La crisis de la econom¨ªa alemana
La Rep¨²blica Federal de Alemania se encuentra en una crisis pol¨ªtica que ha acabado pronto con el largo per¨ªodo de gobierno de coalici¨®n entre los partidos socialdem¨®crata y liberal, iniciado en oto?o de 1969 y renovado en tres ocasiones (la ¨²ltima tras las elecciones generales en 1980, que hab¨ªa ganado el partido cristiano-dem¨®crata). Lo que m¨¢s hab¨ªa entibiado ¨²ltimamente las relaciones entre ambos partidos gubernamentales es una profunda disparidad de criterios en cuanto a la configuraci¨®n e implantaci¨®n de una pol¨ªtica econ¨®mica que ayude a revitalizar la econom¨ªa alemana. Los socialdem¨®cratas abogan por soluciones intervencionistas, mientras que numerosos liberales (como muchos democristianos desde la oposici¨®n) hacen hincapi¨¦. en la necesidad de estimular la iniciativa privada. El canciller Helmut Schmidt, socialdem¨®crata, siempre se hab¨ªa mostrado partidario de planteamientos pro mercado, hasta que recientemente se dej¨® vencer en sentido contrario por las presiones ejercidas desde su propio partido y por los sindicatos laborales.La econom¨ªa alemana realmente atraviesa una fase delicada. Caracterizada durante varios lustros por una enorme capacidad de crecimiento, de, absorci¨®n de mano de obra (incluidos millones de refugiados del este europeo e inmigrantes de la Europa meridional) y de asimilaci¨®n e innovaci¨®n tecnol¨®gica, experimenta ahora un estancamiento cr¨®nico. El producto nacional bruto (PNB) real, que en 1980 ya s¨®lo hab¨ªa aumentado en un 1,8%, disminuy¨® en 1981 en un 0,3% y apenas crecer¨¢ en 1982 y 1983. El paro laboral afecta ya al 7,2% de la poblaci¨®n activa (1,8 millones de personas) y todos los pron¨®sticos se?alan una trayectoria ascendente para el futuro inmediato. La aton¨ªa con respecto a inversiones de ampliaci¨®n de capacidad productiva es generalizada: en los a?os sesenta la cuota de inversi¨®n fija en el PNB giraba alrededor del 25%, actualmente est¨¢ en un 20%. La industria viene perdiendo competitividad internacional incluso en sectores en los que el pa¨ªs manten¨ªa posiciones de liderazgo (bienes de equipo, autom¨®viles, productos qu¨ªmicos). La dedicaci¨®n de las empresas a la investigaci¨®n aplicada ha perdido fuerza. Y como consecuencia de todo esto comienzan a temblar los cimientos del sistema de la Seguridad Social, que en muchas partes del mundo se considera como ejemplar, pero que s¨®lo es viable en una econom¨ªa con crecimiento duradero.
Como en otros pa¨ªses, tambi¨¦n en la Rep¨²blica Federal de Alemania el Gobierno buscaba, y los socialdem¨®cratas siguen buscando, las causas del estancamiento econ¨®mico en factores externos, tales como la explosi¨®n de los precios petrol¨ªferos, la creciente competencia desencadenada por los exportadores de Jap¨®n y de los llamados nuevos pa¨ªses industriales, la recesi¨®n econ¨®mica en otros pa¨ªses de la OCDE y los elevados tipos de inter¨¦s que acompa?an la pol¨ªtica econ¨®mica norteamericana.
El Estado-benefactor
Si bien es obvio que un pa¨ªs tan integrado en la econom¨ªa mundial como lo est¨¢ la Rep¨²blica Federal de Alemania siempre sentir¨¢ de una forma u otra influencias exteriores, a las que simplemente debe adaptarse en su propio bien, el problema es esencialmente de origen interno. La econom¨ªa alemana est¨¢ amenazada por una arteriosclerosis.
La raz¨®n es que el partido socialdem¨®crata, por primera vez en el poder desde 1930, no ha sabido resistir durante los a?os setenta la tentaci¨®n de ampliar el Estado-ben¨¦factor hasta su casi perfecci¨®n, de implantar un sinf¨ªn de pol¨ªticas redistributivas y de incrementar el peso del sector p¨²blico en la econom¨ªa, todo ello con la aprobaci¨®n de los liberales.
Aunque estas actuaciones se basaban en las mejores intenciones imaginables, de hecho han repercutido adversamente en el potencial productivo de la econom¨ªa alemana, como ahora ha quedado de manifiesto.
En el comportamiento de la poblaci¨®n, el sentido de iniciativa y responsabilidad ha quedado sustituido por una mentalidad de reivindicaciones. La expansi¨®n del sector p¨²blico (del 39% al 50% del PNB en diez a?os), junto con un creciente endeudamiento sin contrapartida productiva, ha comprimido notoriamente los m¨¢rgenes de rentabilidad y financiaci¨®n del sector privado, como lo ha hecho tambi¨¦n el alza de los salarios reales y del coste suplementario de la mano de obra; durante los ¨²ltimos diez a?os las empresas alemanas han perdido un tercio de su capital y una fuerte ola de quiebras e insolvencias azota la econom¨ªa (el reciente caso de AEG-Telefunken es solamente el m¨¢s espectacular).
Una mara?a de reglamentaciones burocr¨¢ticas desalientan nuevas inversiones privadas, obstruyen la aplicaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas y desaniman la creaci¨®n de nuevas empresas.
Y por si todo esto fuera poco, cada vez m¨¢s alemanes trasladan sus actividades a la econom¨ªa subterr¨¢nea, donde la presi¨®n fiscal es inferior, los salarios est¨¢n m¨¢s en consonancia con la productividad y las m¨²ltiples. regulaciones burocr¨¢ticas innecesarias pierden su poder.
A pesar de que prestigiosos economistas alemanes han venido advirtiendo estos riesgos. hace tiempo, la pol¨ªtica econ¨®mica gubernamental sigui¨® aferrada en convicciones socializantes y continu¨® aplicando recetas keynesianas, basadas esencialmente en la expansi¨®n,del gasto' p¨²blico y en est¨ªmulos fiscales de la demanda. Todos estos programas han cosechado resultados negativos (menos crecimiento econ¨®mico, m¨¢s paro, m¨¢s inflaci¨®n) y han demorado bastante el proceso, en todo caso inexorable, de adaptaci¨®n del aparato productivo a los nuevos condicionamientos energ¨¦ticos y tecnol¨®gicos, as¨ª como tambi¨¦n a los cambios de la divisi¨®n internacional del trabajo.
Como todos sabemos, la cura de una enfermedad es tanto m¨¢s dif¨ªcil e incluso dolorosa cuanto m¨¢s se tarda en aplicar la medicina adecuada. Esta es la situaci¨®n actual en la Rep¨²blica Federal de Alemania. Hay que reconocer que el concepto de un Estado-benefactor sin limitaciones no tiene futuro y que compromete seriamente la prosperidad de los ciudadanos, sobre todo la de generaciones venideras.
Demandas ut¨®picas
En estas circunstancias la pol¨ªtica econ¨®mica no puede m¨¢s que seguir nuevas pautas, orientarse en criterios de eficiencia y oponerse a demandas ut¨®picas de distribuci¨®n igualitaria. Los socialdem¨®cratas parecen preferir ir a la oposici¨®n parlamentaria que protagonizar un cambio radical. en la pol¨ªtica econ¨®mica. No as¨ª el partido lib¨¦ral (con la excepci¨®n de su ala izquierda).
.Hace unas semanas, su ministro de Econom¨ªa, Otto Lambsdorff, incluso ha elaborado un amplio y espectacular programa de revitalizaci¨®n econ¨®mica que ha desencadenado una fuerte pol¨¦mica en el pa¨ªs porque es decididamente pro mercado y se inspira en colncepciones cl¨¢sicas y neocl¨¢sicas del comportamiento de la econom¨ªa que parec¨ªan haber caldo en olvido durante tantas d¨¦cadas de pensamiento keynesiano. Se intenta fomentar la iniciativa privada y desmantelar los excesivos obst¨¢culos al trabajo, al ahorro, a la inversi¨®n productiva y a la reestructuraci¨®n econ¨®mica; se pretende controlar el gasto p¨²blico (especialmente el consuntivo), suavizar la progresividad del impuesto sobre la renta, reducir o suprimir los impuestos que gravan la industria independientemente de si obtiene o no beneficios y aumentar el impuesto sobre el valor a?adido, (que grava ,el consumo), y se contempla un notable recorte en las prestaciones sociales y de los subsidios a las empresas.
Es obvio que habr¨ªa perdedores a corto plazo y que la mejora del clima econ¨®mico que rodee las inversiones tardar¨ªa en imponerse. Pero, por ardua que sea la tarea, es evidente que hay que empezar cuanto antes.
Ahora bien, este programa radical no pod¨ªa prosperar en la coalici¨®n malograda, y si lo har¨¢ en otra, con el partido cristiano-dem¨®crata, es dif¨ªcil de prever, pues tambi¨¦n en este partido militan muchos partidarios de pol¨ªticas sociales.
Confiemos en que los pol¨ªticos no caer¨¢n en el grave error de creer que pueden encauzar la crisis econ¨®mica gobernando en contra de las fuerzas de mercado. Desencadenar¨ªan, por el contrario, un c¨ªrculo vicioso hacia una depresi¨®n econ¨®mica de tal envergadura que habr¨ªa que temer por la estabilidad pol¨ªtica en el pa¨ªs.
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