"Se ho ha portat tot, xiquet"
"Se lo ha llevado todo, chiquillo", esta frase de una anciana al Rey resume la tragedia del pueblo valenciano
Ayer, s¨¢bado d¨ªa 23, un sol intenso alumbr¨® Valencia y las nubes grises se alejaron para dejar paso a un cielo azul y barrido por los vientos racheados. Millares de valencianos parec¨ªan despertar de una larga pesadilla de tres d¨ªas, iniciada en la madrugada del mi¨¦rcoles d¨ªa 20, a unos cuarenta kil¨®metros de la capital de la provincia. La claridad del d¨ªa pretend¨ªa echar luz sobre la infinidad de puntos oscuros de una cr¨®nica amarga que oblig¨® a vivir horas dram¨¢ticas a infinidad de agricultores, de propietarios, de vecinos, hoy sin casa ni pertenencias, pero con vida.
Atr¨¢s quedan cuatro jornadas sufridas por la angustia de la falta de luz, agua y v¨ªveres, por la desaparici¨®n de seres insustituibles, por el destrozo de toda una infraestructura construida durante d¨¦cadas de intenso desarrollo econ¨®mico. El ¨²ltimo tramo del r¨ªo J¨²car, al sur de la provincia de Valencia, ha sido espejo de todos los espa?oles durante los ¨²ltimos d¨ªas.Todo empez¨® la madrugada del mi¨¦rcoles, cuando los habitantes de las poblaciones pr¨®ximas al pantano de Tous, percibieron la amenazante subida del nivel de las aguas de J¨²car. Los t¨¦cnicos del embarcadero de Cofrentes, situado r¨ªo arriba, tambi¨¦n constataron esta amenaza. Sin embargo, las instancias oficiales no dar¨ªan credibilidad a estos temores hasta media tarde, en que se orden¨® a 100.000 personas el inmediato abandono de sus hogares, en busca de refugios altos. Quien se gui¨® por la experiencia acumulada de vivir junto a un r¨ªo que constituye permanente amenaza en ¨¦poca de intensas lluvias, no toc¨® con sus pies el agua y el fango. Los otros, la mayor¨ªa de ese largo medio centenar de poblaciones afectadas, debieron huir de sus campos y casas despavoridos, con el agua por la cintura. Los habitantes de C¨¢rcer, localidad situada frente a Tous, ten¨ªan raz¨®n cuando a las seis horas ya hab¨ªan decidido su evacuaci¨®n. La Guardia Civil y Cruz Roja anunciaron a las 18 horas que el pantano se iba a pique. M¨¢s de 50 millones de metros c¨²bicos de agua amenazaban con tragar vidas y poblaciones. Protecci¨®n Civil, al filo de esa hora ordenaba la evacuaci¨®n de Antella, Gabarda, Sumac¨¢rcer, Alc¨¢ntara del J¨²car y Rotgl¨¢, poblaciones pr¨®ximas todas ellas al embalse, dirig¨ªa tambi¨¦n su orden a los pueblos de Alberique, Algemes¨ª, Sueca y Cullera, situados estos dos ¨²ltimos en el tramo fluvial de la desembocadura y pon¨ªa por ¨²ltimo en alerta a Alcira y J¨¢tiva.
La tromba de agua hab¨ªa iniciado ya entonces su voraz carrera. Las compuertas de Tous iban a ser accionadas cuando se cort¨® el fluido el¨¦ctrico. Los 30 o 40 kil¨®metros que separan la presa de la desembocadura del J¨²car, en Cullera, se transformaron en campo libre para una manta de agua de varios metros de altitud que fue dejando tras de s¨ª lodo y destrucci¨®n. Peque?as poblaciones, cerca de Culiera, como Riola y Fortaleny, preparaban las defensas empleadas por los viejos del lugar para hacer frente a las riadas. Aquellas quedaron a medio hacer porque el agua, en vez de llegar por el amenazante curso fluvial, invadi¨® sus calles por el lado opuesto al r¨ªo. Esta tromba destada campe¨® precipitadamente durante largas horas por m¨¢s de 25.000 hect¨¢reas de campo, en busca de las cotas m¨¢s bajas y del mar. Las carreteras y el trazado ferroviario actuaron en algunos lugares de dique para su contenci¨®n. Para cuatro comarcas, ricas por sus c¨ªtricos y por el arroz, y con una alta densidad de poblaci¨®n, comenzaba un futuro desolador.
Una noche en los tejados
El mi¨¦rcoles conclu¨ªa con el balance de dos muertos y doce desaparecidos. Sin luz ni comunicaci¨®n telef¨®nica, miles de valencianos se adentraban en una angustiosa noche. Se calcula que 30.000 personas emigraron y que el resto permaneci¨® en los pisos altos y tejados. Las afirmaciones tajantes de que Tous reventaba, difundidas al filo de la medianoche, eran desmentidas por los portavoces oficiales. Al final su corona se fue erosionado y se abri¨® un inmenso boquete por el que se vaci¨® en pocas horas.
Expediciones de solidaridad y caravanas de ayuda procedentes de toda Espa?a se pusieron de inmediato en camino hacia la zona del siniestro. En su camino se encontraron con la oposici¨®n de los elementos: carreteras inundadas, v¨ªas f¨¦rreas cortadas, no hab¨ªa energ¨ªa el¨¦ctrica.
Horas antes, la atenci¨®n informativa se hab¨ªa centrado en unos trabajadores de la central nuclear de Cofrentes, cuyo autob¨²s que les transportaba a la salida del trabajo, a las seis de la ma?ana, hab¨ªa sido arrollado por las aguas del Cabriel, afluente por la izquierda del J¨²car, situado bastante m¨¢s arriba de las comarcas siniestradas. Esta alarma no se hizo efectiva para las poblaciones inundadas hasta doce horas despu¨¦s.
Con el alma en vilo y el llanto contenido, la tragedia entraba en su segunda jornada del jueves 21. Sobre todo, se iniciaba un d¨ªa, gris y con lluvias incesantes, clarificador sobre la gran magnitud de la tragedia y las p¨¦rdidas causadas por las inundaciones.
La premonici¨®n del 25 aniversario de la riada del 14 de octubre de 1957 planeaba sobre muchos hogares de Valencia. Los r¨ªos de la vertiente mediterr¨¢nea, de corto y torrencial curso, son una amenaza permanente. El Turia hab¨ªa registrado en 1957 a su paso por la ciudad de Valencia, un aumento del caudal de 16 metros c¨²bicos por segundo a 4.000. Los t¨¦cnicos expresan que una pol¨ªtica hidr¨¢ulica de pantanos no es suficiente para encauzar las c¨ªclicas avenidas de estos r¨ªos turbulentos.
El Gobierno de la naci¨®n, con su presidente Calvo Sotelo al frente, Ros¨®n, Ortiz y otros altos cartos de la Administraci¨®n, viajaron precipitadamente a Valencia el mi¨¦rcoles para conocer la evaluaci¨®n rea de la tragedia. Calvo Sotelo prometi¨® un consejo de ministros urgente para hacer frene a las necesidades inminentes y al futuro de tantas familias desahuciadas y regres¨® a Madrid impresionado por la situaci¨®n de gentes que, al avistar su helic¨®ptero, le ped¨ªan angustiadas pan Y agua desde las azoteas.
Los partidos y los l¨ªderes politicos paralizaron su campa?a electoral. Se lleg¨® a afirmar que las elecciones pod¨ªan ser aplazadas en la circunscripci¨®n de Valencia. Felipe Gonz¨¢lez, Landelino Lavilla, Santiago Carrillo, Jorge Verstrynge, Oscar Alzaga, dispusieron a sus militantes valencianos en tareas solidarias de evacuaci¨®n y abastecimiento, mientras sobrevolaban o acced¨ªan con veh¨ªculos a las poblaciones anegadas de agua y fango. Peque?os pueblos hundidos y grandes ciudadades como Alcira y Carcagente, situadas en el llano, eran de imposible acceso, salvo con lanchas y helic¨®pteros. Las poblaciones m¨¢s altas, junto a Tous, ofrec¨ªan un panorama desolador, pero el agua ya se hab¨ªa retirado. Las m¨¢s bajas permanecieron uno y dos d¨ªas sitiadas. A medida que las aguas ced¨ªan, las tareas de evacuaci¨®n se fueron incrementando. La saturaci¨®n del espacio a¨¦reo, en condiciones de mala visibilidad, lleg¨® a constituir un peligro para los pilotos de los helic¨®pteros que sobrevolaban la zona transportando v¨ªveres, ropa y medicinas o con el fin de rescatar a quienes llevaban una noche y muchas horas m¨¢s en los tejados de las viviendas aguantando el chaparr¨®n y la riada.
"?Qu¨¦ est¨¢ sucediendo dentro de Alcira y Carcajente?", se preguntaban los radiooyentes que segu¨ªan la tragedia pegados a sus receptores. Mandan mensajes por las emisoras y nadie responde.
Desolaci¨®n e incomunicaci¨®n
Cincuenta mil abonados han quedado sin tel¨¦fono. Las tareas de evacuaci¨®n topan contra el muro de desolaci¨®n y de incomunicaci¨®n que impide el acceso a las principales poblaciones de la Ribera Alta. Todo ello obliga a decidir una operaci¨®n espec¨ªfica de desembarco en Alcira, al d¨ªa siguiente, que contar¨¢ con la presencia solidaria de los reyes de Espa?a. Entretanto, se disponen centros hospitalarios y domicilios de la ciudad de Valencia para acoger el mayor contingente de la poblaci¨®n damnificada, que se ha repartido desde la noche del mi¨¦rcoles en los pueblos cabeceras de la comarca.
La presa de Tous mostraba el jueves sus fondos fangosos y las aguas del J¨²car fueron perdiendo agresividad, pese a que las precipitaciones prosegu¨ªan. Todo el agua que entraba en la presa se colaba por el gran agujero. Su muro de contenci¨®n no hab¨ªa reventado, ciertamente, en pocos minutos, pero la erosi¨®n continuada lo dej¨® como si se hubiera roto de cuajo. Una abertura de 25 metros de ancha daba v¨ªa libre a las aguas. "Si la presa hubiera reventado de golpe, no quedar¨ªa nada desde Tous a Cullera", afirmaba el ingeniero responsable de la obra, Jes¨²s Gonz¨¢lez Mar¨ªn, quien reconoci¨® que la avenida comenz¨® a las seis de la ma?ana del mi¨¦rcoles. Construida por el Servicio Central de la Direcci¨®n General de Obras Hidr¨¢ulicas, no ha sido entregada todav¨ªa a la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del J¨²car, pues falta la segunda fase de construcci¨®n de la obra.
El colegio de Ingenieros de Caminos de Valencia va a llevar a cabo una investigaci¨®n t¨¦cnica, pues la obra ha ido creciendo en medio de una pol¨¦mica que dura diez a?os. La geolog¨ªa real del terreno exigi¨® modificaciones en el proyecto inicial y el cambio de la presa de hormig¨®n por otra de materiales sueltos, m¨¢s resistentes, a los envites del agua.
Don Juan Carlos y do?a Sofia llegaron en helic¨®ptero a Alcira la ma?ana del viernes 22 con los primeros auxilios arbitrados por la infinidad de dotaciones de la Guardia Civil, Polic¨ªa Nacional, Fuerzas Armadas, Cruz Roja, Protecci¨®n Civil, voluntarios... que mantienen desde los primeros momentos de la tragedia una incesante actividad. La gente los rode¨® cuando tocaron tierra. Una anciana le explic¨® al Rey el siniestro: "se ho ha portat tot, xiquet" (se lo ha llevado todo, chiquillo). En estas jornadas dram¨¢ticas la gente se expresa en su lengua materna.
Con el sol ayer s¨¢bado, cuarta jornada de esta cr¨®nica amarga, el panorama adquiere sus trazos desoladores. Las carreteras principales han recuperado su accesibilidad. Alcira ya no es un muro, aunque bajo sus ruinas puedan lamentarse muchas p¨¦rdidas humanas. La iglesia que cubr¨ªan las aguas del pantano de Tous ha emergido recubierta de fango. La gente pide agua. El suministro no se hab¨ªa restablecido en la zona. El sol permite salir de una negra pesadilla, pero vaticina otros largos d¨ªas de peligros sanitarios y de salud. Los naranjos se est¨¢n muriendo.
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