En cuatro a?os se han duplicado las ayudas del Presupuesto del Estado a la ense?anza privada
El Gobierno surgido de las elecciones de 1979 trajo al ¨¢mbito educativo la sorpresa del desdoblamiento del departamento de Educaci¨®n y Ciencia, con la creaci¨®n del Ministerio de Universidades e Investigaci¨®n. La medida fue interpretada como una f¨®rmula salom¨®nica del presidente Su¨¢rez para equilibrar el peso de las diversas familias de UCD. Al frente de este hasta entonces in¨¦dito departamento situ¨® a un miembro destacado del sector socialdem¨®crata, Luis Gonz¨¢lez Seara, mientras la cartera de Educaci¨®n era encomendada al democristiano Jos¨¦ Manuel Otero Novas.
La decisi¨®n fue contradictoriamente recibida, pues si algunos llegaron a ironizar sobre el hecho de que la Educaci¨®n se quedaba "sin Ciencia", otros, m¨¢s optimistas, pensaron que podr¨ªa contribuir a sacar de su secular ostracismo los eternos problemas de la universidad y de la investigaci¨®n, aunque ya en el Gabinete anterior ambas cuestiones hab¨ªan sido elevadas al rango de secretar¨ªa de Estado, desempe?ada por Gonz¨¢lez Seara.
Pero, desde una perspectiva estrictamente pol¨ªtica, el desdoblamiento del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia quiso entenderse como un t¨ªmido intento de sustraer una m¨ªnima parte de la pol¨ªtica educativa de la esfera de in fluencia del confesi¨®n cat¨®lica. Se romp¨ªa as¨ª, aunque s¨®lo muy parcialmente, con una tradici¨®n, jam¨¢s alterada durante la dictadura, que quer¨ªa ver siempre a una personalidad de incuestionable militancia cat¨®lica al frente de los destinos de la ense?anza.
La escuela, para la derecha, y la universidad, para la izquierda; el Estatuto de Centros para los cat¨®licos y la ley de Autonom¨ªa Universitaria para los librepensadores. Tal parec¨ªa ser el sentido final del reparto de la direcci¨®n de la pol¨ªtica educativa del pa¨ªs entre dos sectores del partido del Gobierno, que ya en la primavera de 1979, reci¨¦n ganadas las elecciones, a duras penas consegu¨ªan disimular sus desavenencias.
El Estatuto de Centros, sin sobresaltos
Si hubo alg¨²n pacto concreto entre los dos grupos en torno a las dos grandes leyes educativas de desarrollo constitucional que el Gobierno proyectaba sacar adelante, en esta legislatura, es algo que pertenece a la intrahistoria de UCD. Lo ¨²nico que consta, a la postre, es que el Estatuto de Centros, con la l¨®gica oposici¨®n de los partidos de izquierda, se convirti¨® en ley sin el menor salto atr¨¢s en su recorrido parlamentario, mientras la LAU todav¨ªa hoy permanece in¨¦dita tras un camino plagado de dificultades, y despu¨¦s de haber causado el cese de dos ministros, el propio Gonz¨¢lez Seara (5 de abril de 1979 26 de febrero de 1981), Juan Antonio Ortega y D¨ªaz-Ambrona (9 de septiembre de 1980 -26 de febrero de 1981) y el deterioro considerable de la imagen pol¨ªtica de un tercero, Federico Mayor Zaragoza. Sin olvidar que la LAU ha sido uno de los factores determinantes de la ruptura de UCD, tanto por la izquierda como por la derecha, y un su mando decisivo en el c¨²mulo de datos que determinaron el fin anticipado de la legislatura.
El primer proyecto de ley de Autonom¨ªa Universitaria, quiz¨¢ el texto legal m¨¢s antiguo de la democracia espa?ola, hab¨ªa sido redactado por Gonz¨¢lez Seara cuando desempe?aba la secretar¨ªa de Estado de Universidades e Investigaci¨®n en el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia que dirig¨ªa I?igo Cavero. Este primer texto, que hab¨ªa sido aprobado por el Consejo de Ministros en agosto de 1978 y remitido a las Cortes en el mes de noviembre de ese mismo a?o, fue retirado por el nuevo Gobierno, con el pretexto formal de que ten¨ªa que ser adaptado a la Constituci¨®n, particularmente al hecho absolutamente nuevo de las autonom¨ªas.
En oto?o de 1979, el ya ministro Gonz¨¢lez Seara lleva un nuevo texto al Parlamento, pero su tramitaci¨®n ha de todas las prioridades al Estatuto de Centros, por lo que no va a ser debatido en la correspondiente comisi¨®n del Congreso hasta diciembre de 1980. Los trabajos de esta comisi¨®n, realizados contra reloj con el af¨¢n de concluir el dictamen antes de las vacaciones parlamentarias de Navidad, transcurren en medio de un clima de tremenda tensi¨®n entre las distintas familias del Grupo Parlamentario Centrista.
Se avecina el II Congreso de UCD, suenan cada d¨ªa con mayor insistencia las voces a favor de la mayor¨ªa natural y de la gran derecha y, aunque se llega al final del dictamen merced a un precario consenso con el grupo parlamentario socialista, es f¨¢cil advertir que el proyecto de ley org¨¢nica de Autonom¨ªa Universitaria est¨¢ ya, desde entonces, definitivamente herido de muerte.
El oto?o caliente de 1979
Antes de llegar a esta situaci¨®n, la vida estudiantil, no s¨®lo en la universidad, se hab¨ªa visto convulsionada por acontecimientos cuya gravedad es s¨®lo equiparable a la de los momentos m¨¢s dram¨¢ticos de la oposici¨®n al franquismo. En el primer trimestre del curso 1979-80 confluyen, de una parte, la oposici¨®n a dos proyectos de ley (situados por los partidos de izquierda en un mismo saco y sin duda equ¨ªvocamente equiparados, por que no respond¨ªan a una misma concepci¨®n pol¨ªtica), y, de otra, una oleada de indignaci¨®n que se produce en la mayor parte de las provincias espa?olas al comprobar que el titular de la cartera de Educaci¨®n, Jos¨¦ Manuel Otero Novas, ha iniciado decididamente una pol¨ªtica de reducci¨®n de efectivos en la escuela p¨²blica. A la tradicional improvisaci¨®n que caracteriza todos los comienzos de curso en el sector estatal, y que contrasta visiblemente con la apacible rentr¨¦e de los colegios privados, se une este a?o la "guerra de los cupos?.
La Administraci¨®n asegura que todo est¨¢ estudiado al detalle que no ha habido reducci¨®n de plantillas, sino acomodaci¨®n estricta a las necesidades reales, pero al final se comprueba que los c¨¢lculos no han sido tan estrictamente hechos como se pregona: Y se produce lo inevitable. En la mayor¨ªa de las provincias, sobre todo aquellas que cuentan con gobiernos preauton¨®micos, se inicia una dura brega con el titular del departamento de Educaci¨®n para ir arrancando poco a poco los incrementos de plantillas que permitir¨¢n la normalizaci¨®n de las clases con semanas y hasta con meses de retraso.
Manifestaciones de padres y de alumnos con la solidaridad de los ayuntamientos —que est¨¢n en manos de los partidos de izquierda— y semanas de lucha organizadas por las mismas corporaciones locales apoyan las negociaciones de las autoridades regionales con Madrid. Hay ayuntamientos que llegan a aprobar mociones en sus plenos o comisiones permanentes solicitando en cadena la dimisi¨®n del ministro Otero Novas.
Este clima de tensi¨®n y desasosiego, sobre todo en el sector estatal de la ense?anza, culminar¨ªa, al final del primer trimestre del curso, con una serie de acciones m¨¢s o menos simult¨¢neas de los estudiantes de ense?anza media y de universidades frente a las dos leyes educativas —los dos estatutos, seg¨²n la terminolog¨ªa estudiantil—, que alcanzar¨ªa su cenit en una gran manifestaci¨®n celebrada en la ma?ana del d¨ªa 13 de diciembre, probablemente la m¨¢s multitudinaria concentraci¨®n estudiantil que pueda recordarse en cualquier distrito universitario espa?ol en muchas d¨¦cadas.
El pac¨ªfico desarrollo de esta manifestaci¨®n, m¨ªnimamente alterado al final de la misma por algunos enfrentamientos entre las fuerzas de orden p¨²blico y grupos reducidos de estudiantes, tuvo, sin embargo, un dram¨¢tico ep¨ªlogo en la tarde de ese mismo d¨ªa, cuando dos j¨®venes ca¨ªan muertos en las proximidades de la madrile?a plaza de Embajadores como consecuencia de disparos efectuados por la polic¨ªa al repeler, seg¨²n la versi¨®n oficial, nunca suficientemente aclarada, la presunta agresi¨®n de un grupo de estudiantes que iban desprovistos de armas. Estos hab¨ªan decidido prorrogar esa tarde la manifestaci¨®n de la ma?ana, con la intenci¨®n de hacerla coincidir con otro desfile obrero contra el proyecto de ley del Estatuto de los Trabajadores.
El Estatuto de Centros (cuestionado en parte por el Tribunal Constitucional y en uno de sus aspectos m¨¢s conflictivos, que es el que afecta a la regulaci¨®n de los centros privados subvencionados por el Estado), ha servido para legitimar un principio constitucional, la llamada libertad de ense?anza, pero no ha resuelto ninguna de las dudas que plantea la financiaci¨®n del sistema educativo, a la luz tanto de dicho principio como el de la necesaria supeditaci¨®n de toda la planificaci¨®n del sistema a una pol¨ªtica de prioridades absolutamente inevitable en un momento de crisis econ¨®mica prolongada.
Esa puede ser fundamentalmente la raz¨®n de que el proyecto de ley de Financiaci¨®n de la Ense?anza Obligatoria, corolario l¨®gico del Estatuto de Centros, no haya llegado a tramitarse a lo largo de los casi cuatro a?os de duraci¨®n de la legislatura, y ello con igual descontento de la derecha y de la izquierda, aunque por razones no s¨®lo distintas, sino, obviamente, contrapuestas.
Y si la falta de una ley universitaria ha dejado a la universidad en la misma ambig¨¹edad jur¨ªdica en que se encontraba hace cuatro a?os, la carencia de una ley de financiaci¨®n ha servido, parad¨®jicamente, para permitir el crecimiento constante de las subvenciones al sector privado, mientras no se han podido atender necesidades absolutamente perentorias del sistema, de cuya baja calidad, por otra parte, han sido los propios ministros de los sucesivos Gobiernos centristas los principales diagnosticadores.
70.000 millones de pesetas para subvenciones
No puede olvidarse que, desde 1970, a?o de promulgaci¨®n de la ley general de Educaci¨®n, que estableci¨® la obligatoriedad y la gratuidad de la ense?anza desde los seis hasta los catorce a?os, el mayor esfuerzo inversor en el sector p¨²blico se produjo en 1978, como consecuencia de la aplicaci¨®n del plan de construcciones escolares derivado de los Pactos de la Moncloa; pero ese esfuerzo ha ido evolucionando en sentido negativo y con una clara tendencia al estancamiento, mientras el apoyo al sector privado se mantiene en progresi¨®n constante. No es en modo alguno minimizable el salto de 1.300 millones de pesetas, que su puso el cap¨ªtulo de subvenciones a la ense?anza privada en 1973, a los 70.000 millones del presente ejercicio.
Por lo que respecta al periodo concreto de los cuatro ejercicios de la ¨²ltima legislatura, las subvenciones al sector privado se han casi duplicado, mientras que los presupuestos de Educaci¨®n han crecido en torno a un 25% el porcentaje de participaci¨®n de los mismos en los Presupuestos Generales del Estado, as¨ª como los ¨ªndices de crecimiento anual, han llevado una l¨ªnea francamente regresiva.
Donde se ha producido una acci¨®n m¨¢s claramente favorable al sector p¨²blico es quiz¨¢ en el nivel preescolar, puesto que la matr¨ªcula estatal ha seguido el ritmo de crecimiento que se inici¨® entre los a?os 1977 y 1978, hasta llegar a invertir por completo la relaci¨®n de fuerzas entre un sector y otro. As¨ª, si en el curso 1975-76 la oferta superaba en m¨¢s de 100.000 puestos a la estatal, durante el curso pasado el sector p¨²blico matriculaba a un cuarto de mill¨®n largo de alumnos m¨¢s que el privado.
Dentro del cap¨ªtulo econ¨®mico, aunque los presupuestos para la universidad se incrementaron en un 18% entre 1980 y 198l, tambi¨¦n es cierto que se inici¨® una pol¨ªtica de fuerte y progresivo incremento de las tasas, no suficientemente compensada con un reforzamiento del sistema de becas. Este hecho, que ha producido un incremento acumulado del 100% en un per¨ªodo muy corto de tiempo, al cabo parece estar dando la raz¨®n a la brusca reacci¨®n de los estudiantes ante los primeros proyectos de ley de Autonom¨ªa Universitaria.
Tambi¨¦n es verdad que el tema fue intencionadamente manipulado desde determinadas instancias, y as¨ª pudo darse el caso de que en algunas asambleas masivas de estudiantes se inform¨® directamente a los mismos de que las tasas, que entonces estaban entorno a las 6.000 pesetas en las carreras no experimentales, se iban a elevar de golpe hasta cubrir el costo real de la ense?anza universitaria, que ya en aquellos momentos se calculaba en torno a las 100.000 pesetas.
La inc¨®gnita reside ahora en saber si se va a poner fin a esta progresi¨®n casi geom¨¦trica en el aumento de las tasas, sin compensarla con una pol¨ªtica de becas que saque del terreno de la mera declaraci¨®n de intenciones el t¨®pico principio de la igualdad de oportunidades.
Vac¨ªo legal en la universidad
Por lo que a la universidad respecta, y aunque no puede negarse que cada d¨ªa ha sido m¨¢s abierta la predisposici¨®n de los diversos ministerios hacia una progresiva democratizaci¨®n de sus estructuras, tambi¨¦n es cierto que, actualmente, cualquier grupo de profesores puede sentirse legitimado para plantear una querella por el nombramiento de un decano, o cualquier estudiante puede pleitear frente a sus rectores cada vez que se aplican peculiares medidas de selectividad, no legislada en parte alguna, para el acceso a los estudios de determinadas carreras.
En el terreno concreto de la universidad, y al margen de todo el tortuoso y est¨¦ril camino recorrido por la LAU, junto a pasos positivos como el que representa la duplicaci¨®n de las plantillas del profesorado universitario, persiste la realidad de un sistema de formaci¨®n y de acceso constantemente criticado pero nunca mejorado, junto a la existencia de un porcentaje de profesorado contratado que representa, en muchos casos, m¨¢s de las tres cuartas partes de las plantillas.
En este sentido, el problema es particularmente agudo en el ¨¢mbito de las escuelas de formaci¨®n del profesorado de Educaci¨®n General B¨¢sica, de las cuales, como es obvio, depende el buen funcionamiento de la base del sistema escolar, que es el nivel obligatorio de la ense?anza.
A este respecto conviene recordar que no ha habido un solo ministro de Educaci¨®n que no haya iniciado su mandato poniendo en sus declaraciones el ¨¦nfasis en la necesidad de perfeccionar los procedimientos de formaci¨®n y de acceso a la funci¨®n docente, as¨ª como en que toda la eficacia del sistema educativo descansa sobre el profesorado, sin que se hayan dado pasos verdaderamente significativos en coherencia con esta filosof¨ªa.
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