La asistencia contra el c¨¢ncer en Espa?a es globalmente inferior a la de otros pa¨ªses
Un hecho es cierto: los enfermos de c¨¢ncer con dinero van a tratarse a centros de reconocido prestigio, tales como el Gustave Roussy, de Par¨ªs; el Instituto Nacional de los Tumores, de Mil¨¢n, o cualquier otro hospital especializado de Estados Unidos. ?Significa esto que la asistencia oncol¨®gica en Espa?a es peor que en estos pa¨ªses? S¨ª, globalmente s¨ª. Y no porque no contemos con centros de renombre mundial que todos los m¨¦dicos citan en letan¨ªa, sino porque que existen una serie de deficiencias que hacen que la asistencia antic¨¢ncer en Espa?a sea inferior a la de algunos de nuestros vecinos. Estos temas ser¨¢n abordados en el primer congreso nacional de Investigaci¨®n sobre el C¨¢ncer inaugurado en Madrid
El no contar con un Gustave Roussy del que alardear, no es algo que debiera preocuparnos demasiado, sencillamente, porque la buena o mala asistencia en todo un pa¨ªs depende m¨¢s de una buena estructura sanitaria que de la existencia de unos centros estrella. El problema, en nuestro caso, radica en otra parte. Es opini¨®n generalizada que nuestros hospitales no tienen nada que envidiar, en cuanto a equipamiento, a los mejores de Europa o Am¨¦rica, y que nuestros especialistas m¨¦dicos tienen, asimismo, un nivel importante. Sin embargo, estos dos factores positivos no son capaces de garantizarnos una asistencia oncol¨®gica ¨®ptimaEl c¨¢ncer, todos lo sabemos, no es una enfermedad, sino muchas, tantas como tipos de c¨¢ncer hay. Sabemos tambi¨¦n que esta multiplicidad de c¨¢nceres hace que existan una gran cantidad de especialidades m¨¦dicas directamente implicadas en la lucha antitumoral: cirujanos, radi¨®logos, ur¨®logos, otorrinos, pat¨®logos y un largo etc¨¦tera de especialistas precisan hoy una formaci¨®n oncol¨®gica que les permita hacer frente, eficazmente, a cada tipo de tumor con la terap¨¦utica m¨¢s adecuada en cada caso. Pero, por encima de esta parcelaci¨®n necesaria de la oncolog¨ªa, existe la oncolog¨ªa m¨¦dica, una especialidad aunadora de todas las dem¨¢s. El onc¨®logo m¨¦dico ser¨ªa algo as¨ª como el m¨¦dico general del c¨¢ncer, el que aporta la visi¨®n de conjunto, tratando de integrar todos los conocimientos que se poseen hoy sobre el tratamiento de tumores. En Espa?a hay onc¨®logos m¨¦dicos (alrededor de 120), lo que no hay, y ¨¦ste es el contrasentido, son servicios de oncolog¨ªa m¨¦dica, de tal modo que la mayor¨ªa de estos especialistas est¨¢n integrados en otros servicios, como medicina interna o radioterapia. "La sociedad espa?ola de oncolog¨ªa", sigue el doctor P¨¦rez Carri¨®n, jefe del Servicio de Oncolog¨ªa M¨¦dica del Instituto Nacional de Oncolog¨ªa, "est¨¢ luchando para que se creen esos servicios, que son muy importantes para que no se trate al enfermo tumoral en veinte sitios distintos".
Es evidente que frustrar a los m¨¦dicos en sus leg¨ªtimas aspiraciones profesionales no es el mejor modo de asegurar una buena asistencia al paciente.
La primera actuaci¨®n es decisiva
As¨ª de sencillo y as¨ª de claro. Pero, ?de qui¨¦n depende esa primera actuaci¨®n tan decisiva? En muchas ocasiones, de un solo m¨¦dico, debido a que no existe en todos los hospitales un comit¨¦ de tumores encargado de discutir cu¨¢l es la terap¨¦utica o la combinaci¨®n de terap¨¦uticas m¨¢s adecuada para cada nuevo caso. El depender de un ¨²nico m¨¦dico es l¨®gico en cualquier otra enfermedad, pero, dada la complejidad del c¨¢ncer y, ?porqu¨¦ no decirlo?, la inexistencia de tratamientos definitivos, parece m¨¢s aconsejable que fueran varios especialistas los que acordaran la actuaci¨®n m¨¢s eficaz.
En nuestras entrevistas con diversos m¨¦dicos nos hemos dado cuenta de que si algo no hay es coincidencia entre los distintos especialistas sobre cu¨¢l es la mejor t¨¦cnica: mientras el quimieterapeuta defiende con ahinco la quimioterapia, el cirujano pone el acento en los logros de la cirug¨ªa, y as¨ª continuamente.
El comit¨¦ de tumores facilitar¨ªa el necesario contrapeso entre opiniones y corrientes, a veces encontradas, que existen en la oncolog¨ªa, y ser¨ªa especialmente beneficioso en los casos dif¨ªciles que no poseen un tratamiento est¨¢ndar.
"En el comit¨¦ de tumores", dice el doctor Herrartz, jefe cl¨ªnico del Servicio de Radioterapia del Hospital Oncol¨®gico Provincial de Madrid, "hay que defender el tratamiento que t¨² crees que es el mejor, y esto te obliga a tener una preparaci¨®n actualizada y constante en tu especialidad".
A pesar de que s¨®lo parece reportar ventajas, el comit¨¦ de tumores s¨®lo existe en los hospitales oncol¨®gicos, que tratan ¨²nicamente de un 8% a un 9% de los enfermos tumorales.
Qui¨¦n cura m¨¢s c¨¢nceres
"El avance en las curaciones", dice Cort¨¦s Funes, "se debe no a la cirug¨ªa fundamentalmente, sino al conocimiento, cada vez mayor, de los mecanismos del c¨¢ncer. Hoy se hace menos cirug¨ªa y aumenta el uso de quimioterapia y hormonoterapia".
"La quimioterapia es la que mayores avances ha conseguido en los ¨²ltimos a?os, de modo que algunos c¨¢nceres se pueden hoy d¨ªa curar, como sucede con las leucemias infantiles, la enfermedad de Hodking, los tumores testiculares..., y en otros se puede alargar mucho la vida, como en los tumores de mama, gracias a esta terap¨¦utica"
El doctor Cort¨¦s Funes pertenece a esa nueva ola de la oncolog¨ªa que desconf¨ªa de la aplicaci¨®n sistem¨¢tica de cirug¨ªa en la mayor parte de los tumores. "Los logros conseguidos por la quimioterapia en los tumores avanzados", afirma, "nos han hecho pensar si no ser¨ªa positivo aplicarla antes. Entonces ha surgido la utilizaci¨®n de la quimoterapia como una terapia inicial; es lo que se llama terapia multidisciplinaria del c¨¢ncer, que es la aplicaci¨®n de quimioterapia, radioterapia y cirug¨ªa en combinaci¨®n. Un ejemplo: los tumores ORL (cara, cuello, laringe ... ), antes, siempre se trataban, como primera medida, con cirug¨ªa, luego se irradiaban y m¨¢s tarde se hac¨ªa uso de quimioterapia. Pues bien, hoy d¨ªa se ha invertido la secuencia terap¨¦utica: damos primero quimioterapia, con lo cual reducimos considerablemente las masas tumorales, y luego las operamos o irradiamos. El avance consiste en que ya no se hacen las grandes recensiones quir¨²rgicas de hace unos a?os, en que se quitaba, el paladar o la mand¨ªbula. No se curaba m¨¢s, sino que se mutilaba m¨¢s: en el c¨¢ncer de mama se quitaba, adem¨¢s del pecho, el m¨²sculo pectoral y hasta los cart¨ªlagos; en tumores de las extremidades se amputaban las piernas e incluso se llegaba a quitar la cadera. Todas estas grandes mutilaciones originaban al paciente unos traumas ps¨ªquicos muy grandes y no solucionaban nada".
Si en algo coinciden todos los especialistas es en la necesidad de humanizar las diversas terap¨¦uticas, de modo que, con igual capacidad curativa, sean cada vez menos agresivas para el paci¨¦nte.
El enfermo no conoce el diagn¨®stico de su enfermedad
Este clima especial que todav¨ªa existe alrededor del c¨¢ncer es quiz¨¢ el responsable de que en Espa?a, al contrario de lo que ocurre en pa¨ªses como EE UU, Francia o Suecia, no llegan al 25% los enfermos que conocen, por boca del m¨¦dico, que tienen un c¨¢ncer.
Es de suponer que otro importante porcentaje se entera de lo mismo en los pasillos, hablando con su vecino de asiento, mientras espera turno para las consultas o las sesiones de radioterapia. Por ¨²ltimo, estar¨ªan los que, sospechando su enfermedad, acuden a indagar en el diccionario qu¨¦ puede significar palabras como oncolog¨ªa o cobaltoterapia, que tanto se prodigan en las puertas de los departamentos a los que deben asistir.
Sin embargo, y aunque el enfermo acabe enter¨¢ndose, que acaba, sigue en pie una especie de pacto de silencio entre el tri¨¢ngulo familia-m¨¦dico-enfermo, consistente en evitar celosamente la palabra c¨¢ncer como si de una verg¨¹enza familiar se tratara. "La familia, en el cien por cien de los casos", dice Herranz, "quiere que el enfermo no se entere de nada". El enfermo, por su parte, se niega en muchos casos a conocer la verdad, y el m¨¦dico tambi¨¦n tiene un papel en este juego de ocultaciones: "El m¨¦dico tiene m¨¢s miedo a decir la verdad que el enfermo a saberla", dice P¨¦rez Carri¨®n. "Y tiene miedo porque no cree, en muchos casos, en la efectividad de los tratamientos que pone; se siente impotente ante la enfermedad". Porque, ?qu¨¦ ocurre cuando un enfermo se entera de que tiene un c¨¢ncer? "El paciente, al enterarse", afirman varios m¨¦dicos, "sufre una depresi¨®n moment¨¢nea. Pero en cuanto la supera es un enfermo que lucha m¨¢s, colabora con el m¨¦dico y acepta de mejor grado los tratamientos, a menudo molestos, a que es sometido".
Otra gran diferencia nos separa de los llamados pa¨ªses desarrollados: aqu¨ª los tumores llegan muy avanzados a la cl¨ªnica, lo cual disminuye considerablemente las posibilidades de curaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.