Joe DiMaggio ya no 'se lo dice con flores' a Marilyn
Joe DiMaggio, el jugador de b¨¦isbol que estuvo casado durante tres a?os con Marilyn Monroe, decidi¨® cortar el pasado d¨ªa 1 de septiembre el v¨ªnculo floral que a¨²n manten¨ªa con el recuerdo de la actriz. Ese d¨ªa, el hombre al que presentan las cr¨®nicas en el que m¨¢s am¨® a la gran estrella, dio orden a la florister¨ªa de Hollywood, la Parisien Florist, de que dejara de enviar el ramo que tres veces a la semana durante los ¨²ltimos veinte a?os hab¨ªa rendido homenaje en la tumba de Marilyn, una cripta de color de rosa en el cementerio de Los Angeles.
Desde la muerte de Marilyn Monroe, en agosto de 1962, un ramillete de rosas llegaba puntualmente todos los lunes, mi¨¦rcoles y viernes a la tumba de la actriz. El hecho no era un secreto, pero tampoco un truco publicitario. Nadie ignoraba que el hombre que se cas¨® con la estrella cuando Su fama como vedette del b¨¦isbol era por lo menos igual a la de la actriz, la hab¨ªa seguido amando m¨¢s all¨¢ de la disoluci¨®n de un matrimonio, que acab¨® no tanto por falta de amor como por el disgusto de un deportista educado a la italiana por el tipo de vida que llevaba o se ve¨ªa obligada a llevar su esposa.Durante las dos d¨¦cadas transcurridas desde el suicidio de Marilyn Monroe, la canibalizaci¨®n de su memoria ha sido constante. La especulaci¨®n no ha cesado sobre sus amores m¨¢s o menos inconfesados, su supuesta relaci¨®n con los dos Kennedy, John y Robert; las memorias y serializaciones diversas, como las de Simone Signoret, que, no sin tacto, relata c¨®mo estuvo a punto de naufragar su matrimonio con Yves Montand en los escollos de la relaci¨®n que se trab¨® entre el actor franc¨¦s y la estrella americana despu¨¦s del rodaje de Let's make love, t¨ªtulo por dem¨¢s apropiado.
Unos y otros, los que desean probar la teor¨ªa del asesinato, o, en una demostraci¨®n innecesaria de angelismo, los que dicen que la actriz falleci¨® accidentalmente, porque en ella era impensable el suicidio, han convertido el cad¨¢ver de Marilyn en un despojo para elsaqueo.
En contraste con esa actitud, Joe DiMaggio jam¨¢s ha hecho declaraciones sobre su difunta esposa casada con el dramaturgo Arthur Miller despu¨¦s de divorciarse del deportista, ni ha participado en las ceremonias externas del culto necrof¨ªlico a la actriz. Hay quien sugiere incluso que la interrupci¨®n del homenaje floral a la aztriz, dado a conocer por el propietario de la florister¨ªa, se debe ¨²nicamente a que el gesto se hab¨ªa hecho demasiado conocido despu¨¦s de la nueva oleada de monroeman¨ªa con que se ha se?alado el veinte aniversario de la muerte de Marilyn.
Pero no importa, all¨ª donde el pudor del atleta prefiere optar por la discreta retirada de escena no falta el oportunista que reclama un honor que no hab¨ªa juzgado meritorio durante todos estos a?os. Robert Slatzer, el ¨²ltimo y quiz¨¢ m¨¢s audaz de los depredadores del mito, que asegura haber estado casado en secreto con Marilyn durante una semana, que imaginamos gloriosa, en octubre de 1952, se ha apresurado a retomar por su cuenta el pedido floral de las tres veces por semana. Con gran modest¨ªa, el marido oculto de la estrella ha dicho que eso no supone un cambio de actitud, puesto que ya "sol¨ªa ir a llevarle flores a la tumba m¨¢s o menos cada dos semanas".
DiMaggio ha enmudecido cuando todos vocean. A los veinte a?os y un mes de la desaparici¨®n de Marilyn Monroe son demasiados los que pretenden vivir a costa de su muerte. Posiblemente el gesto del deportista sea la mejor manera de seguir enviando flores a su tumba.
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