Macondo existe
Aracataca, el pueblo donde Garc¨ªa M¨¢rquez vivi¨® durante su infancia, est¨¢ lindando con las v¨ªas de uno de los dos desvencijados trenes que hay en Colombia. Aracataca est¨¢ a ochocientos kil¨®metros de Bogot¨¢, la capital de Colombia, y a veintid¨®s horas en tren de la ciudad de los cachacos.
Es un pueblo del interior del Caribe, rodeado por kil¨®metros de bananeras, adormecido por el calor y cansado de revivir historias protagonizadas por el peque?o Gabo. La imaginaci¨®n de sus habitantes ha obligado a recrear un personaje que pocos recuerdan.
La realidad es ficci¨®n
Nadie se atreve a reconocer que ignoraba la existencia de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y los m¨¢s cultos reproducen historias similares a Cien a?os de soledad. Aracataca Macondo sigue estando sola. De vez en cuando acude un extranjero enloquecido queriendo saber mucho m¨¢s de lo que ya ley¨® sobre Aureliano Buend¨ªa. Y Aracataca Macondo cuenta historias para cualquier mit¨®mano agradecido.
En Colombia no hay que ir buscando referencias sobre las novelas de Garc¨ªa M¨¢rquez. El mundo de Garc¨ªa M¨¢rquez no es m¨¢s que el reflejo fiel de lo que all¨ª se vive, de las conversaciones que mantienen sus paisanos, y no hay m¨¢s que agudizar el o¨ªdo para reconocer a una c¨¢ndida Er¨¦ndida, a un coronel que nadie le escribe o impregnarse de sus cambios atmosf¨¦ricos. Cuando el escritor describe una lluvia de ranas que inund¨® el pueblo no es producto de su imaginaci¨®n sino es el relato de una vivencia, para muchos repetida.
En la ¨¦poca de las lluvias torrenciales, la regi¨®n de los Llanos, pre¨¢mbulo de la selva amaz¨®nica, miles de kil¨®metros se cubren de agua y es tal la cantidad de agua que cae del cielo que las ranas se enloquecen y saltan por esos desiertos de hierba convertidos en un mar que desaparece con los primeros rayos del sol.
'Padrenuestros' contra v¨ªboras
Un antiguo cauchero, m¨¢s tarde sargento del ej¨¦rcito colombiano, encargado de vigilar la frontera colombiana con el Amazonas brasile?o y, por ¨²ltimo, explorador por el r¨ªo Caquet¨¢ me contaba que s¨®lo una vez hab¨ªa sufrido la picadura de una serpiente venenosa y que se convirti¨® en doblemente venenosa porque le pic¨® delante de su mujer que estaba con la menstruaci¨®n. "La alej¨¦ r¨¢pidamente de mi vista. Durante tres d¨ªas le prohib¨ª que viviera en casa. Y yo pude recuperarme". Tres padrenuestros bien rezados son suficientes para los llaneros cuando una v¨ªbora pica al ganado.
Dice Garc¨ªa M¨¢rquez que muchas de sus historias se confirman leyendo los peri¨®dicos caribe?os. Tambi¨¦n all¨ª se escucha el vallenato, una canci¨®n popular que musicaliza hechos de la vida cotidiana. Ambas cosas, son fuentes importantes en la novel¨ªstica de este escritor que hace de la realidad un sue?o.
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