Los grandes del cine se confiesan 'ladrones' de las ideas y las pel¨ªculas de otros cineastas
Acaba de celebrarse en Roma un ciclo de encuentros con algunos de los m¨¢s importantes directores de cine del mundo. "Ladrones de cine", se lee en la presentaci¨®n de los organizadores, "quisiera, y deber¨ªa, desvelar, descubrir y declarar las correspondencias m¨¢s o menos secretas que algunos directores advierten entre su propio trabajo y el de otros cineastas".
La idea de celebrar este ciclo se sale, sin duda, de lo com¨²n y, aunque en un par de ocasiones pudiera haber parecido una gran conferencia de Prensa, no hay que olvidar que el hombre hace su propio destino y que casi todo depende del protagonista de la velada.Wim Wenders, recient¨ªsimo Le¨®n de Oro de la Bienal de Venecia por su ¨²ltima pel¨ªcula, Der stand der dinge (El estado de las cosas), fue el primer ladr¨®n de la serie, rob¨¢ndole a Yasujiro Ozu la pel¨ªcula Tokyo monogatari y manifestando tras la proyecci¨®n toda su veneraci¨®n por el director japon¨¦s. "El cine", ha dicho Wenders a las 2.000 personas amontonadas en la sala Palatina, muy cerca del Coliseo, "empez¨® como un asunto puramente fenomenol¨®gico. Los que inventaron las primeras c¨¢maras filmaban sin pensar en nada m¨¢s que en la representaci¨®n de esa realidad. Las dem¨¢s ideas del cine se han desarrollado en un segundo tiempo. Por esto digo que Ozu es el ¨²nico director del que he aprendido. Su manera de contar una historia estaba ¨²nicamente en funci¨®n de su representaci¨®n. Esta era mi idea del cine y de pronto me di cuenta de que ya hab¨ªa una tradici¨®n en este sentido".
Aprendizaje del 'rock' en la cultura alemana
Siguiendo por este camino, el director de El amigo americano ha terminado por decir que ha aprendido m¨¢s del rock (en particular de la canci¨®n Tutti frutti) que de toda la cultura alemana. Tranquilo y amable, Wenders ha contestado a las preguntas del p¨²blico, muchas de ellas a prop¨®sito de Hammet, pel¨ªcula que lleva tres a?os montando y desmontando en Estados Unidos junto a Francis Ford Coppola, y cuya versi¨®n definitiva (que no es la presentada en la ¨²ltima edici¨®n de Cannes) se prev¨¦ para Semana Santa. "Lo importante no es perseguir a toda costa una historia, sino creer en los personajes que, a menudo, son los que la hacen y te la regalan".A Andrej Tarkowskij, segundo ladr¨®n de cine, parec¨ªa envolverle el extra?o placer de la c¨¢tedra, y todos han coincidido en llamarlo vanidoso, incluso los vanidosos snobs que no pierden ocasi¨®n para llenarlo todo de colonias y pinturas. A pesar de todo, Tarkowskij ha tenido una buena lecci¨®n (aunque Ladrones de cine prefiera ser una confesi¨®n) sobre el tiempo y el color en el arte cinematogr¨¢fico: considera el primero un privilegio del cine sobre otras disciplinas por la facilidad y posibilidad de erigirlo en primer elemento del cuento. El color, en cambio, es, seg¨²n Tarkowskij, un mal vicio del cine consumista, al rev¨¦s del blanco y negro, que obliga a fijarse en el actor o en la precisa imagen que el director ha concebido.
A su afirmaci¨®n de que s¨®lo un hombre inspirado ve las crisis, alguien le ha preguntado, con mucha iron¨ªa, si lejos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica no le falta la inspiraci¨®n.
Declarar la guerra a todo lo mediocre
Y mientras el director ruso, autor de Stalker y Solaris, entre otras, se marchaba "a expresar las ideas m¨¢s avanzadas de la ¨¦poca y a declararle guerra a todo lo que es mediocre, gris e inexpresivo", llegaba desde Los Angeles, a pocas horas de distancia, el director norteamericano Michael Cimino. En realidad se esperaba antes a Otar Ioseliani, director de Pastoral, pero en su lugar ha llegado una carta: "Queridos amigos: no pod¨¦is imaginar cu¨¢nto siento no poder estar con vosotros esta noche, pero parece ser que la vida es larga y espero que llegue un d¨ªa en que podamos hablar de cine, beber algo juntos y, a lo mejor, hasta cantar ( ... )". No han sido compromisos de trabajo los que le han impedido ir a Roma, sino el Gobierno sovi¨¦tico que se lo ha desaconsejado. La asesor¨ªa de Cultura de Roma ha difundido una nota de en¨¦rgica protesta, por lo que esto pueda valer como reflejo del malestar producido por la ausencia.Cimino, en cambio, fue bombardeado de preguntas idiotas durante casi dos horas, lo cual ha creado una cierta tensi¨®n. Tras proyectarse El trono de sangre, de Akira Kurosawa, y unos musicales norteamericanos muy parangonables con la pel¨ªcula japonesa, buen tema para empezar, las preguntas fueron casi siempre del tipo: "?Por qu¨¦ no habla usted italiano?" o "?por qu¨¦ hace usted pel¨ªculas con tanto dinero?". Cuando, al cabo de una hora, alguien, por fin, le pregunt¨® qu¨¦ relaci¨®n ten¨ªa para ¨¦l la sangre de Kurosawa con los bailes americanos, Cimino, harto ya de estar harto, le contest¨®: "No lo s¨¦, d¨ªgamelo usted". Una verdadera demostraci¨®n de poca sensibilidad por parte del p¨²blico de la sala, m¨¢s llena que nunca de actores y actrices.
De todas formas, la Prensa italiana coincide enque Ladrones de cine se est¨¢ revelando como una f¨®rmula feliz de encuentros con los directores, "con los l¨ªmites", dice el Paese Sera, "de que se ve lo ya visto y se dice lo ya dicho".
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