Volver a empezar
La selecci¨®n nacional sali¨® del Mundial-82 trasquilada. La afici¨®n sufri¨® una desilusi¨®n hist¨®rica. Afortunadamente para el f¨²tbol, las competiciones oficiales propician la superaci¨®n de los traumas porque siempre hay motivos para agarrarse al clavo ardiendo de la esperanza. Tres razones fundamentales abonan la renovada ilusi¨®n: el deb¨² del nuevo seleccionador, del cambio radical efectuado en los nombres del equipo nacional y la posibilidad de afrontar la nueva etapa con una victoria.A cada seleccionador que se estrena se le suponen nuevos m¨¦todos y f¨®rmulas m¨¢s id¨®neas que al anterior. La noyedad suele ser cosa efirnera y los d¨ªas felices son pocos para los directores t¨¦cnicos. Mu?oz pide ahora el tiempo del margen de confianza y de los buenos deseos generales para que los males pasados queden en el olvido total.
El nuevo responsable de la selecci¨®n ha optado por el camino del cambio. Sobre la base de quienes a pesar de todo contin¨²an siendo insustituibles, y no pasan de tres, ha armado un conjunto en el que aparecen los nombres de quienes se han afirmado en los ¨²ltimos tiempos y de aqu¨¦llos con los que hace unos meses era impensable contar.
Mu?oz ha huido de la mayor¨ªa de las estrellas consagradas para confiar en quienes todav¨ªa tienen ante s¨ª la ilusi¨®n del futuro. En realidad se trata ahora de partir de cero en la b¨²squeda del infinito. Por desgracia, estamos en la etapa del borr¨®n y cuenta nueva. Mufloz no ten¨ªa mejor salida que crear una nueva esperanza.
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