Eduardo Pe?a,
embajador de Espa?a en M¨¦xico durante los ¨²ltimos tres a?os, abandon¨® el s¨¢bado la capital azteca bajo el sonido c¨¢lido de los mariachis. Su sucesor, Emilio Casinello, hijo de republicanos exiliados, lleg¨® el lunes discretamente, sin trompetas de bienvenida. Es el signo de los tiempos. A Pe?a le toc¨® la etapa del milagro mexicano: el comercio bilateral se multiplic¨® por veinte, con intercambio de crudos por maquinaria. Casinello, tendr¨¢ que encauzar. las relaciones en tiempo de crisis. Su problema es c¨®mo lograr que algunos de los pocos d¨®lares que M¨¦xico tiene para importaciones se dirijan hacia Espa?a. Sus credenciales son inmejorables: conoce el pa¨ªs como pocos, porque vivi¨® y se educ¨® en ¨¦l. En M¨¦xico tiene amigos, muchos de ellos situados muy cerca del pr¨®ximo presidente, Miguel de la Madrid.
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