Dificultades en la coalici¨®n de socialistas y comunistas en Francia
La alianza entre socialistas y comunistas franceses, componentes b¨¢sicos del Gobierno del presidente Fran?ois Mitterrand, empieza a complicarse seriamente. La evoluci¨®n de la pol¨ªtica interior del Gabinete de Pierre Mauroy no favorece la estrategia de recuperaci¨®n que proyectaron los comunistas tras su fracaso hist¨®rico en las ¨²ltimas consultas electorales. Los resultados de los comicios municipales del mes de marzo de 1983 pudieran plantear la ruptura entre los dos aliados.Los diecis¨¦is meses que han transcurrido desde que los socialistas, a pesar de su mayor¨ªa absoluta en la Asamblea Nacional, invitaron a los comunistas a participar en el Gobierno de Mitterrand han decepcionado a quienes desde el primer momento pronosticaron una ruptura m¨¢s o menos inmediata de los dos hermanos enemigos del espectro pol¨ªtico galo. La fidelidad, la competencia de gesti¨®n, la solidaridad gubernamental han sido mod¨¦licas por parte de los cuatro ministros comunistas del Gobierno de Mauroy: este ¨²ltimo y otros dirigentes socialistas no han regateado sus elogios p¨²blicos al aliado que los combati¨® a muerte hasta el d¨ªa en que Mitterrand accedi¨® a la presidencia.
La estrategia del Partido Comunista de Francia (PCF), tras su p¨¦rdida de influencia (en 1981 baj¨® desde el 20% hasta el 15% de votos y las elecciones cantonales de este a?o confirmaron su descenso), era simple: desde el poder, con una pol¨ªtica matasellada con signo m¨¢s o menos obrerista, reconquistar al electorado perdido.
El primer programa del socialismo a la francesa iba en ese sentido. El relance de la econom¨ªa por medio del aumento del consumo interior, favoreciendo a las clases menos holgadas, fue una pol¨ªtica interesante para el PCF. Y cada vez que la ocasi¨®n se present¨®, los dirigentes comunistas recordaban a sus militantes que su presencia en el Gobierno evitaba "la deriva hacia la derecha".
Pero, desde el verano ¨²ltimo, el mitterrandismo ha cambiado de direcci¨®n; la pol¨ªtica fundada en el consumo, en el d¨¦ficit presupuestario y en la presi¨®n fiscal sobre las empresas ha desaparecido pr¨¢cticamente. Ahora, a pesar de que los responsables oficiales hablan de ajustes, la realidad es otra: el equilibrio de todas las cuentas p¨²blicas, la reducci¨®n de la inflaci¨®n, el bloqueo de precios y de salarios, la revisi¨®n a la baja de las cargas empresariales son los ejes, de la pol¨ªtica interior francesa. Y para los comunistas, seg¨²n lo indican todos los sondeos, este no es el camino de su recuperaci¨®n electoral. Por ello, las fricciones, de unos d¨ªas a esta parte, entre los dirigentes de ambos partidos, son serias. El primer secretario del Partido Socialista (PS), Lionel Jospin, ha tenido que llamar la atenci¨®n p¨²blicamente a sus aliados, solicitando "no una solidaridad selectiva, sino global" con la pol¨ªtica del Gobierno.
Un a?o largo de gesti¨®n socialista les ha probado tambi¨¦n a los comunistas que en el plano diplom¨¢tico no tienen mucho que esperar de Mitterrand. De hecho, salvo en el caso de la actitud de Par¨ªs respecto a Centroam¨¦rica (apoyo a los sandinistas), toda la pol¨ªtica exterior de Mitterrand es contraria al prosovietismo de los comunistas franceses.
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