P. N. contra M. N.
Noche de abril de 1976. La casita madrile?a de dos plantas de Miguel Boyer. Desde el piso de arriba Fraga, entonces ministro de la Gobernaci¨®n, atrona la paz nocturna de la casa: "Yo coger¨ªa una cuerda, se la atar¨ªa a los cojones de los terroristas y los colgar¨ªa hasta que murieran". Los dem¨¢s asistentes a aquella extra?a cena, casi clandestina, permanecen estupefactos. Luis G¨®mez Llorente, con la pipa entre los dientes, interviene para hacer una t¨ªmida pregunta.-Pero eso ?lo dice usted como profesor universitario?
-Lo digo como lo que soy, como pol¨ªtico, y si como pol¨ªtico le tengo a usted que romper la pipa, se la rompo.
Felipe Gonz¨¢lez, que era el sujeto de la cena, le replic¨® adecuadamente. Fraga persegu¨ªa tras Felipe un nuevo y peculiar pacto C¨¢novas-Sagasta, con exclusi¨®n de los comunistas, y una primera y prolongada alternativa de la derecha representada por ¨¦l. Desairado, Fraga lanzaba puyas a G¨®mez Llorente, sentado casualmente a la cabecera de la mesa, en el supuesto de que era ¨¦l el propietario del edificio. ("Pues yo, que no soy socialista, nunca tendr¨ªa una casa como ¨¦sta"). Al final, imperativo, le espet¨® a Felipe, que se encontraba en libertad condicional.
-?Usted depende de m¨ª, porque usted en este momento no es nada!
-Acu¨¦rdese de lo que le digo, contest¨® el aludido. Antes de cuatro a?os depender¨¢ usted de lo que yo y mis ideas representamos mucho m¨¢s de lo que yo ahora dependo de usted.
En el piso de abajo, la mujer de Boyer, due?a de la casa, cre¨ªa ante el vocer¨ªo que arriba se estaban pegando.
Es esta una an¨¦cdota ya hist¨®rica y no poco conocida que recobra toda su frescura en estas horas electorales tintadas por el duelo aunque sea marginal, entre Fraga y Felipe. Aun cuando este ¨²ltimo reafirma su empe?o en no ser sectario y hace referencias intelectualmente elegantes al l¨ªder de Alianza Popular, como autopreguntarse sobre el franquismo de Fraga, teniendo en cuenta que a¨²n en aquel supuesto fue acaso el ¨²nico franquista que intent¨® reformar el franquismo. O admitir la sinceridad de su populismo.
No obstante, sigue en esta campa?a marcando diferencias importantes en el matiz de sus intervenciones entre Alianza y la UCD. Y aunque en los m¨ªtines apenas cita a los comunistas, sabe ser corrosivo. con Carrillo en los contactos peri¨®dicos que mantiene con los periodistas. Una de las constantes electorales del candidato socialista (¨¦sta es una clar¨ªsima campa?a presidencialista, aunque lo sea contra natura legal) es no ir contra nadie y limitar los ataques imprescindibles a la recogida de guantes que se va encontrando por el camino. "Pero qu¨¦ es eso" dice Felipe, "que dice Fraga sobre el regreso de las hordas marxistas y de la reconquista de Espa?a desde el norte?". Y se explaya, en p¨²blico y en privado, sobre el pacto nacional que procura. Viene a decir Felipe Gonz¨¢lez que los ¨²nicos pa¨ªses del Occidente industrializado que est¨¢n saliendo de la crisis son aquellos en los que el pacto social y pol¨ªtico se ha llevado a puerto, y las consecuencias de las vacas flacas se han repartido solidariamente entre todos. Cita a Austria como ejemplo. "Ah¨ª ten¨¦is a Bruno Kreysky, hecho un anciano y al que van a obligar a presentarse a la reelecci¨®n". Y un dise?o de los dos pivotes sobre los que, quiere articular ese cambio que va vendiendo por Espa?a metido en un autob¨²s: la realidad -esa compa?era tan fiel y tan terca- que dar¨¢, dice, moderaci¨®n a los cambios que quiere introducir en la vida del pa¨ªs. Y la radicalidad con la que quiere extraer los tocones de los males de Espa?a. Un nuevo regeneracionismo. Para ello persigue una alternativa nacional y no partidaria. El pacto nacional contra el movimiento nacional.
"Meta en la Constituci¨®n a sus amigos franquistas"
Y le da trabajo a Fraga: "Meta usted en la Constituci¨®n y en la defensa de las libertades a sus amigos franquistas. Ap¨¢rtese usted de ese filo de la navaja en el que est¨¢ y caiga del lado del progreso y la libertad". Ante las grandes masas (ayer en el abarrotado campo de f¨²tbol de Oviedo, anteayer en Coru?a, la iconografia socialista ha perdido el rojo; cientos de globos blancos portan el pu?o y la rosa o elevan despacio fotograf¨ªas de Felipe) explica el cambio socialista con un s¨ªmil que parece serle muy querido: "Este pa¨ªs es como un coche marcha atr¨¢s. Y no podemos meterle la ' primera de repente porque romper¨ªamos la caja de cambios. Primero hay que detener la regresi¨®n y luego ir poniendo poco a poco las marchas hasta llegar a la directa".
Felipe est¨¢ bien y va traqueteando sus problemas de voz. Mientras Carmen Romero, su esposa, se marea.como casi todos los dem¨¢s en estos prototipos de autob¨²s de los que ya fueron cobayas los futbolistas del Mundial y ahora nosotros, ¨¦l va releyendo los perfiles del programa econ¨®mico socialista. "Tengo una salud insultante". Hace poco se afirmaba p¨²blicamente que tomaba cortisona y que por ello se le hinchaba la cara. En Vigo unas se?oras le comentaban al saludarle e? el hotel: "Es usted m¨¢s delgado de lo que parece por televisi¨®n". "Es que me sacan los mofletes para que parezca m¨¢s gordo". Y una de las secretarias de Felipe recibi¨® hace poco una llamada peculiar. Jos¨¦ Manuel Lara, editor de ¨¦xito, estaba empe?ado en recomendar a Felipe su psiquiatra particular. "Porque le veo muy deprimido". Repiti¨® la llamada dos veces hasta que fue sutilmente remitido al origen final de su llamada.
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