Rosal¨ªa Dans
El teatro Reina Victoria fue levantado despu¨¦s de la guerra por Lusarreta, que deb¨ªa ser algo as¨ª como maestro de obras. Desde hace unas temporadas, es el que inaugura la rentr¨¦e teatral en Madrid, y la otra noche ha sido con una funci¨®n de Vargas Llosa. Lo malo para estas funciones inaugurales es que el espect¨¢culo est¨¢ en el patio de butacas, mucho m¨¢s que en el escenario.Leopoldo Calvo Sotelo, Fraga Iribarne (que s¨®lo vio como veinte minutos de obra), el ministro Oliart, que me elogia un art¨ªculo, Charo L¨®pez, Fernando Delgado, Mary Carrillo, Conchita Montes, Jos¨¦ Carlos Plaza, el autor en un palco, Robles Piquer, Sartorius, que me pregunta por la bajada a los camerinos -?ser¨¢ la fijaci¨®n del pec¨¦ con la subterraneidad?-, y que parece muy puesto para la temporada electoral, el embajador Juan Ignacio Tena Ybarra, no s¨¦ si Silva Mu?oz, Aurora Bautista (en el escenario), una negra que me hace una entrevista sobre la comedia, m¨¢s gente que bucatas y un fot¨®grafo que s¨®lo ha venido a retratar el desnudo fugaz de Rosal¨ªa Dans:
-A m¨ª, Umbral -me dice Rosal¨ªa-, los ensayos me aburren mucho, y siempre me dorm¨ªa, y el director me re?¨ªa por eso, y encima libro los viernes, que me parece una cosa hortera, eso de librar; librar y variz son palabras que no me gustan, la gente se mov¨ªa mucho en las butacas, o las butacas hac¨ªan moverse a la gente, y encima tos¨ªan, y la sensaci¨®n en la compa?¨ªa es de que hemos triunfado a tope, yo ya me siento una c¨®mica antigua, un poco entretenida de alguien, viviendo en un piso sin luces a la calle, con ventilador y yogures en la fresquera, para cuando venga a verme mi hombre, me gusta tanto ser antigua, pero no me gustan, ya te digo, palabras como librar, quiero hacer una pel¨ªcula y tener una vida borrascosa para ser una estrella y que a mis estrenos vayan muchos ministros.
Rosal¨ªa Dans tiene una escena en el primer acto y otra en el segundo. La del primero es una escena l¨¦sbico / s¨¢fica, o insinuada, con Aurora Bautista, y hubo un amago de aplauso a la chica. Viene Miguel Angel Aguilar, con su humor-facundo:
-Estoy seguro de que ese ¨²nico aplauso ha sido tuyo, Umbral.
En el segundo acto, como ning¨²n autor est¨¢ seguro de su comedia (y menos uno que: no lo es, porque viene de otros g¨¦neros), Rosal¨ªa tiene un desnudo integral, crudo y rudo, que est¨¢ dado gratuitamente en el texto y torpemente por el director, sin esa desrealizaci¨®n que es la clave del erotismo.
El poeta Luis Anitonio de Villena, que estaba en la butaca de delante, se sentir¨¢ de acuerdo conmigo y con Andy Warhol en que "el sexo es nostalgia del sexo". As¨ª y todo, m¨¢s importante que la desnudez juvenil de la chica, me parece la desnudez de sus declaraciones, donde siempre hay una iron¨ªa passota (los passotas tambi¨¦n quieren ser antiguos, huir de la Historia, del presente) sobre s¨ª misma y lo que est¨¢ haciendo:
-O sea que Fraga se fue sin ver mi desnudo.
Creo que, pese a lo mal dado, ese desnudo joven fue la ¨²nica piltrafa dorada de autenticidad (o precisamente por lo mal dado) en una noche convencional en que se aplauden unos nombres -Aurora, Vargas Llosa- m¨¢s que una obra, y los ministros vienen a hacer campa?a con su presencia, y Fraga irrumpe en un espect¨¢culo que como ministro de espect¨¢culos habr¨ªa prohibido.
En la noche de las convenciones y el pacto social de Madrid consigo mismo (aplausos a una obra que no gusta y saludos entre pol¨ªticos que se detestan), s¨®lo la presencia desnuda, ruda y directa de la joven c¨®mica, la Dans, nos dice silenciosamente que todos mentimos.
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