Mosc¨² opta por el silencio para no 'injerirse' en Polonia
La inminente suspensi¨®n definitiva del sindicato independiente Solidaridad no parece inquietar al Kremlin, al menos en apariencia. La vida pol¨ªtica en la URSS ha quedado paralizada con los tres d¨ªas de vacaciones decretadas para festejar el quinto aniversario de la Constituci¨®n.En cualquier caso, Mosc¨² parece seguir la l¨ªnea que se marc¨® a finales del a?o pasado, cuando los militares polacos decretaron el estado de emergencia: los dirigentes sovi¨¦ticos ahorran al m¨¢ximo sus comentarios sobre la situaci¨®n en Polonia para -presumiblemente- evitar ser acusados de injerencia en los asuntos que son te¨®rica propiedad del Gobierno de Varsovia.
La suspensi¨®n de Solidaridad habr¨¢ de ser bien acogida por el Kremlin, seg¨²n se comenta un¨¢nimemente en c¨ªrculos occidentales de Mosc¨². Los incidentes callejeros que se extendieron por toda Polonia a finales del pasado mes de agosto para conmemorar los acuerdos del Gdansk fueron un claro s¨ªntoma de que el sindicalismo independiente era irrecuperable para la "constructiva colaboraci¨®n" con el poder.
Este s¨ªntoma fue captado r¨¢pidamente por Mosc¨²: el influyente semanario Literaturnaya Gazeta atacaba a Lech Walesa con una dureza inaudita, d¨ªas despu¨¦s de los incidentes. El mensaje que los an¨¢lisis extra¨ªan de aquel art¨ªculo era inequ¨ªvoco: Walesa se habr¨ªa negado a colaborar y, dado que no se pod¨ªa domesticar a Solidaridad, s¨®lo quedaba la posibilidad de dictar su definitiva ilegalizaci¨®n.
Y, en efecto, dentro de poco Solidaridad habr¨¢ dejado de existir, al menos sobre el papel. Aparentemente, los sovi¨¦ticos conf¨ªan en la eficacia de la Junta Militar de Varsovia, si bien los disturbios conmemorativos de los acuerdos de Gdansk les sorprendieron, quiz¨¢, un tanto.
Los dirigentes sovi¨¦ticos saben que sin un Papa polaco y una fuerte presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica internacional, lo que ellos ven como un simple problema de orden p¨²blico se hubiera resuelto m¨¢s f¨¢cilmente.
Por ello, no habr¨ªa que extra?arse de que las noticias que vienen de Estocolmo sobre la posible concesi¨®n del Nobel a Lech Walesa causaran gran preocupaci¨®n en Mosc¨².
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