Par¨ªs y Madrid celebran el 70? aniversario del compositor vanguardista norteamericano John Cage
La Fundaci¨®n March le dedica su segunda 'velada fon¨¦tica'
Sixty-Two Mesostics Re Merce Cunningham, obra escrita en 1971 por el compositor vanguardista John Cage ser¨¢ interpretada hoy, a las 19.30 horas, por el Grupo Glotis en la segunda 'velada fon¨¦tica' organizada por la Fundaci¨®n Juan March (Castell¨® 77, Madrid) con motivo de la exposici¨®n en torno al pintor Kurt Schwitters. Tambi¨¦n Par¨ªs ha celebrado el 70? aniversario de John Cage, con una exposici¨®n de partituras con su particular sistema de notaci¨®n y diecis¨¦is grabados, resumen de su obra gr¨¢fica.
"La m¨²sica existe por todas partes; es ¨²nicamente la escucha la que se detiene y vuelve a empezar", escribi¨® un d¨ªa Thoreau. Haciendo suya la idea de uno de sus maestros espirituales, que excluye toda jerarqu¨ªa establecida y aceptada culturalmente entre el sonido (noble, digno de ser escuchado y, por tanto, musicable) y el ruido (plebeyo y, en consecuencia, excluido y despreciado), John Cage lleg¨® a la conclusi¨®n de que toda la vida puede convertirse en m¨²sica, con una sola condici¨®n, la de que aceptemos dejar de lado lo que se define habitualmente como m¨²sica. Y como el esp¨ªritu se encuentra en todos los objetos de este mundo, como afirmaba Fischinger, y para liberarlo basta con tocarlos ligeramente, obteniendo as¨ª un sonido que es su alma, lo que los convierte autom¨¢ticamente en posibles instrumentos musicales, John Cage decidi¨® dedicar su vida a liberar este alma, tarea que le pareci¨® m¨¢s importante que "la de darse a conocer como compositor".
M¨²sica de la antimemoria
Consecuente con el pensamiento de liberar este alma, este "compositor e inventor genial", se neg¨® siempre a poner fronteras a los sonidos, con la pretensi¨®n, para algunos casi irracional, de dejarles ser lo que son, sin controlarlos ni deformarlos en aras de una est¨¦tica determinada, sometida a la dictadura de la costumbre y la memoria. La m¨²sica de Cage es, en realidad, la m¨²sica de la antimemoria (no en vano dec¨ªa Marcel Duchamp, otro de sus maestros, que la repetici¨®n ha sido el gran enemigo del arte en general). Pero es tambi¨¦n, fundamentalmente, algo m¨¢s esencial: una reflexi¨®n, una pregunta sobre qu¨¦ es la m¨²sica y cu¨¢l es la funci¨®n del compositor. Para Cage, iniciado por Suzuki en el pensamiento zen, que no acepta otra disciplina, que la del azar, la respuesta es clara, despertar, abrir, estimular nuestra escucha, ampliando as¨ª el campo sonoro hasta el infinito, y para comprobarlo, basta escuchar algunas de sus 159 composiciones, como Bacchanale, 1938 (para piano preparado), o entre las m¨¢s recientes, Roaratorio, an Irish Circus on Finnegans Wake (basada en la obra de James Joyce).
Los ruidos de este mundo
Para celebrar el 70? aniversario de este artista, que comenz¨® el 15 de septiembre de 1912, en Los Angeles, "la larga escucha de los ruidos de este mundo", que es adem¨¢s de compositor escritor (M. Empty words, A year from Monday, Silence, Etchings, For the birds, con la colaboraci¨®n de Daniel Charles), experto music¨®logo y dibujante y grabador, Par¨ªs, como ha ocurrido en otras capitales europeas, le ha consagrado dos jornadas, organizadas por el Americam Center, la primera en e teatro Rond-Point, en la que el ministro franc¨¦s de Cultura, Jack Lang, olvidando quiz¨¢ por un momento sus diatribas contra el imperialismo cultural, le nombr¨® comendador de las Artes y las Letras, durante la cual la orquesta de Colonia, dirigida por Dennis-Russell y la colaboraci¨®n de David Tudor (piano) y Garrett List (tromb¨®n), interpret¨® obras de diferentes ¨¦pocas del compositor a partir de 1947 y Nam June Paik (creador del arte v¨ªdeo) realiz¨® una instalaci¨®n performance.Durante la segunda jornada, en el American Center, se inaugur¨® una exposici¨®n de partituras mostrando el bell¨ªsimo y particular sistema de notaci¨®n de John Cage (Sixty Two Mesostic Re Merce Cunninghan o Atlas Eclipticalis, son un hermoso ejemplo) y diecis¨¦is grabados, resumen de su obra gr¨¢fica que, como el resto de su trabajo, produce un efecto liberador, como si la emancipaci¨®n que realiza fuese contagiosa". Quiz¨¢ es ¨¦sta una de las razones por las que la sala estaba abarrotada.
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