Cinco ministros de Trabajo no pudieron con el paro
Cinco ministros en poco m¨¢s de tres a?os, el entramado legislativo de un nuevo modelo de relaciones laborales, la presencia institucional de los sindicatos de clase, la concertaci¨®n social y una conflictividad laboral fragmentada, pero creciente, como consecuencia de los cierres empresariales y expedientes de regulaci¨®n de plantilla, son los aspectos m¨¢s significativos con que se ha tenido que enfrentar un Ministerio inventado para resolver la confrontaci¨®n social. A pesar de los nuevos usos democr¨¢ticos, parad¨®jicamente, la intervenci¨®n de este departamento ha sido superior a la de pasadas ¨¦pocas, cuando no era reconocida la autonom¨ªa de las partes que intervienen en la negociaci¨®n colectiva. En medio de todo, el drama del paro, problema sin resolver.El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social ha sido un departamento el¨¢stico en los ¨²ltimos tres a?os. Su estructura org¨¢nica y el ¨¢mbito de sus competencias han crecido y decrecido al vaiv¨¦n de la coyuntura pol¨ªtica. En los pasillos del Ministerio todav¨ªa se cuenta que uno de sus titulares exigi¨®, para aceptar su nombramiento, que lo que s¨®lo era Trabajo se convirtiera en un superministerio, con las competencias a?adidas de Sanidad y Seguridad Social. Fue precisamente el a?adido sanitario el que proporcion¨® la carcoma que desemboc¨® en su cese.
Nunca ha sido Trabajo un departamento apetecido por hombres con amplia perspectiva de aventura pol¨ªtica. Para muchos, es el Ministerio que m¨¢s quema, y lo se?alan -para lecci¨®n de futuros Gobiernos que deseen esquivar problemas- como la ubicaci¨®n ideal de compa?eros de viaje en Gabinetes de coalici¨®n.
De las 77.853 personas que componen la plantilla del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 53.097 son funcionarios. El resto es personal laboral, contratado o eventual. La estructura del departamento es compleja. Once organismos aut¨®nomos, entre los que se cuentan el Instituto Nacional de Empleo, el Instituto de Mediaci¨®n, Arbitraje y Conciliaci¨®n y la Organizaci¨®n de Trabajos Portuarios, dan empleo a 34.491 personas. En los dos organismos de la Seguridad Social trabajan 33.528. No es, una plantilla excesiva, seg¨²n criterio del interior de la casa, sino, en todo caso, "mal utilizada". Ninguno de los altos cargos del Ministerio, todos ellos funcionarios, ha cedido a la tentaci¨®n de integrar las listas electorales, a pesar de que "no han faltado ofertas".
Un departamento comod¨ªn
Para los sindicatos, la gesti¨®n durante la actual legislatura ha tenido graves deficiencias. Comisiones Obreras denuncia el car¨¢cter de "comod¨ªn que este Ministerio, b¨¢sico en cualquier Estado moderno, ha tenido para el partido en el poder". Aspecto en el que coincide UGT, para quien los continuos cambios de titular han creado "un cierto confusionismo, que ha repercutido negativamente en su funcionamiento".
Ambas centrales se a¨²nan al criticar el escaso desarrollo legislativo, del nuevo marco de relaciones laborales y la carencia de consultas a los sindicatos, la deficiente gesti¨®n en ciertos organismos del departamento, la falta de soluci¨®n a la devoluci¨®n del patrimonio y, como matiza Juli¨¢n Ariza, de CC OO, "la falta de voluntad en la participaci¨®n institucional de los sindicatos, que ha supuesto una constante batalla frente a la reticencia de la Administraci¨®n". Pedro Guarde?o, de UGT, constata que "en Trabajo se ha producido, en definitiva, la cristalizaci¨®n de una pol¨ªtica social regresiva del Gobierno de UCD".
El paro que crece sin remedio
Rafael Calvo Ortega (catedr¨¢tico de Econom¨ªa Pol¨ªtica y Hacienda P¨²blica, 44 a?os) estaba ya en el cargo antes de que las elecciones legislativas de marzo de 1979 dieran la continuidad en el Gobierno al partido de Su¨¢rez. Hab¨ªa sucedido en febrero de 1978 a Jim¨¦nez de Parga, y lleg¨® al Ministerio de Trabajo equipado con su tenacidad para el trabajo y no peque?as dosis de optimismo. Cuando en abril de 1978 el n¨²mero de parados era de 722.000 se atrevi¨® a dictaminar que, en su opini¨®n, la cifra no era alarmante. Su optimismo se derivaba entonces de las medidas previstas en los pactos de la Moncloa, en cuya gestaci¨®n intervino activamente, pero que, como ministro, no tuvo muchas oportunidades de aplicar. Cuando en mayo de 1980 dej¨® el cargo para asumir la secretar¨ªa de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, los parados hab¨ªan crecido hasta 1.250.000.
Su buena voluntad qued¨® tambi¨¦n de manifiesto cuando calific¨® al Estatuto de los Trabajadores de "bueno, porque ven¨ªa a rellenar un vac¨ªo legislativo". Y, aunque ello era cierto, el Estatuto de los Trabajadores, dej¨® fuera de su ¨¢mbito a los funcionarios del Estado, la Administraci¨®n adopt¨® una actitud salom¨®nica en los temas que enfrentaban a las dos centrales mayoritarias y, a pesar de suponer la definitiva consolidaci¨®n de la estructura laboral en el marco democr¨¢tico constitucional, ninguna de las partes qued¨® plenamente satisfecha. Las negociaciones que Calvo Ortega llev¨® directamente con representantes del PSOE para buscar el acuerdo que hiciera posible su aprobaci¨®n parlamentaria generaron la oposici¨®n de CC OO. Como consecuencia de los pactos, el t¨ªtulo referente a conflictos colectivos y cierre patronal qued¨® excluido.
La devoluci¨®n del patrimonio comenz¨® a ser contemplada, pero prologada por los graves problemas para su ejecuci¨®n. Calvo Ortega, antes de su despedida, anunci¨® la reforma del sistema de empleo comunitario, la piedra de toque de graves conflictos, casi siempre protagonizados por los campesinos andaluces. Su partida coincidi¨® con la celebraci¨®n del Uno de Mayo, fiesta de los trabajadores y que en el pasado hab¨ªa estado camuflada bajo la advocaci¨®n de San Jos¨¦ Artesano.
Un ministro fugaz
Salvador S¨¢nchez Ter¨¢n lleg¨® al Ministerio a sus 46 a?os reci¨¦n cumplidos. Ingeniero de caminos, ven¨ªa acompa?ado por su fama de eficaz. Procedente de Transportes, su estancia en Trabajo ocup¨® el tiempo necesario para conectar con Telef¨®nica, su posterior destino. Sin embargo, s¨ª tuvo ocasi¨®n de sacar a la luz uno de los textos que m¨¢s cr¨ªticas han venido soportando desde que apareciera en el Bolet¨ªn Oficial del Estado: la Ley B¨¢sica de Empleo. Roto el di¨¢logo con las centrales, el principal punto de desacuerdo radic¨® en el plazo de la cobertura de desempleo, que los sindicatos ped¨ªan de dos a?os y que qued¨® condicionado al per¨ªodo de cotizaci¨®n, con un m¨¢ximo de dieciocho meses.
Tanto CC OO como UGT coinciden ahora en se?alar que es posiblemente la Ley B¨¢sica de Empleo, que Calvo Ortega dej¨® en la carpeta de pendiente, una de las "normativas m¨¢s nefastas" de las aparecidas en este per¨ªodo legislativo, y que para su elaboraci¨®n hubiera sido necesario contar con las centrales.
La primera urgencia del ministro fue desbloquear el vidrioso tema del patrimonio sindical; no as¨ª la regulaci¨®n de la huelga, que qued¨® aplazada sine die. En 1980, el Ministerio colabor¨® activamente en la ceremonia de la confusi¨®n de los datos de las elecciones sindicales, que supusieron la consolidaci¨®n de las dos centrales mayoritarias, CC OO y UGT. Fue S¨¢nchez Ter¨¢n el que intent¨® continuar la tercera v¨ªa con la preparaci¨®n de una orden ministerial que, en opini¨®n de otras centrales, buscaba favorecer a Uni¨®n Sindical Obrera (USO) de cara a pr¨®ximos comicios sindicales.
Entre los asuntos que figuraban en su agenda mientras ocup¨® la cartera de Trabajo, seg¨²n sus m¨¢s ¨ªntimos colaboradores, estaba un programa de empleo que no lleg¨® a poner en pr¨¢ctica y que se basaba en el desarrollo de aquellos aspectos del Estatuto de los Trabajadores relacionados con las distintas modalidades de contrataci¨®n.
En septiembre de 1980, S¨¢nchez Ter¨¢n cede la cartera de Trabajo a F¨¦lix Manuel P¨¦rez Miyares (abogado, 44 a?os, antiguo delegado provincial de los sindicatos verticales, diputado y presidente de la UCD andaluza). A su llegada, sus dos principales objetivos, que no se ver¨ªan logrados, eran la lucha contra el falso paro y la reforma del empleo comunitario. Dotado de gran simpat¨ªa personal, como aseguran sus colaboradores, P¨¦rez Miyares lleva a cabo por primera vez en la historia del pa¨ªs la regulaci¨®n laboral de los deportistas profesionales.
Fue un ministro partidario de un sindicato adecuado a la militancia de UCD. Quiz¨¢ por eso le acusaron de connivencias con la USO, que ¨¦l siempre neg¨®, aunque reconoci¨® que a los obreros que en Huelva le ped¨ªan su consejo no ten¨ªa m¨¢s remedio que decirles: "No te apuntes a ninguno de los sindicatos marxistas que me llevan la contraria en el Congreso de los Diputados". Durante su mandato no quiso hablar de la devoluci¨®n del patrimonio sindical, "porque no hay acuerdo sobre las cuant¨ªas".
Con una "clara vocaci¨®n pol¨ªtica en el mundo del trabajo", como ¨¦l mismo manifestara reci¨¦n jurado el cargo, su breve permanencia en el edificio de los Nuevos Ministerios est¨¢ impregnada por el deseo de reformar el empleo comunitario y los primeros intentos de concretar los programas de reestructuraci¨®n sectorial con los conflictivos expedientes de regulaci¨®n de empleo.
Problema sanitario para un superministerio
En febrero de 198 1, una vez que se produce la dimisi¨®n de Adolfo Su¨¢rez y recientes a¨²n los ecos del frustrado golpe de Estado, un catedr¨¢tico de Optica, con larga experiencia en el entramado administrativo, Jes¨²s Sancho Rof (cuarenta a?os), consigui¨® el sue?o dorado de tener en sus manos, a?adido a Trabajo, el impresionante presupuesto de la Seguridad Social, adem¨¢s de la gesti¨®n del aparato sanitario. Trabajo qued¨® absorbido en un superministerio: Ministerio de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, con un presupuesto superior al del resto del Estado.
El nuevo ministro lleg¨® con grandes planes. Sin embargo, a los dos meses, una epidemia impidi¨® su realizaci¨®n. El s¨ªndrome t¨®xico, envenenamiento masivo producido por aceite de colza adulterado, fue el factor determinante de su gesti¨®n y el que, finalmente, provoc¨® su cese.
En el ¨¢rea de Trabajo, su gesti¨®n se inicia con el objetivo de cumplir la propuesta que el presidente Calvo Sotelo expres¨® en su discurso de investidura: una pol¨ªtica de concertaci¨®n social, que se traducir¨ªa, posteriormente, en el Acuerdo Nacional sobre Empleo (ANE). Un pacto que ha presidido las relaciones laborales en el ¨²ltimo a?o, ha intentado poner freno al desempleo y ha consolidado institucionalmente a las dos centrales mayoritarias. Si siempre el Ministerio de Trabajo ha estado condicionado por el paro, el ANE viene a reforzar la necesidad de buscar una pol¨ªtica de empleo que ponga fin a remedios coyunturales.
Santiago Rodr¨ªguez Miranda recoge la herencia de un Ministerio aliviado del ¨¢rea de Sanidad. El nuevo ministro (cuarenta a?os, abogado del Estado y fundador del Partido Social Dem¨®crata Balear) lleg¨® a finales de 1981 con una obsesi¨®n: terminar con "la Seguridad Social del despilfarro". Reformar la estructura de la Seguridad Social, terminar con el fraude en la percepci¨®n del desempleo y poner remedio al desempleo -"el principal problema del pa¨ªs"- son las metas que se plante¨® al asumir el cargo. Precisamente la reforma de la Seguridad Social, con la presentaci¨®n de las denominadas sesenta medidas, fruto de largas y entrecortadas reuniones, desencadena, tanto por parte de empresarios como de trabajadores, los ataques m¨¢s furibundos que el actual titular ha tenido que soportar.
Su af¨¢n por combatir la corrupci¨®n comenz¨® en el propio Ministerio. Los funcionarios que dejaban una segunda chaqueta en el respaldo de su silla de trabajo mientras acud¨ªan al pluriempleo renegaron por lo bajo de las "¨ªnfulas del nuevo ministro". Los ¨¢rboles le impidieron ver el bosque. Su excesivo ¨¦nfasis en perseguir a los supuestos defraudadores del seguro de desempleo le ha impedido corregir las graves deficiencias y retrasos de las prestaciones, evitar el desigual reparto de los fondos del empleo comunitario y resolver los problemas presupuestarios de algunos de los institutos.
Con Rodr¨ªguez Miranda, la contrataci¨®n temporal pactada en el ANE sufre nuevas modificaciones y le enfrenta con los dos sindicatos mayoritarios y la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones Empresariales (CEOE), firmantes del acuerdo. Se inicia, en el fondo, una t¨ªmida flexibilidad de plantillas, que los empresarios han venido demandando desde que el Estado proteccionista iniciara su declive.
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