Los asesinos de Steve Biko siguen sueltos
Los responsables del asesinato del joven dirigente antisegregacionista tienen nombres y apellidos conocidos, y siguen en libertad en Sur¨¢frica
Tal como se?al¨¦ hace cinco a?os, cuando mi columna fue suprimida por una prohibici¨®n del Gobierno surafricano, los asesinos de Steve Biko siguen en libertad bajo protecci¨®n del Gobierno; consecuentemente, el caso no puede considerarse cerrado ni el crimen olvidado.Aunque lo que a¨²n queda del sistema legal surafricano prescribe el juicio por el delito en primer grado de asesinato, y en grado inferior de homicidio, y a pesar de que existen pruebas aparentes en este caso para iniciar el proceso por cualquiera de los dos cargos, tal proceso no ha tenido lugar.
El caso sigue siendo encubierto; Africa del Sur debe pagar su culpa, por encima del ostracismo internacional, del aislamiento deportivo y de la presi¨®n econ¨®mica exterior, a costa de verse enfrentada a una acusaci¨®n continua e incesante, hasta que se vuelva a abrir el caso Biko y los culpables comparezcan ante la justicia.
Su identificaci¨®n no es dificil. Existen pruebas m¨¦dicas claras, obtenidas durante la investigaci¨®n parcial e insuficiente llevada a cabo en 1977, de la que la muerte de Biko fue causada por golpes en la cabeza, que provocaron lesiones en el cerebro, y de que los golpes fueron recibidos en un momento verificable en el que ¨²nicamente unos cuantos agentes de la Polic¨ªa de Seguridad, cuya identidad es perfectamente conocida, ten¨ªan acceso a la celda de aislamiento.
La manera obvia de comenzar una investigaci¨®n como corresponde es citando ante el juez a J. T. Kruger, ministro de Polic¨ªa en la ¨¦poca del crimen, con acceso a la informaci¨®n de su departamento sobre qui¨¦nes eran los interrogadores que estaban con Biko y en qu¨¦ momento preciso. Igualmente se le podr¨ªa preguntar sobre su actitud p¨²blica sobre el caso en aquella ¨¦poca.
Recordar¨¢n que Kruger expres¨® p¨²blicamente su indiferencia sobre la muerte de Biko, diciendo que "le dejaba fr¨ªo", y a?adiendo, con crueldad, otros comentarios chistosos, que hicieron re¨ªr a los miembros del partido en el Gobierno. Tambi¨¦n recordar¨¢n que Kruger quiso hacer ver en un primer momento que Biko hab¨ªa muerto a consecuencia de una huelga de hambre, sugerencia que la autopsia desminti¨®, y posteriormente dio la versi¨®n del tratamiento m¨¦dico a que estaba sometido Biko; la investigaci¨®n demostr¨® que las afirmaciones de Kruger eran una parodia.
En la ¨¦poca de la investigaci¨®n, Kruger, en calidad de ministro del Gabinete, se hallaba exento de la obligaci¨®n de declarar ante el juez, pero actualmente ya no forma parte del Gabinete por su incompatibilidad personal con el primer ministro, Botha, por lo que se le puede citar a declarar e interrogarle sobre los hechos de septiembre de 1977 en las celdas de la Polic¨ªa de Seguridad, de las cuales era pol¨ªticamente responsable.
24 muertes
Es decir, se le podr¨ªa citar a declarar y podr¨ªan iniciarse los procedimientos mencionados si el Gobierno surafricano quisiera en alg¨²n momento, por cualquier causa, retirar su protecci¨®n a los principales sospechosos e investigar el caso como corresponde.
Una vez en el banquillo de los testigos, se le podr¨ªa preguntar a Kruger tambi¨¦n por las causas por las que un m¨ªnimo de veinticuatro prisioneros pol¨ªticos, encarcelados sin juicio, murieron de forma violenta mientras se hallaban bajo custodia de la Polic¨ªa de Seguridad durante su breve mandato como ministro de Polic¨ªa...
Tambi¨¦n est¨¢ el antiguo coronel Goosen, ascendido de categor¨ªa desde entonces, que era el agente de la Polic¨ªa de Seguridad directamente responsable de la que result¨® ser la celda en la que muri¨® Biko. Se le podr¨ªa citar ante el juez e interrogarle, teniendo como base las nuevas declaraciones de Kruger, y revisar su ascenso en base a la nueva informaci¨®n que podr¨ªa salir a la luz.
Hay, adem¨¢s, dos agentes de la Polic¨ªa de Seguridad, Siebert y Wilken, que, seg¨²n consta en los archivos, fueron los dos interrogadores que m¨¢s acceso tuvieron a Biko durante sus ¨²ltimas horas, y, al menos, dos m¨¦dicos de la c¨¢rcel, cuyas declaraciones durante la investigaci¨®n llevada a cabo en 1977 deber¨ªan haber sido motivo para su expulsi¨®n de la profesi¨®n m¨¦dica, y para su procesamiento como, por lo menos, culpables de homicidio.
Hasta que se pongan en marcha tales medidas en Africa del Sur, habr¨¢ que suponer, con toda justificaci¨®n, que la culpabilidad de la muerte de Biko es compartida por todo el Gobierno y, al menos, por los escalafones inferiores del partido en el poder.
Naturalmente, ning¨²n miembro de ese Gobierno o de ese partido protest¨®, dimiti¨® o dio mayor importancia al crimen, y la mayor¨ªa de los ciudadanos blancos de Africa del Sur, gracias a su continuo apoyo a ese Gobierno y a ese partido, no ten¨ªan seguramente ning¨²n deseo de hacerse insolidarios de tal acto.
Consecuentemente, tienen que pensar, l¨®gicamente, que su Gobierno va a continuar pagando el precio del oprobio internacional por el caso Biko y por los muchos otros asesinatos y atropellos contra los disidentes y, mediante las 317 leyes raciales del sistema de apartheid, contra la mayor¨ªa negra de Africa del Sur en su generalidad.
Mis compatriotas blancos de Africa del Sur preguntan con frecuencia qu¨¦ es lo que Africa del Sur tiene que hacer para ganarse la aceptaci¨®n internacional, tras todos estos a?os como naci¨®n proscrita. La respuesta es:
1. Derogar todas las leyes raciales.
2. Dar igualdad de derechos civiles a todos los ciudadanos.
3. Juzgar a los asesinos de Steve Bilo, del doctor Neil Aggett y de los otros 46 disidentes pol¨ªticos muertos de manera violenta a manos de la Polic¨ªa de Seguridad.
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