Deshojando la abunida margarita

?Qu¨¦ hace un matrimonio cuando ha llegado al l¨ªmite de su convivencia y da paso a un aburrimiento implacable? Unos se separan, otros se toleran, otros se matan. Cualquier cosa es l¨ªcita menos contagiar su aburrimiento a los dem¨¢s. Pero no han ca¨ªdo en ese caritativo detalle los guionistas de Despu¨¦s del amor y, de forma tambi¨¦n implacable, han decidido salpicar de aburrimiento toda su pel¨ªcula.Un fragmento de violencia verbal entre la pareja que se quiso y ya no se quiere da paso a otro de reconciliaci¨®n para indicar que ahora es cuando se quieren y no se quisieron. Un poquito de adulterio da paso a unas gotas de soledad de hijas abandonadas, un toque de cr¨ªtica al machismo del esposo equivale, a otro de ego¨ªsmo de la esposa.

Luego m¨¢s reconcialiaci¨®n, otra pelea, m¨¢s hijas solas, otra vez los amantes.... todo bien batido, resuelto probablemente con un ordenador electr¨®nico que no deja posibilidad sin insinuar, aunque ninguna de ellas parta de una sinceridad m¨ªnima, de un intento distinto que el de ofrecer en el mercado la perfecta pel¨ªcula c¨®ctel que a todos hace referencia aunque a ninguno refleje.

Conserva los intentos de Albert Finney y Diane Keaton por dar a sus personajes el calor real que el bien les ha negado. Lo consiguen espor¨¢dicamente porque son dos espl¨¦ndidos actores.

Pero no bastan para transformar Despu¨¦s del amor en la cr¨®nica de la crisis matrimonial que la pel¨ªcula finje ser.