Una 'asignatura' absurda
En su versi¨®n urbana, el transporte escolar representa el fracaso de una pol¨ªtica educativa que, so pretexto de libertad empresarial de ense?anza, reh¨²sa una y otra vez encararse con los m¨ªnimos requerimientos del servicio educativo. Se ha dicho ya en todos los tonos. Lo que la mayor¨ªa de las familias urbanas desea es que el colegio est¨¦ cerca de casa. Que acabemos con ese alucinante espect¨¢culo que ofrecen cada ma?ana y cada tarde miles de ni?os semidormidos que, restando horas al sue?o, al descanso y al juego, cruzan la ciudad, congestionando el tr¨¢fico y a?adiendo a sus asignaturas las dos o tres horas de transporte. Millones de pesetas -en gasolina, en gastos improductivos- y muchas energ¨ªas humanas se ahorrar¨ªan si la planificaci¨®n educativa tuviera como primera prioridad el que los escolares vayan a pie al colegio, como ocurre en la mayor¨ªa de las ciudades europeas. La especulaci¨®n urbana y la inercia gubernamental han contribuido a la irracionalidad vigente, y para colmo, un mercado subvencionado diversifica a¨²n m¨¢s la oferta educativa.En su versi¨®n rural, el tema del transporte, que cada a?o salta a las p¨¢ginas de los peri¨®dicos con esas muertes escolares tan dolorosas como gratuitas, forma parte de otro contexto: la pobreza relativa de un medio que tiene peor escolaridad como tiene peor de todo lo dem¨¢s. La educaci¨®n rural espa?ola trata de imitar a la urbana, propiciando la escolaridad formal, cuando en otros pa¨ªses de parecida problem¨¢tica se est¨¢n poniendo en pr¨¢ctica innovaciones pedag¨®gicas tales como los medios audiovisuales, la formaci¨®n de monitores familiares y los campamentos de aprendizaje, que sustituyen con ventaja ese diario tr¨¢fico de ni?os por malas carreteras. La soluci¨®n de subvencionar a los empresarios de los autobuses es una muestra m¨¢s de la pereza gubernamental, que prefiere alimentar el comercio en tomo a la educaci¨®n que resolver las cuestiones estructurales.
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