"Son libaneses con acento de la monta?a. Van a matarnos"
"La matanza dur¨® casi tres d¨ªas. Del jueves por la tarde a esta m?ana (la del domingo), y s¨®lo han podido huir los que sab¨ªan correr", cuenta una madre de familia del campo de Chatila que se ha salvado junto con todos sus hijos.
"El jueves, tras nuevos bombardeos de la artiller¨ªa sobre los campos, vimos avanzar a primeras horas de la tarde a soldados con cascos, armados. Les tomamos por israel¨ªes. Nos escondimos porque hab¨ªa un francotirador. Despu¨¦s comenzaron a salir grupos de personas con banderas blancas y avanzaron hacia los soldados. Estos les llevaron m¨¢s le os"."Al avanzar", recuerda la mujer, "gritaban por un altavoz: 'Salid y rend¨ªos!'. Pero yo dije a mi familia: 'Son libaneses, con acento de la monta?a. Van a matarnos'. "Mucha gente, en medio de los disparos y la confusi¨®n, no se atrev¨ªa ni a salir de casa", dice esta mujer, que consigui¨® convencer a sus hijos y a su cu?ado de que, abandonaran la casa por detr¨¢s y a gatas. "Fuimos arrastr¨¢ndonos hasta las afueras de Chatila, despu¨¦s huimos corriendo. Mi marido no pudo venir con nosotros. Despu¨¦s no le he vuelto a ver, no estaba en casa cuando volvimos esta ma?ana".
"Mi vecina, que viv¨ªa enfrente, se qued¨® en su casa con su familia, Sin duda, no se dieron cuenta de lo que pasaba. Hace tanto tiempo que vivimos en el ruido de los combates y de los bombardeos", prosigue la superviviente. "La hemos encontrado con las manos y los pies atados, degollada con un cuchillo. La hab¨ªan arrancado la falda. Creo que fue violada. El resto de su familia ha desaparecido".
Uniformes verde mostaza
Al hablar de la identidad de los atacantes, esta mujer da algunos detalles: "Desde el jueves hasta la ma?ana del domingo, no hemos visto un soldado israel¨ª. Los que vinieron ten¨ªan uniformes verde mostaza y no llevaban ninguna insignia, mejor dicho llevaban a la vez sobre el pecho la de las Fuerzas Libanesas (milicias cristianas unificadas) y sobre el hombro la del Ej¨¦rcito del L¨ªbano Libre (de Saad Haddad)". Varios testigos que escuchan el relato confirman este detalle. En el calor de la ma?ana dominical, el aire es irr¨¦spirable. Los cad¨¢veres, hinchados, llenan las calles: ancianos, mujeres, ni?os, animales dom¨¦sticos y hasta tres caballos destripados en sus cuadras.
La superviviente, que ha venido a la b¨²squeda de sus padres, sus amigos, de lo que queda de su casa, dice: "Queremos quedarnos, pues aqu¨ª est¨¢ nuestra casa, pero con la condici¨®n de que el Ej¨¦rcito liban¨¦s nos proteja".
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