¢s industrializada y la de mayor renta de la naci¨®n.
?Qu¨¦ pide la UPC?
Existen pocos datos en la Prensa nacional sobre lo que pide el pueblo corso y sobre el programa de su partido autonomista. Es conveniente, por tanto, reproducir unas declaraciones hechas por su l¨ªder, Edmond Simeoni, a la revista francesa Le Nouvel Observateur, que se publicaron el 22 de agosto de 1977, y que son bastante expl¨ªcitas al respecto. La primera preocupaci¨®n de Simeoni es la redistribuci¨®n de las tierras. Atacaba a ....esos trescientos propietarios que se han apoderado de 22.000 hect¨¢reas sobre las 30.000 disponibles... y que jam¨¢s invierten sus beneficios en C¨®rcega, lo mismo que hacen todas las empresas tur¨ªsticas". A?ad¨ªa que "a medida que las condiciones objetivas lo permitiesen, hab¨ªa que reestructurar una econom¨ªa al servicio de C¨®rcega. Primaban, como se dijo antes, las razones econ¨®micas sobre las pol¨ªticas. Terminaba declarando renunciar a una independencia que juzgaba inviable, prefiriendo la autonom¨ªa dentro de la naci¨®n francesa y deslig¨¢ndose de toda conexi¨®n con potencias extranjeras o partidos extremistas. S¨®lo al final de su entrevista hablaba de la necesidad de instaurar el biling¨¹ismo en las escuelas.
Si analizamos ahora el substratum econ¨®mico de la isla, a la luz de las anteriores declaraciones de Simeoni, nos encontrar¨ªamos con sorprendentes semejanzas entre los problemas corsos y no precisamente los del Pa¨ªs Vasco, sino los de Canarias. Es la insularidad la que impone sus fatales servidumbres en ambos casos. Dificultades en las comunicaciones y mayor coste; falta de desarrollo econ¨®mico y aislamiento cultural (s¨®lo hace tres a?os que existe una universidad en C¨®rcega; en Gran Canaria todav¨ªa se est¨¢ en la fase de su reivindicaci¨®n). Este aislamiento supone tambi¨¦n la pervivencia de sociedades r¨ªgidas y conservadoras, as¨ª como de una burgues¨ªa de horizontes muy limitados, carente de visi¨®n y de empuje. La mayor parte de la infraestructura econ¨®mica de Canarias fue creada por los ingleses a partir del siglo XIX, y despu¨¦s de la guerra civil, por peninsulares ¨¢vidos y emprendedores, a veces de escasos escr¨²pulos y a menudo protegidos por los mandos pol¨ªticos. Igualmente en C¨®rcega, la especial pasividad de sus habitantes y su idiosincrasia insular, alejada de las tensiones de la vida econ¨®mica, ha hecho que los corsos se dejen desplazar por los activos franceses -los peninsulares en el caso de Canarias- de las mejores fuentes econ¨®micas del pa¨ªs. Acostumbrados principalmente a una econom¨ªa pastoril, no se han interesado grandemente por la agricultura. Empresas francesas, y especialmente pieds noirs procedentes de Argelia, han ido adquiriendo las mejores fincas del pa¨ªs. La costa, con parecido proceso, tambi¨¦n se les ha escamoteado. Grandes promotores de la metr¨®poli han propiciado un turismo de Masas y una construcci¨®n desbordante al estilo de la de Baleares, pero que aporta muy poco a las gentes del pa¨ªs. Los directivos y la mayor parte del personal cualificado son franceses. Este fen¨®meno, punto por punto, se ha dado tambi¨¦n en las islas Canarias, especialmente en su provincia oriental. La isla de Gran Canaria ha visto destrozadas sus costas por urbanizaciones tur¨ªsticas que, con escasas excepciones, son. ca¨®ticas, inc¨®modas y ant¨ªest¨¦ticas; y ni que decir tiene que de la riqueza del turismo, que se preve¨ªa fabulosa, la parte del le¨®n se la llevan por encima de todos las empresas extranjeras.
Finalmente, tanto en C¨®rcega como en Canarias, este subdesarrollo provocado grandemente por los expoliadores de sus riquezas ha producido el m¨¢s doloroso resultado: el paro y la emigraci¨®n forzosa subsiguiente, ese viejo y humillante remedio para los pa¨ªses pobres. Viven much¨ªsimos m¨¢s corsos y canarios fuera de sus islas que en ellas.
Ya en 1975, un delegado del Gobierno franc¨¦s destacado en C¨®rcega, Libert Bou, precisamente nacido en la isla, expuso en su informe sobre este problema el mecanismo por el cual este subdesarrollo tiende a provocar violencia y posiciones pol¨ªticas separatistas. "Despu¨¦s de la p¨¦rdida del imperio colonial", dec¨ªa, "muchos emigrantes han querido retornar a C¨®rcega, y paralelamente, como sucede un poco en todos los sitios, los j¨®venes, por razones vitales y de amor a la tierra, reivindican su derecho a vivir y trabajar en su pa¨ªs". Pero como ya apunt¨¢bamos m¨¢s atr¨¢s, el 56% de los empleos est¨¢n ocupados por continentales, y en la Administraci¨®n, la proporci¨®n es a¨²n mayor, quedando para los isle?os los peores trabajos y los m¨¢s espor¨¢dicos. "Esto hace que el corso", conclu¨ªa Bou, " sienta una amargura, una c¨®lera, un rechazo de todo lo franc¨¦s y una especie de complejo de persecuci¨®n; y como reacci¨®n, el retorno a sus fuentes, a su cultura, a la lengua corsa; en resumen, la b¨²squeda de su identidad perdida". Quien no reconozca en esta descripci¨®n el proceso sociol¨®gico y pol¨ªtico de las islas Canarias en estos ¨²ltimos a?os es que no est¨¢ al tanto del sentir de sus gentes ni de las realidades del archipi¨¦lago.
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