Liberar el voto
"Con todo nuestro respeto", dice el autor, "por los millones de personas que depositar¨¢n su voto y no pocas ilusiones para que gane el PSOE, tenemos que decir que, por nuestra parte, no vamos a votar por esa izquierda tan comprometida en el sostenimiento de un r¨¦gimen que defiende el capitalismo, acepta unos aparatos represivos creados por el franquismo, niega derechos elementales a nuestros pueblos y hace o¨ªdos sordos a las m¨¢s justas demandas de las mujeres".
Las elecciones parecen condenar el sentido ¨²ltimo del r¨¦gimen parlamentario. Por medio de ellas se elige a quienes han de decidir. De este modo se legitima el r¨¦gimen mismo y el Gobierno que, nacido de las urnas, podr¨¢ actuar en nombre del pueblo durante cuatro largos a?os. Si alguien no est¨¢ conforme, se le tapar¨¢ la boca apresuradamente: lo escogi¨® la mayor¨ªa.
Al calor -o al fr¨ªo- de la campa?a electoral no puedo dejar de interrogarme. El pr¨®ximo Gobierno, al igual que el anterior, ?ser¨¢ efectiva, aut¨¦ntica, realmente escogido por la mayor¨ªa? El partido que lo forme habr¨¢ reunido, sin duda, la mayor¨ªa de los votos expresados. Pero, ?hasta qu¨¦ punto esos votos significar¨¢n una decisi¨®n favorable a una pol¨ªtica concreta?
Estas elecciones las va a ganar una suma de factores: unas siglas hist¨®ricas de izquierda, m¨¢s una oferta electoral que conjuga promesas de cambio y garant¨ªas de continuidad, m¨¢s unos cr¨¦ditos para gastos de publicidad que exceder¨¢n holgadamente los mil millones de pesetas. S¨ª, ?pero, qu¨¦ pol¨ªtica concreta se cobija detr¨¢s de todo ello? Quien elija esa opci¨®n, ?qu¨¦ soluciones prefiere para los grandes problemas de nuestra sociedad?
?Vota a favor o en contra de la depuraci¨®n de quienes en el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa conspiran contra la libertad? ?Est¨¢ a favor o en contra del mantenimiento de presos pol¨ªticos en las c¨¢rceles? ?Desea o rechaza que se reconozca a las mujeres el derecho a abortar si as¨ª lo desean? ?Admite que el pueblo vasco pueda decidir en un refer¨¦ndum libre si quiere la independencia, de conformidad con el derecho a la autodeterminaci¨®n de los pueblos, reconocido incluso por las Naciones Unidas? ?Acepta la posibilidad de que se mantengan las bases norteamericanas sobre el territorio estatal, con los evidentes riesgos que ello conllevar¨¢ ... ?
Subordinaci¨®n a los grandes poderes
El partido pol¨ªtico al que pertenezco, el Movimiento Comunista, ha reflexionado sobre las proposiciones pol¨ªticas del partido socialista en la presente campa?a. Y lo ha hecho no en abstracto, sino a la luz del comportamiento que el PSOE ha observado en los ¨²ltimos a?os. Lo uno con lo otro nos permite pensar que este partido va a desempe?ar un papel en el Gobierno excesivamente subordinado a los grandes poderes; esto es, a los poderes econ¨®mico, militar, religioso, que reinan orgullosamente en estas sufridas tierras.
Con todo nuestro respeto por los millones de personas que depositar¨¢n su voto y no pocas ilusiones para que gane el Partido Socialista Obrero Espa?ol, tenemos que decir que, por nuestra parte, no vamos a votar por esa izquierda tan comprometida en el sostenimiento de un r¨¦gimen que defiende el capitalismo, acepta unos aparatos represivos creados por el franquismo, niega derechos elementales a nuestros pueblos y hace o¨ªdos sordos a las m¨¢s justas demandas de las mujeres.
El voto tiene -o debe tener- un car¨¢cter pol¨ªtico y moral. Se hace uso de ¨¦l para apoyar una pol¨ªtica determinada y se contrae un compromiso con el partido al que se vota.
Y quienes no estamos de acuerdo con un programa no deseamos dar un cheque en blanco a tal o cual partido o no vemos en esta o aquella circunscripci¨®n un partido o coalici¨®n a los que dar nuestro voto, tenemos el derecho -faltaba m¨¢s- de guard¨¢rnoslo para mejor ocasi¨®n. Se lo damos a quien lo merece, como puede ser el Front Comunista de Catalunya, Esquerra Unida del Pa¨ªs Valen?i¨¤, Herri Batasuna, Bloque Nacional Popular Galego-PSG o Frente de Izquierda Comunista, de Madrid. Y no se lo damos a quienes, bajo etiquetas de izquierda, van a practicar desde el Gobierno o desde el Parlamento una especie de suarismo renovado.
Reclamamos as¨ª el derecho a votar libremente y en conciencia, y tambi¨¦n, c¨®mo no, el derecho, no menos importante, a no acudir a las urnas. Por m¨¢s que ello agite el sue?o de los nuevos inquisidores o ponga en movimiento algo parecido a lo que Orwell llam¨® la polic¨ªa del pensamiento. Vamos a votar el cambio para que todo siga continuando como hasa ahora igual.
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