"A medida que se democratiza la pol¨ªtica, se 'elitiza' la cultura en Espa?a", seg¨²n Eduardo Galeano
El escritor uruguayo ha participado en los coloquios del CERTAL
Eduardo Galeano, que es hombre de gestos suaves y acentos dulces, ha tenido palabras de clara dureza para con los intelectuales espa?oles en el transcurso de las conversaciones entre escritores latinoamericanos y de este pa¨ªs que, organizadas por el Centro Espa?ol para las Relaciones con el Teatro de Am¨¦rica Latina (CERTAL), han venido desarroll¨¢ndose en Madrid. Denuncia el escritor uruguayo el progresivo car¨¢cter elitista que toma la cultura espa?ola mientras se democratiza el espacio pol¨ªtico. "Pero, no quisiera insistir m¨¢s en eso, porque parece arrogante por mi parte, y podr¨ªa no interpretarse como lo que verdaderamente es, como un acto de amor, como un abrazo. Porque hay que ver las cosas como son si se desea modificarlas".
En el hotel, lejos de la populosa Calella de la Costa -tambi¨¦n llamada de los alemanes-, localidad del litoral catal¨¢n que constituye su exilio desde hace seis a?os, el periodista y escritor uruguayo no puede, sin embargo, expresar otra cosa que lo que piensa y siente. "Tengo la sospecha, y algunas veces la certidumbre, de que, a medida que se democratiza el espacio pol¨ªtico en este pa¨ªs, la cultura se elitiza. De que los intelectuales tienen de la creaci¨®n un sentido de la propiedad tan generalizado que va a ser m¨¢s dif¨ªcil expropiarles a ellos que nacionalizar las multinacionales. No me refiero a la cultura en su sentido m¨¢s amplio, sino a la profesional. Porque, en la vida cotidiana, ah¨ª s¨ª se han producido cambios, y a un ritmo absolutamente r¨¢pido. Parece como que la realidad cambi¨® y que los intelectuales no se dieron cuenta. Recuerdo que, en el 77, los quioscos eran una fiesta, hubo un estallido de publicaciones, pero lo que a m¨ª me sorprend¨ªa es que se daban siempre opiniones sobre la realidad, pero nunca opinaba la realidad misma. Eran siempre voces que iban a la calle para salvarla, para mejorarla -con toda la arrogancia que eso implica-, pero s¨®lo muy excepcionalmente era la calle la que se expresaba. A m¨ª se me sacude el pecho cuando pienso que revistas como Cuadernos para el di¨¢logo, La Calle o Triunfo han muerto de su muerte natural".
La llamada oferta cultural
Le hago notar que, a menudo, se suele decir que este pa¨ªs no lee, no siente curiosidad. Y rechaza esta explicaci¨®n: "A lo mejor es que la gente es sabia. No me parece justo acusar a la sociedad. Creo que habr¨ªa que hacer un poco de autocr¨ªtica, de reflexi¨®n sobre el papel que los intelectuales est¨¢n desempe?ando durante estos a?os de tr¨¢nsito. Veo con asombro que ahora se habla mucho de demanda, de oferta cultural. Y es cierto que la sociedad capitalista convierte en dinero todo lo que toca, pero tambi¨¦n lo es que por cultura no debemos entender solamente una colecci¨®n de productos culturales, porque esto ser¨ªa compartir el concepto que de cultura tiene el orden establecido, y se supone que nosotros estamos trabajando en un orden distinto, en donde el poder y la cultura son de todos. La cultura no tiene due?os, no puede estar en manos de unos se?ores, nosotros, que nos creemos en condiciones de impartirla, de iluminar con nuestras luces a los dem¨¢s".Dicen que esta sociedad de ahora, este pa¨ªs de la democratizaci¨®n, no propicia la creaci¨®n. "No me sirve, no me sirve que me digan que en tal pa¨ªs hay una literatura m¨¢s rica, porque la realidad es atroz. Porque m¨¢s all¨¢ de que en Latinoam¨¦rica muere un ni?o por minuto, y de que hay pa¨ªses, como Guatemala, donde cada cinco horas alguien cae de un balazo, m¨¢s all¨¢ de eso, la opci¨®n, el dilema, es mucho m¨¢s f¨¢cil: es el dilema entre la creaci¨®n y el consumo".
"Pero no hay recetas para meterse en la realidad, para estar en ella, como no las hay para la creaci¨®n. Yo creo que toda obra de arte que no coincida con una necesidad colectiva est¨¢ condenada de antemano. Nace como carta de amor que el autor se dirige a s¨ª mismo, aunque tenga todo el aparato comercial a sus espaldas. Su ¨¦xito, su gloria, ser¨¢n ef¨ªmeros".
"A veces es duro aceptarlo. Pero si uno va haciendo lo que siente que es verdadero... Yo, ahora, estoy trabajando en el rescate de la historia, pero de una manera completamente distinta, porque los libros de historia, incluido mi Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina, me parecen unilaterales, y la realidad es m¨²ltiple y maravill¨®sa y contiene muchos m¨¢s hombros, muchos m¨¢s misterios de los que un libro puede reflejar. Estoy tratando de atraparla, y es un trabajo hermoso y Heno de dificultades, rescatar la realidad tambi¨¦n en su pasado, en lo que fue, que es lo que le permite ser, y lo que hace presentir lo que puede llegar a ser. Por este lado me parece que puede marchar bien la cosa, no s¨®lo en Espa?a sino en general. Porque eso que llamamos cultura de izquierdas, o cultura progre, me parece que no est¨¢ a la altura del desaf¨ªo que tiene planteado, y que la realidad es mucho mejor que sus int¨¦rpretes".
Le pregunto si su largo h¨¢bito de exilio -primero en Argentina, luego en Espa?a- le ha empa?ado la vida. "No, quiz¨¢ porque siempre he sido una persona a la que le resulta f¨¢cil insertarse, o, mejor dicho, porque tengo la capacidad de reconocerme en otros, en parajes y en personas. Y es algo que no siempre ocurre, pero que cuando ocurre alcanza para darle sal a la vida. Los indios creen que todo lo que nace es nuevo. Y yo pienso que uno s¨®lo vive para eso, para buscar esas im¨¢genes que te salvan de la muerte. Escribir es buscarse, comunicarse, darse. Eso es lo que hago, lo que intento".
Profec¨ªas
No quiere hablar del futuro de Am¨¦rica Latina: "S¨®lo hice profec¨ªas en el 65, cuando trabajaba en un peri¨®dico muy pobre, en donde escrib¨ªa el editorial y el hor¨®scopo, entre otras cosas. Y como profeta soy un desastre: cuando digo que va a ganar Carter, sale elegido Reagan". S¨ª habla del presente de aquella tierra atormentada: "Ayer, ayer lo vi. Vinieron aqu¨ª, al hotel, a verme, tres mujeres de Guatemala. Una de ellas era una india de la zona de Rabinal, que acababa de salir de una aldea, que hablaba un castellano medio tropezado y que ven¨ªa del horror. Del horror. En Guatemala, sabes, se produce una matanza de palestinos todos los d¨ªas, desde hace a?os, y ella ven¨ªa de all¨ª. Y era tan dulce, y tan tierna, y ten¨ªa una especie de serenidad venida del dolor pero que no iba al dolor, sino a otro lado... Y, mientras yo la escuchaba, y la ve¨ªa, pensaba que eso es Am¨¦rica Latina: esa mujer que hab¨ªa perdido todo menos lo esencial".
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