Inundaciones y riadas
LA CATASTROFICA riada causada por el temporal de lluvias y el desmoronamiento de la presa de Tous ha diseminado la muerte y la desolaci¨®n en una de las zonas m¨¢s feraces y pobladas del litoral mediterr¨¢neo. De a?adidura, la amenaza creada por las intensas precipitaciones no se circunscribe a la ribera del J¨²car, sino que tambi¨¦n acecha a otros n¨²cleos de poblaci¨®n de la Comunidad Valenciana y de Murcia. En cualquier caso, los dram¨¢ticos acontecimientos ya registrados en Alcira, Cullera, Algemes¨ª, Alberique, Carcagente o Sumac¨¢rcer -miles de personas en m¨¢s de cincuenta n¨²cleos de poblaci¨®n- sirven como recordatorio de que la lucha del hombre para dominar a las fuerzas de la naturaleza, a fin de someterlas a los controles reguladores que permitan su pac¨ªfica utilizaci¨®n en beneficio de nuestra especie, tropiezan con la imposibilidad de prever a ciencia cierta la convergencia multiplicadora de factores adversos, que puede desembocar en una de esas hecatombes mediante las que el medio externo termina imponiendo sus ciegas exigencias a los intrusos que habitan el planeta.Cada nueva cat¨¢strofe supera, desgraciadamente, los niveles de seguridad previamente adoptados para impedir, con base a experiencias conocidas, la repetici¨®n de siniestros semejantes a los producidos en el pasado. El desbordamiento del Turia en 1957, que caus¨® 86 muertos, oblig¨® a la adopci¨®n de las medidas que hicieran imposible la reproducci¨®n del siniestro. Seguramente la devastadora riada en la cuenca del J¨²car pondr¨¢ de relieve las insuficiencias de los dispositivos protectores existentes y forzar¨¢ a la adopci¨®n de planes que impidan la repetici¨®n de tragedias similares. La lucha por la calidad de la vida, que hace inexcusable la fuerte participaci¨®n del sector p¨²blico -tontamente menospreciado por la reciente moda de ese falso liberalismo a la violeta que sirve de disfraz a una tosca variante de darwinismo social- en una comunidad, civilizada, se convierte, en estos casos, en simple combate por la defensa de la vida, ya que los fondos presupuestarios invertidos para ampliar los m¨¢rgenes de seguridad destinados a proteger zonas en las que las inundaciones son desgraciadamente frecuentes se hallan plenamente justificados por la mort¨ªfera capacidad de las incertidumbres y los riesgos. Una vez superados los actuales momentos de peligro, durante los que debe prevalecer por encima de todo la solidaridad del pa¨ªs entero, la Administraci¨®n deber¨¢ explicar a la opini¨®n p¨²blica la g¨¦nesis de la cat¨¢strofe, los intersticios a trav¨¦s de los cuales la fatalidad ha podido ganar la partida a la previsi¨®n racional y las causas por las que la presa de Tous no consigui¨® resistir la presi¨®n del agua embalsada. Pero, sobre todo, ser¨¢ necesario que el Gobierno y las Cortes Generales acometan la realizaci¨®n de las obras p¨²blicas necesarias para elevar los umbrales de seguridad en esa zona ante los reiterados desaf¨ªos lanzados por la naturaleza.
Entre tanto, s¨®lo cabe expresar la solidaridad con el dolor y la angustia de tantos miles de v¨ªctimas y confiar en que los damnificados por la riada encuentren, no s¨®lo a corto plazo, el respaldo y el apoyo de las Administraciones p¨²blicas. Cualquier territorio del planeta se halla expuesto a cataclismos de este tipo, pero un pa¨ªs desarrollado como Espa?a no se puede permitir negligencias y olvidos en la pol¨ªtica de ayuda que nos hagan retroceder hasta el Tercer Mundo. Por lo dem¨¢s, todas las informaciones coinciden en subrayar los enormes y generosos esfuerzos desplegados por miles de ciudadanos, por unidades de las Fuerzas Armadas y de la Polic¨ªa Nacional, por los voluntarios de la Cruz Roja, por miembros del Gobierno y por las autoridades locales para disminuir las dimensiones de la tragedia, para salvar vidas humanas, para dar cobijo y alimento a quienes hu¨ªan de la riada y para hacer llegar a la poblaci¨®n amenazada mensajes inconfundiblemente veraces de solidaridad y apoyo. La presencia de los Reyes en Alcira, donde han aparecido ya m¨¢s de una veintena de cad¨¢veres, muestra la capacidad de don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa para sintonizar con los sentimientos populares y compartir los problemas y dificultades de sus compatriotas. De diversas zonas de Espa?a llegan a la Comunidad Valenciana, por lo dem¨¢s, alentadores manifestaciones de solidaridad fraterna. En v¨ªsperas de los comicios, el tono electoralista o demag¨®gico de los l¨ªderes de los partidos ha brillado por su ausencia, demostrando que un sistema democr¨¢tico, adem¨¢s de garantizar la transparencia informativa para conocer las causas de los accidentes y de imposibilitar que nadie pueda lucrarse -como sucedi¨® en la Nicaragua de Somoza con la ayuda internacional a las v¨ªctimas de un terremoto- a costa de una cat¨¢strofe natural posee las reservas morales suficientes para no hacer pol¨ªtica con el desaf¨ªo lanzado por las fuerzas incontroladas de la naturaleza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.