Los enfrentamientos con Econom¨ªa dominaron la gesti¨®n del Ministerio de Industria y Energ¨ªa
Sumido inicialmente en una est¨¦ril pol¨¦mica sobre si era el ¨®rgano m¨¢s adecuado para dar a luz la pol¨ªtica industrial de los a?os ochenta o, por el contrario, deb¨ªa limitarse a ser un instrumento de regulaci¨®n y vigilancia de la normativa vigente, el departamento de Industria ha tenido la mala suerte de convertirse en los dos ¨²ltimos a?os en el centro de una singular lucha interministerial, a la que no fueron ajenos ni los intereses particulares de los cuerpos de la Administraci¨®n afectados ni la peculiar personalidad y orientaci¨®n ide¨®logica de sus dos ¨²ltimos titulares.Con todo, el balance final del Ministerio est¨¢ ah¨ª para bien o para mal: reconversi¨®n industrial en marcha en once sectores, revisi¨®n de un programa energ¨¦tico de urgencia aprobado con retraso en 1979, planificaci¨®n de una estrategia de innovaci¨®n tecnol¨®gica con un plan electr¨®nico en elaboraci¨®n, creaci¨®n de un programa de apoyo legal y financiero a la mediana y peque?a empresa, intento de saneamiento del Instituto Nacional de Industria (INI), creaci¨®n del Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH) e intervenci¨®n administrativa de la central nuclear de Lem¨®niz.
Una de las constantes del Ministerio en el desarrollo de su labor, con excepci¨®n quiz¨¢ del primer a?o del cuatrienio, ha sido el aislamiento de sus rectores con relaci¨®n al resto del equipo econ¨®mico del Gobierno, pese a contar con importantes apoyos en la propia industria y en la presidencia del Consejo de Ministros, apoyos que fueron decisivos a la hora de sacar adelante su programa. En esta marginaci¨®n, que dio origen a una sorda e irrisoria batalla entre dos departamentos que est¨¢n bajo el mismo techo (los nov¨ªsimos ministerios de la plaza de Cuzco) y a las ¨®rdenes del mismo Gobierno, ha tenido mucho que ver la eterna lucha entre los cuerpos de la Administraci¨®n, pero quiz¨¢ el factor que m¨¢s ha influido ha sido el propio conglomerado ideol¨®gico que fue Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) desde su creaci¨®n.
El partido en el Gobierno ha dado al Ministerio de Industria, despu¨¦s de las elecciones de 1979, dos titulares de extracci¨®n ideol¨®gica completamente dispar. El primero, y fugaz, fue Carlos Bustelo, alineado con la corriente socialdem¨®crata de UCD y vinculado por estrechos lazos de amistad con el que primero fue ministro de Comercio y despu¨¦s pasar¨ªa a ser ministro de Econom¨ªa y Comercio y, finalmente, vicepresidente de Gobierno para Asuntos Econ¨®micos, Juan Antonio Garc¨ªa D¨ªez. El segundo ha sido, y lo es todav¨ªa, Ignacio Bay¨®n, vinculado desde su inicial etiqueta de independiente con el sector democristiano del actual presidente de UCD, Landelino Lavilla, aunque muy bien relacionado tambi¨¦n con el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo.
Las 'fosas del Atl¨¢ntico'
Entre estos dos hombres, y sus equipos y vinculaciones, ha existido tal laguna a la hora de entenderse que la designaci¨®n del primero (en contra de los deseos del segundo) para la presidencia del Instituto Nacional de Industria (INI), seis meses despu¨¦s de su dimisi¨®n-cese al frente del departamento ministerial, que m¨¢s bien se puede hablar de un oc¨¦ano de proporciones mayores al turbulento Atl¨¢ntico. Los dos ¨²ltimos a?os y medio de gesti¨®n de Ignacio Bay¨®n al frente del Ministerio y de Bustelo en la direcci¨®n del INI, con el paraguas de la vicepresidencia econ¨®mica, han dado al mundo period¨ªstico tal c¨²mulo de an¨¦cdotas e incidentes que podr¨ªan dar a un escritor con imaginaci¨®n tema para m¨¢s de un Guinness del g¨¦nero.Tanto Bustelo como Bay¨®n, en el recuerdo nost¨¢lgico de estos ¨²ltimos a?os, reconocen lo absurda que, de puertas para fuera, pudo parecer esta confrontaci¨®n. Con palabras m¨¢s o menos amargas, delante de un bloc de notas o de un caf¨¦ instant¨¢neo, se aducen "¨ªntereses inconfesables" o posturas ideol¨®gicas para justificar unas actitudes que, en los momentos ¨¢lgidos del enfrentamiento, se plasmaron en un ins¨®lito cruce de documentos y de cartas para la posteridad del cambio. Las ¨²ltimas batallas se remontan, incluso, a la semana pasada por problemas tan min¨²sculos como solucionables en un paseo por los largos pasillos de dos edificios unidos solamente por la evidencia de varias toneladas de cemento.
Pese a la naturaleza de la batalla, la herencia legislativa del Ministerio es bastante extensa y ser¨ªa ingenuo concluir, en este sentido, que el enfrentamiento con Bustelo, por un lado, y con el Ministerio de Econom¨ªa, por otro, anul¨® la capacidad de trabajo y la reconocida eficacia de ambos protagonistas. De Ignacio Bay¨®n, admiten hasta sus cr¨ªticos, dir¨¢n las cr¨®nicas futuras que, sobre todo, fue un hombre trabajador. "El joven m¨¢s viejo que he conocido", seg¨²n expresi¨®n acu?ada por su antecesor.
Letrado del Consejo de Estado y de las Cortes, Bay¨®n ha regido el Ministerio de Industria como si fuera una empresa privada, rodeado en la torre fortaleza de su despacho por un equipo de colaboradores fieles que poco, o pr¨¢cticamente nada, ten¨ªan que ver con la Administraci¨®n o con los ascensos-descensos de la pir¨¢mide del funcionariado. Un estilo que incluso confrontaba a la burocracia interna del Ministerio, verdadero retiro para unos cuerpos de ingenieros y t¨¦cnicos que buscan la tranquilidad de los ¨²ltimos a?os en la Administraci¨®n despu¨¦s de haber pasado con ¨¦xito por la empresa privada.
Contrariamente a Bay¨®n, Carlos Bustelo procede del cuerpo de t¨¦cnicos comerciales del Estado, un grupo administrativo que la transici¨®n pol¨ªtica hall¨® en plenitud de juventud y ansias de hacer cosas y que h¨¢bilmente extendi¨® su red de influencia por todo el aparato del Estado. Su formaci¨®n intelectual y expereriencia profesional son muy distintas no s¨®lo a las de Bay¨®n, sino a las de los hombres que han rodeado al ex presidente. de RENFE a lo largo de su espectacular carrera. Personas como el subsecretario Enrique Aldama, un ingeniero de caminos, o Mariano Garc¨¦s, un empresario procedente de la industria sider¨²rgica vasca y que ha dirigido la reconversi¨®n industrial a base de dinero y decretos y con la ayuda casi exclusiva de sus colegas empresariales.
La teor¨ªa del gradualismo
Con un background tan diferente (comercial y problemas monetarios internacionales), el presidente del INI era l¨®gico que chocara con su sucesor, pese a que su nuevo cargo le obligara a colaborar con ¨¦l. Pero Bustelo -y as¨ª lo recono ce -ahora ten¨ªa sus propias ideas sobre c¨®mo encauzar la reconversi¨®n del sistema productivo espa?ol. No hay que olvidar que, precisamente, la raz¨®n que le dispar¨® del sill¨®n ministerial, en mayo de 1980, apenas al a?o de su nombramiento, fue las diferencias que manten¨ªa con el entonces vicepresidente del Gobierno sobre el gradualismo de la pol¨ªtica de ajuste y el permanente descubrimiento matutino de lo que Fernando Abril Martorell promet¨ªa durante la noche, y a sus espaldas, a sus variopintos interlocutores."Aquello fue un goteo continuo", confiesa uno de sus m¨¢s inmediatos colaboradores. "Lo mismo daba Nervacero que Echeverr¨ªa", a?ade, pese a admitir que e ¨²nico camino viable en aquellos momentos era el "gradualismo, pero un gradualismo sin perder el norte de la tarea que hab¨ªa que realizar". "No hay que olvidar que, en 1979, cuando apenas se hab¨ªa terminado de elaborar la Constituci¨®n democr¨¢tica, la reforma de la industria espa?ola era quiz¨¢ un plato demasiado fuerte para unos sindicatos que hicieron sus primeros cursos de econom¨ªa negociando los Pactos de la Moncloa y para un tejido social endeble que traum¨¢ticamente resist¨ªa el terrorismo pero dif¨ªcilmente pod¨ªa pagar la factura del viaje: pasar de 800.000 al mill¨®n y medio de parados en menos de dos a?os".
Quiz¨¢ en esta imposibilidad forzada de iniciar en 1979 el necesario programa de cambio pueda hallarse la raz¨®n oculta del enfrentamiento de Bustelo con Bay¨®n, de hacer caso a los asesores de este ¨²ltimo. El hecho de que haya sido el segundo quien iniciara y ordenara lo que el primero no pudo hacer (la reconversi¨®n industrial, la programaci¨®n del futuro tecnol¨®gico, la adaptaci¨®n del sector energ¨¦tico a las dos crisis del petr¨®leo, el saneamiento de la empresa p¨²blica, etc¨¦tera) pueda ser el eslab¨®n subliminal de la guerra sorda que ha enfrentado a las dos piezas fundamentales sobre las que iba a basarse la pol¨ªtica de modernizaci¨®n de la industria espa?ola.
En busca de la reconversi¨®n
Pero en este punto, el c¨ªrculo pr¨®ximo a Bustelo es tajante y reacciona con disgusto ante la citada sugerencia. Las cr¨ªticas son feroces en algunos momentos: "Es un timo llamar reconversi¨®n a un saneamiento financiero, a cuenta del Estado, de las empresas. Ni se ha producido reconversi¨®n ni nada. ?D¨®nde est¨¢ acaso la necesaria disminuci¨®n de la capacidad de producci¨®n de la siderurgia integral o la reducci¨®n de las infladas plantillas?". Los comentarios son parecidos cuando se recuerdan otros cap¨ªtulos de la legislaci¨®n: "?Qu¨¦ ha hecho el Instituto Nacional de Hidrocarburos desde su creaci¨®n?", preguntan.Las palabras son mayores si se analizan algunos casos concretos de la gesti¨®n ministerial. El famoso Proyecto Presur (Prerreducidos del Sur, SA), de triste memoria y cuyo desenlace ocupar¨¢ la atenci¨®n de alg¨²n Gobierno m¨¢s que el actual, ha sido quiz¨¢ el ejemplo m¨¢s evidente de hasta d¨®nde se puede llegar en la defensa de posturas contrapuestas. Las acusaciones de una parte a la otra, en apoyo de tesis que guardan una estrecha relaci¨®n con el futuro industrial de este pa¨ªs, han llegado a unos niveles que, muchas veces, descalifican a los que las mantienen. La pol¨¦mica, esta vez, fue incluso p¨²blica y alcanz¨® unas cotas que hasta, muy posiblemente, tuvieron un reflejo evidente en las urnas andaluzas y en el futuro de UCD como partido.
Pero, muchas veces, las posturas divergentes no fueron tan p¨²blicas. La creaci¨®n del Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH) tuvo tambi¨¦n su controversia particular, aunque hoy, incluso sus protagonistas apenas conceden especial atenci¨®n. La salida de las empresas energ¨¦ticas del INI, con destino al INH, pudo ser un obst¨¢culo para los planes del instituto industrial de sanearlo a costa de unas empresas te¨®ricamente m¨¢s rentables como las petroleras Hoy, sin embargo, puede decirse que, pese a este hu¨¦rfano en recursos propios, el INI consigui¨® aprobar a cambio un nuevo sistema de trasladar al Estado su d¨¦ficit cr¨®nico v¨ªa la integraci¨®n parcial del mismo en el presupuesto.
Reconversi¨®n energ¨¦tica
La aceptable, y, hasta buena, labor desarrollada en el frente energ¨¦tico es algo en que todos est¨¢n de acuerdo. Pese al "ejercicio intelectual" que fueron las discusiones previas a la primera redacci¨®n del Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN) de julio de 1979 y el drama de que, durante a?os, triunfara por su comodidad la tesis del "puenteo" de la crisis de 1973-1974, el PEN ha dado en menos de dos a?os resultados concretos, aunque incongruentes a veces. La fuerte reducci¨®n de la dependencia del petr¨®leo importado, el est¨ªmulo del consumo de carb¨®n y el inicio de un t¨ªmido programa de ahorro energ¨¦tico, junto a las fuertes inversiones realizadas en el sector, han sido, quiz¨¢, los datos objetivos que han permitido al sector primario ofrecer resultados positivos, en cuanto al crecimiento econ¨®mico, durante estos ¨²ltimos dos a?os.El PEN de 1979 se qued¨® obsoleto al d¨ªa siguiente de su aprobaci¨®n por el Parlamento, pero de esto quiz¨¢ tenga la culpa el ayatollah Jomeini, que sorprendi¨® al mundo consumidor con una revoluci¨®n en mitad de los pozos de petr¨®leo del golfo P¨¦rsico; y sus vecinos iraqu¨ªes, que le declararon la guerra meses despu¨¦s. La inmediata revisi¨®n del PEN, ahora pendiente de discusi¨®n y aprobaci¨®n parlamentaria, permiti¨® corregir muchos de sus defectos sobre la marcha, pese a que el nuevo Gobierno tenga todav¨ªa que completar alg¨²n cap¨ªtulo, como el del subsector del gas, sujeto a una fuerte dosis de incertidumbre.
Otro interrogante se coloca en el programa de modernizaci¨®n de las refiner¨ªas, pero aqu¨ª s¨®lo el tiempo podr¨¢ confirmar -y quiz¨¢ lo est¨¦ haciendo ya- si la reconversi¨®n era la ¨²nica salida existente, pese a los desequilibrios peri¨®dicos que inevitablemente ha generado en cuanto al aparente exceso de capacidad de las plantas instaladas.
Quiz¨¢ este consenso en cuanto a la buena labor en el sector energ¨¦tico descanse en la existencia de una persona que ha permanecido en el Ministerio pese a los sucesivos cambios en la titularidad. La labor de Luis Maga?a durante casi siete a?os, al frente de la Comisar¨ªa de la Energ¨ªa, ha permitido dar una cierta coherencia al programa energ¨¦tico, al tiempo que ha servido de puente para unir en ocasiones algunas orillas dif¨ªcilmente conciliables. Su labor permanente en el problema generado con la puesta en marcha de la central nuclear de Lem¨®niz ha sido encomiada por todas las partes involucradas, pese al interrogante que supone todav¨ªa este conflicto.
Innovaci¨®n tecnol¨®gica
En el Ministerio de Industria, cuando se analiza hoy la gesti¨®n, se pronuncia una especie de gemido porque, en contra de sus planteamientos previos, no se aprob¨® el plan original de "reindustrializaci¨®n" para el sector, que inclu¨ªa, como ¨²ltima pata de la reconversi¨®n, un amplio programa de innovaci¨®n tecnol¨®gica. Este, seg¨²n estos puntos de vista, se ha tenido que hacer por separado y, aunque la legislaci¨®n presentada es amplia, esta legislatura se quedar¨¢ sin conocer el contenido del Plan Electr¨®nico Nacional, actualmente en fase de elaboraci¨®n.Pero s¨®lo en este cap¨ªtulo, incluido el de la tecnolog¨ªa y la electr¨®nica, se han producido m¨¢s de treinta actuaciones, que van desde una ley de patentes hasta la recuperaci¨®n de residuos s¨®lidos urbanos, pasando las actuaciones del Centro de Desarrollo Tecnol¨®gico Industrial (CEDETI). Otro capitulo importante ha sido el fuerte impulso que se ha dado en el Ministerio a un programa de apoyo financiero y jur¨ªdico para la peque?a y mediana empresa, de cara a la eventual integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE).
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